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VIRGINIA BRÍGIDO CHAMORRO: EL RUGBY EN LAS VENAS

El deporte es parte de su vida desde siempre. En cuanto pudo desplegar su pasión y talento, se convirtió en referente de un seleccionado que no para de crecer.
El deporte es parte de su vida desde siempre. En cuanto pudo desplegar su pasión y talento, se convirtió en referente de un seleccionado que no para de crecer.

Con la 9 en la espalda, se erige como una todoterreno en la cancha. Líder por talento y espíritu, es una pieza clave en un seleccionado que busca escalar posiciones a nivel internacional y meterse en competencias de elite. Virginia Brígido Chamorro disfruta cada momento del proceso que vive junto a Las Yaguaretés, el combinado argentino de rugby seven y, fiel a su estilo, levanta la mirada para ver más allá.

“No sé qué haría si no jugara al rugby”, confiesa a Convivimos. Es que el rugby es su casa, su familia, su modo de vida y su canal de expresión. Le trae recuerdos de su casa llena de jugadores, que su papá entrenador llevaba a casa luego de los partidos. El rugby es el diálogo con su mamá, su primera entrenadora, que ya no está físicamente, pero aun así la acompaña en cada encuentro. El rugby es la escuela que le enseña a vivir.

  • El rugby siempre fue parte de tu familia, pero primero hiciste otros deportes, ¿no?

Sí, empecé haciendo gimnasia artística de chiquita. Vi algo en la tele y pedí que me llevaran. Me encantaba, pero a los doce me lesioné, no tuve una buena recuperación y no pude volver al mismo nivel. Después hice atletismo, natación y, sobre todo, básquet. El rugby siempre me gustó, pero no había equipos de chicas. Mi mamá fue la primera entrenadora de Catamarca, en el club donde yo comencé. Ella me llevaba los sábados a los entrenamientos que les daba a los infantiles. A mí me picaba el bichito de jugar, de medirme con los chicos, pero ella no quería.

  • ¿Fue larga la espera hasta que pudiste jugar?

Sí, recién en 2019 se conformó el primer equipo de Catamarca Rugby de Primera. Obviamente me metí y me encantó. El rugby siempre estuvo presente en mi vida, porque mi papá jugaba, también algunos primos y tíos. Siempre iba a la cancha, que quedaba a dos cuadras de mi casa. Los terceros tiempos del club eran en mi casa, así que crecí con eso.

  • De todos modos, una cosa es cuando se desea algo y otra cuando se concreta, ¿qué te pasó cuando comenzaste a jugar al rugby?

Cuando comencé, tenía dudas de si iba a servir o de si me iba a gustar. Pero me fue interesando muy rápido. A medida que pasaban los entrenamientos, se fueron sumando chicas, eso me incentivaba más, y nunca dejé. Lo disfruto cada vez que entrenamos o jugamos. Con la selección, por ejemplo, hacemos análisis de partido y me gusta ver las cosas que tengo para corregir. Vuelvo a casa con más ganas de seguir entrenando y mejorar. No necesito ni quiero desconectarme nunca del rugby, me engancho cada vez más, me retroalimento.

Solo unos meses después de haber comenzado a jugar, recibió un mensaje de WhatsApp en el que le informaban que estaba convocada a concentrar con Las Yaguaretés. No llegó a procesar la noticia cuando, desde el club, se lo confirmaron oficialmente. Antes de convertirse en un objetivo, sin siquiera haber tomado la forma brumosa de un anhelo, ya había alcanzado su primer gran logro en este deporte.

Esta etapa de franco crecimiento del seleccionado llevó al grupo a meterse en el Circuito Mundial. Los resultados obtenidos, sobre todo, este año, acercaron a la Argentina a una clasificación que se vio trunca por una combinación de cambios estructurales (se redujo la cantidad de participantes para 2026) y resultados (en la Gran Final disputada en Los Ángeles el equipo no consiguió el título que lo hubiera puesto, al menos, en posiciones de ascenso). Sin embargo, el camino parece ser el indicado, y Virginia señala la asunción del equipo comandado por el salteño Nahuel García en su rol de head coach como el punto de quiebre para este momento de grandes resultados. “Lo fundamental es la parte humana. Todo eso se ve desplegado en la cancha. Se dio una conexión entre nosotras, nos conocimos mejor y por eso rendimos más. También hubo cambios para beneficiar al equipo. Yo venía jugando de wing, pero los entrenadores me propusieron jugar de 9. Sentí un poco de nervios en los primeros torneos, pero hoy me gusta mucho jugar de medio scrum. Donde se me necesite, voy a estar disponible para aportar”, afirma.

  • ¿Cómo vivís el salto que están dando?

Muy contenta. Nos encontramos con un nivel muy diferente al que estábamos acostumbradas en Sudamérica y estamos a la altura de equipos muy bien parados mundialmente. Por eso soñamos con la clasificación al Circuito. Cuando eso se consiga, vamos a poder pensar, también, en clasificar algún día a unos Juegos Olímpicos.

 

MAMÁ 

“El rugby me da muchas herramientas para la vida. Me ayuda a saber cómo levantarme después de caer”, dice Virginia, y rápidamente vuelve el recuerdo de su madre. Fue su primera entrenadora y, aunque ya no está físicamente, sigue presente para contenerla y darle ánimos: “La tengo presente en todo. Tengo un tatuaje, tengo fotos, tengo libros, tengo escritos. Siempre la recuerdo. Le hablo y le escribo. Le pido cosas. A veces estamos en el túnel, miro para arriba y es como que le estoy pidiendo a ella que me acompañe y que me cuide. Y ella me da fuerzas para seguir”.

 

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