Durante estos dos años, la pandemia de COVID-19 afectó seriamente la actividad escolar en todo el mundo. Comienzan a conocerse los resultados de investigaciones destinadas a establecer los efectos de esta emergencia sobre los aprendizajes de niños y jóvenes. Si bien no contamos aún con información acerca de la situación en la Argentina, cabe suponer que no será mejor que la descripta en otras regiones del planeta.
Como sabemos, para intentar mantener el vínculo de niños y jóvenes con las escuelas, se recurrió a enseñar utilizando computadoras, teléfonos celulares, televisores y radios. En todo el mundo se está intentando determinar si este aprendizaje de manera remota fue equivalente al que se lograba en el aula. La respuesta parece ser negativa a juzgar por un completo informe global realizado por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial* que demuestra que los estudiantes sufrieron pérdidas educativas significativas durante la pandemia con un impacto desproporcionado en los niños marginados. Estos déficits de aprendizaje amenazan con aumentar la desigualdad, tanto entre países como dentro de ellos, lo que será muy difícil de solucionar en los próximos años. Esa brecha de aprendizajes generada por la pandemia profundizará también las disparidades entre diferentes generaciones. Jaime Saavedra, director global de educación del Banco Mundial, señaló que “en 15 años escribiremos artículos académicos para identificar y comprender la pérdida en términos de bienestar, productividad e ingresos sufrida por quienes tenían entre 5 y 18 años en 2021”. Se estima que esa generación de la pandemia corre el riesgo de perder 17 billones de dólares en ganancias futuras por déficits de conocimiento generados por el hecho de que, por lo general, el aprendizaje remoto no arrojó buenos resultados. Se prevé que la proporción de niños en países de ingresos bajos y medianos que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años –que antes de la pandemia era del 53 por ciento– puede alcanzar el 70 por ciento. En dos estados mexicanos se observó que la proporción de estudiantes de 10 años que no pueden leer o comprender un simple texto aumentó un 15 por ciento entre los más ricos y un 25 por ciento entre los más pobres. En San Pablo, quienes estudiaron de manera remota aprendieron, en promedio, solo el 28 por ciento de lo que normalmente lo hubieran hecho en clases presenciales. En Sudáfrica, los estudiantes perdieron, en promedio, el 60 por ciento de clases en primaria con una caída similar en los aprendizajes. También los niños de las naciones ricas, por ejemplo, Bélgica, los Países Bajos y los Estados Unidos, sufrieron grandes pérdidas educativas, especialmente los que estaban en desventaja económica.
“En todo el mundo se intenta determinar si el aprendizaje remoto fue equivalente al que se lograba en el aula”.
El estudio concluye que “los estudiantes progresaron poco o nada mientras aprendían desde su casa, y las pérdidas serán aún mayores en países con infraestructura más débil o cierres escolares más prolongados”. La situación educativa de la Argentina antes de la pandemia –comentada en estas páginas el mes anterior– ya era gravísima, por lo que el impacto del cierre de las escuelas será enorme. Es necesario diagnosticar la magnitud del daño y prever las medidas para reducir el déficit previsible en los aprendizajes de nuestros niños y jóvenes.
* Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019).