Si existiera la posibilidad de encontrar una palabra que hilvane el espíritu de los personajes que nos acompañan en esta edición de la revista, elegiría la palabra “obstinación”, un término que no goza de muy buena prensa. Sin embargo, suelen ser los obstinados, los porfiados, los tercos, los tenaces, los cabezones, quienes logran sacudir el árbol de los letargos.
Gracias a su obstinación, José María Listorti hoy brilla en la comedia musical más exitosa de la Argentina. “Todo es sobre la base de mucho laburo y esfuerzo, no es que me compré un billete de lotería, lo raspé y me tocó protagonizar La Sirenita”, dice el actor, que se preparó durante un año y medio para interpretar con solvencia al cangrejo Sebastián, para el que tuvo que aprender a bailar y cantar y ajustarse a un guion, a ensambles y a una estricta coreografía. Como dice Listorti, sus logros responden al trabajo y al esfuerzo, pero también a la obstinación. ¿Qué fue si no obstinación lo que manifestó ya de chico cuando montó sus primeros sketches en el colegio, cuando armó con sus compañeros de curso un grupo inspirado en Les Luthiers y sostuvo la decisión de hacer reír por sobre todas las cosas? En la nota de tapa se van a encontrar con un obstinado de maravillas.
Y obstinación también es la del dibujante y humorista gráfico Miguel Rep –nuestro invitado–, que en tiempos de redes sociales e inteligencia artificial sigue eligiendo la tinta y el papel para reafirmar su mirada de autor. “Si hubiera una nevada mortal y los polos se invirtieran, como en El Eternauta, los creadores digitales estarían perdidos, en cambio a mí me quedaría un baúl lleno de originales”, nos dice con vehemencia. Elige producir autoría por sobre lo anónimo, y al libro por sobre la cultura de lo meme.
Obstinaciones de las buenas son las que recorren las páginas de la revista. Los invito a descubrirlas y a pensar en nuestras propias obstinaciones. Nunca es tarde para poner en marcha esos sueños que se empecinaron con nosotros.
¡Buena vida!