Cuando llega la primavera nuestras ansias contenidas durante el invierno para tener un bello jardín, puede jugarnos una mala pasada. Antes que nada, no te apresures a plantar , advierte Susan Mulvihill, autora de temas de jardinería, bloguera y youtubera, con sede en Spokane, Washington.
«Es importante no precipitarse y plantar demasiado pronto», dice Susan Mulvihill, autora de temas de jardinería, bloguera y youtubera. «Hay ciertos microorganismos en la tierra que no se activan hasta que esta alcanza una determinada temperatura. Hace años sembraba el maíz demasiado pronto y decía: ‘¿por qué está tan amarillo?’. Y era porque los microorganismos que ponen el nitrógeno a disposición de las raíces de las plantas todavía no estaban activos», describe la autora de The Vegetable Garden Pest Handbook.
No malgastes el dinero en regar, abonar o aplicar sustancias para controlar la maleza antes de que las plantas empiecen a crecer activamente y estén preparadas para recibir esta nutrición, dice Katy Shook, especialista en horticultura. «No debes añadir nada al jardín hasta que las plantas puedan utilizarlo activamente», aclara. «Así que no inicies ninguna actividad a menos que sea el momento adecuado y la planta vaya a beneficiarse».
LISTA DE TAREAS
Si estás impaciente por empezar a trabajar, los expertos sugieren esta lista de tareas:
1. Investigar y elaborar un plan
Entiende las limitaciones de tu zona de cultivo e invierte, si quieres, en un termómetro de suelo para saber cuándo la tierra tiene la temperatura adecuada para sembrar, dice Mulvihill. Comprueba las horas de luz de tu jardín y ubica una fuente de agua práctica. Haz un plano de tu huerto para determinar cómo rotar los cultivos. «Si los cultivos de la misma familia de plantas están en el mismo lecho de siembra año tras año, esas plantas corren más riesgo de tener problemas repetidos de insectos y enfermedades», explica. Empieza un diario de cultivo para anotar lo que funciona. Busca las mejores plantas para tu zona y región.
2. Limpiar las herramientas
Lavá las palas, los azadones y otras herramientas con un chorro fuerte de agua para quitarles la suciedad, y luego secalos. Limpiá las superficies metálicas con un trapo aceitado o rocía con un antioxidante como WD-40. Luego, lijá los mangos de madera y límpialos con aceite de linaza para que no se sequen ni se resquebrajen. Eso también los hará más suaves para usar. Llevá a afilar los azadones, las palas, las excavadoras y las podadoras; esto ayuda a disminuir el esfuerzo que le pongas al trabajo. Muchas ferreterías afilan herramientas, y mientras tanto, vos podés comprar un par de guantes de jardinería nuevos. No olvides desinfectar las podadoras al usar entre plantas para evitar la propagación de enfermedades. La forma más sencilla de hacerlo es sumergiéndolas en etanol o alcohol isopropílico, que hay en la mayoría de las farmacias. No se necesita un remojo prolongado
3. Organizar
Los expertos aconsejan a los jardineros que cultivan flores que dejen los tallos muertos de las plantas perennes hasta justo antes del primer brote de la primavera. Esto crea una barrera para las plantas y alberga insectos beneficiosos como las mantis religiosas y algunas especies de abejas. Aunque la primavera es el momento de recortar las partes muertas para darles espacio a los brotes nuevos, las investigaciones demuestran que los insectos volverán al lugar de donde emergieron para poner sus huevos. Por eso sugieren dejar algunos tallos o crear una zona silvestre en el jardín que no se corte hasta el verano. O bien, triturar o recortar ligeramente las partes muertas y dejarlas en el jardín como mantillo.
4. Podar los árboles y arbustos
Antes de que salgan las hojas, observá tus arbustos y árboles, aconseja Katy Shook. Podés buscar ramas rotas, superpuestas, muertas o enfermas y podarlas, tratando de hacerlo antes de que salgan los brotes nuevos. Para saber con seguridad si la rama está viva, solo rascá la corteza leñosa con la uña. Será de color verde si la planta todavía está viva; si es de color marrón, la planta ya no se puede salvar.
5. Empezar a desyuyar
Este es el momento de avanzar en esta tarea interminable. «Es importante adelantarse a las malas hierbas ahora, porque compiten con las plantas de nuestro huerto por la humedad y los nutrientes», dice Mulvihill. «Además, pueden ser hospederas de insectos y enfermedades. Esta es una excelente motivación para sacarlas».
6. Poner abono y mantillo
Después de haber sacado los yuyos, poné uno o dos centímetros de abono y otros elementos orgánicos, como harina de huesos, a los lechos. La buena noticia actual es que ya no es necesario voltear o roturar la tierra. «Hay toda una variedad de microorganismos que habitan en los distintos estratos de la tierra. Viven en diferentes niveles, y si un jardinero perturba significativamente esas capas, va a afectar lo que se conoce como la red alimentaria del suelo», dice Mulvihill. «Esos microorganismos descomponen la materia orgánica, ponen el nitrógeno y otros nutrientes a disposición de las plantas y mejoran la textura de la tierra». El siguiente paso es añadir una capa de mantillo para evitar que crezcan las malas hierbas.
Después de estos pasos solo hay que esperar a que la tierra se caliente para plantar.
