La situación económica y la situación financiera no son lo mismo. La primera hace alusión al conjunto de bienes y activos que componen el patrimonio de una persona o de una empresa. En otras palabras, se refiere a la riqueza acumulada. Por ejemplo, propiedades, inversiones y otros bienes de valor.
Mientras tanto, la situación financiera se enfoca en la fluidez de dinero, es decir, en la liquidez. Se trata de la capacidad de disponer de efectivo o medios de pago inmediatos. Esto es vital para la gestión diaria de finanzas, ya que sin liquidez no se pueden pagar deudas ni cubrir gastos ordinarios.
Otra diferencia importante es el enfoque temporal. La situación económica generalmente se evalúa a largo plazo, lo que incluye la valoración de tendencias económicas amplias, como el crecimiento del PIB (Producto Bruto Interno) o la inflación. Este análisis es útil para planificar estrategias de inversión y ahorro a largo plazo.
En contraste, la situación financiera puede ser tanto a corto como a largo plazo, pero con un énfasis en la capacidad de cumplir con obligaciones inmediatas, ya que resulta imprescindible para operar eficientemente y cumplir con compromisos financieros a medida que surgen.
POR QUÉ CONOCER LAS DIFERENCIAS
Existen muchas razones por las cuales es importante saber la diferencia entre un término y otro. En primer lugar, la situación económica afecta decisiones de políticas económicas que pueden influir en la economía general, y la situación financiera afecta directamente la capacidad de una entidad para operar, crecer y cumplir con sus obligaciones.
En ambos casos, ya sea que se tenga una empresa o no, ambas situaciones tienen un impacto y relevancia diferente en las finanzas personales. Por un lado, conocer la propia situación económica da una visión general del nivel de solvencia personal o del negocio, lo que es importante a la hora de planificar a largo plazo y evaluar la capacidad de generar riqueza y valor. Entonces, conviene mantener una observación periódica o, como mucho, trimestral, para ajustar la estrategia de inversión y ahorro. En cambio, una buena situación financiera permite manejar los gastos diarios y emergencias sin recurrir a un endeudamiento excesivo.
EN CONCLUSIÓN
Es posible tener una buena situación financiera (liquidez) pero una mala situación económica (poco patrimonio) y viceversa. Por ejemplo, si se tiene dinero en efectivo, pero también muchas deudas, esto último afecta negativamente la situación económica. Por el contrario, contar con muchos activos, pero con poca liquidez inmediata, complica la situación financiera.
Entender estas diferencias y observar ambas situaciones regularmente es de gran ayuda para poder tomar decisiones más informadas y gestionar mejor las finanzas personales o empresariales de forma estratégica. Pero más importante aún, este conocimiento es imprescindible para mejorar la salud financiera.