Un estudio del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), publicado en la revista Journal of Hazardous Materials, revela la presencia de aditivos plásticos en el 85 % de los alimentos representativos de la dieta española.
El objetivo de la investigación ha sido estimar la exposición diaria de la población a estos compuestos a través de la alimentación, evaluando los riesgos para la salud, especialmente en lactantes y niños pequeños.
El análisis, que incluyó 109 muestras de alimentos como infantiles, cereales, lácteos, huevos, pescados, carnes, frutas, hortalizas, legumbres, dulces, aceites y condimentos, detectó 20 plastificantes diferentes, entre ellos ftalatos, ésteres organofosforados y plastificantes alternativos como citratos y adipatos. Los niveles promedio de estos compuestos se situaron en 61 nanogramos por gramo (ng/g), aunque en algunos casos alcanzaron hasta 22 microgramos por gramo (µg/g).
Según Julio Fernández Arribas, primer autor del estudio, los valores promedio de ingesta diaria no superan los límites establecidos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (USEPA).
Sin embargo, en escenarios de alta exposición, especialmente en lactantes y niños pequeños, dos compuestos —el ftalato DEHP y el organofosforado EHDPP— superan los umbrales de riesgo, mientras que otros tres están solo 10 veces por debajo de dicho límite. “Esto indica que, aunque se cumplen las normativas, es necesario revisar las regulaciones para estos compuestos, cuyos efectos nocivos ya son conocidos”, destaca Ethel Eljarrat, directora del IDAEA y autora principal.
El estudio, basado en patrones de consumo en España según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, analizó productos envasados y a granel, reflejando el aumento del consumo de alimentos envasados en plástico y comidas preparadas. Los resultados muestran que el tipo de envasado influye significativamente en la presencia de plastificantes. Por ejemplo, se detectaron concentraciones sorprendentes de acetil tributil citrato (ATBC) en alimentos envasados en vidrio, posiblemente debido al barniz polimérico en las tapas metálicas.
Además, el análisis de platos preparados en envases de polipropileno demostró que la cocción en horno o microondas puede aumentar la transferencia de plastificantes hasta 50 veces. “Recomendamos evitar calentar alimentos en este tipo de envases por precaución”, advierte Eljarrat.
La ingesta media diaria de plastificantes en adultos se estimó en 288 nanogramos por kilogramo de peso corporal, con la carne como principal fuente (59 %), seguida de cereales, legumbres y dulces (20 %). En lactantes, esta cifra se dispara a 2262 nanogramos por kilogramo, y en niños de uno a tres años, a 1155 nanogramos, debido a su menor peso y al consumo de alimentos infantiles.
Aunque los niveles medios están dentro de los límites de seguridad, los investigadores alertan que, en algunos casos, la exposición se acerca o supera los umbrales de riesgo, especialmente en los más pequeños. Además, la ingesta alimentaria es solo una de las vías de exposición, que se suma a la inhalación, el contacto dérmico o la ingestión de polvo.
El estudio, financiado por el proyecto EXPOPLAS del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, subraya la necesidad de implementar legislaciones más restrictivas y de continuar monitorizando los aditivos plásticos, especialmente en grupos vulnerables. “La presencia de plastificantes alternativos, considerados inicialmente menos tóxicos, también plantea preocupaciones, ya que estudios recientes sugieren efectos adversos a largo plazo”, concluye Eljarrat.