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DOLORES FONZI: “EL CINE ES MI RELIGIÓN”

Con la convicción de que el modo de vivir y de contar es un acto político en sí mismo, aborda los materiales con los que trabaja. La fuerza de lo colectivo, la importancia del autoconocimiento y de escuchar su deseo para poder elegir son claves en su obra.
Con la convicción de que el modo de vivir y de contar es un acto político en sí mismo, aborda los materiales con los que trabaja. La fuerza de lo colectivo, la importancia del autoconocimiento y de escuchar su deseo para poder elegir son claves en su obra.

Todo la trajo hasta aquí. O, más bien, ella condujo, por distintas vías, hasta este momento y este lugar. Primero fue aquel magnetismo, prácticamente un hechizo, en el que se encontraba inmersa desde muy chica cuando veía películas. No le sucedía lo mismo en el circo, en el teatro ni en ningún otro espectáculo. Era el cine el que operaba aquel mecanismo, el que despertó el deseo de pertenecer a otros mundos, crear realidades que habitar. Luego, como consecuencia de ese impulso, inició una etapa de autoconocimiento en la que las lecciones más profundas y movilizantes se produjeron dentro de esa misma maquinaria. La ficción como camino a las grandes verdades. En el medio de todo, la noción, devenida en convicción, de que ese recorrido no solo era mejor, sino que tomaba forma únicamente a través del trabajo colectivo, de las conexiones entre seres que se encuentran para dar vida a un proyecto.

Dolores Fonzi establece cimientos firmes de una obra como directora en la que estética y militancia, política y arte van –no podría ser de otra manera– de la mano. El cine es su forma de mirar. Belén, un film en el que aquella amalgama es más evidente por el tema que aborda (una mujer encarcelada injustamente y la lucha posterior, impulsada fundamentalmente por otras mujeres, para que sus derechos y los de las demás dejen de ser avasallados por el sistema), es la candidata argentina para competir en los grandes festivales internacionales de cine. “Me da una ilusión casi infantil que la película sea elegida. Tiene que ver con los sueños de cuando era joven o muy pequeña, de mirar los Oscar en la tele y todo lo que significa para el cine mundial. Pero, por otro lado, lo que más me interesa es que la gente la vea. Cuando fue nombrada como representante a los premios, más gente fue a las salas”, cuenta.

  • En la sala, justamente, se percibe la emoción del público. Esa emoción proviene del propio tema, y también del modo en que se cuenta la historia, eso es indivisible, ¿no?

Creo que lo que logra la película, su talento, es ese. Es un tema sensible, que toca muchas capas, y que a la vez está contado de una manera que te agarra, no te suelta. Perfectamente podría tocar los mismos temas y no ser una buena peli, entonces ya no te pasa nada. O estar increíblemente filmada, pero que no interese de lo que habla, que no tenga sensibilidad. En una película como esta tiene que haber un balance entre lo que es emocionante del caso real y cómo está contado. Además, al ser algo reciente, es un retrato de nuestra época, nuestra sociedad. A la vez, es un retrato a futuro: de lo que se puede seguir construyendo a partir del trabajo colectivo y la unión de las personas.

  • Hace poco en una nota dijiste que tu trabajo es tu forma de militar. ¿En esta película lo sentiste más fuerte? ¿O sentís que también en Blondi militaste con la misma potencia?

Esta habla de un movimiento colectivo, concreto, literal: el movimiento que, gracias a Soledad Deza, libera a una chica que vivía en la injusticia. Más literal con la militancia, imposible. Pero creo que en Blondi también se ve: una mujer que materna sola, con sus libertades individuales, que fuma cannabis de manera natural, el autocultivo… Es parte de las realidades de mujeres que no se visibilizan. Pero ojo: ser mujer es ser un ente político. Y hacer cine también. Cuando hacés cine, aunque no hables de política, también estás haciendo política.

Foto: Nora Lezano.
  • ¿Es algo en lo que pensás? ¿O, por el hecho de integrar tu ser, esta militancia simplemente emerge?

Es lo que me interesa, mi gracia personal, digamos. Suponete que todos somos volcanes: en el magma interior está la verdad de cada uno, lo que puede darle a su obra, a su vida o a lo que sea. Cuando percibo que un director o directora, escritor o escritora, hace algo desde ese magma, ese relato me interesa mucho más. Cuando es personal, cuando siento que hay algo íntimo, que se entrega. Para mí, hacer una película sí o sí tiene que ver con tratar de contar algo que me interpele de manera profunda, de exponerme, incluso de reírme de eso.

  • Belén es tu segunda película como directora, ¿sigue siendo nuevo el rol para vos?

Bastante nuevo, sí, y disfrutable. Mantengo la alegría. Siento que nunca hay que perder la sorpresa y que, como cada cuento es nuevo, la relación con el material va cambiando, el acercamiento a los temas de cada película te va renovando las ganas. Y, obviamente, el proceso creativo de cómo contarlo, qué estética elegir y un montón de cosas que requieren nuevos recorridos dependen de qué película hagas. Sigue siendo nuevo, y creo que me va a pasar siempre. Cuando empiezo un trabajo, tengo una sensación como de primer día de clases. Espero no perderla nunca.

“El cine me da todo: amigos, contención, lo importante del trabajo colectivo”.

  • Como actriz, ¿te pasa lo mismo?

Sí, porque me encuentro con los compañeros, voy entendiendo el código en que se trabajará y el personaje va tomando forma. Cualquier trabajo que no tenga que ver con la cultura me parece que es un poco más esquemático, y entiendo que eso pueda no suceder. Creo que, en la actuación, la dirección, la escritura, el montaje, todos los días son distintos. Algunos más frustrantes que otros, algunos más felices, otros gloriosos. Pero en cine nunca es lo mismo.

Foto: Nora Lezano.

 

  • Cuando hablás de actuar y dirigir, en general hablás de cine, ¿siempre fue tu lugar favorito?

Sí. Yo suelo decir que las religiones le han hecho mucho daño al mundo, pero que el cine es mi religión. El cine me da todo: amigos, contención, lo importante del trabajo colectivo. Me da un refugio y, a la vez, este espacio donde puedo crear, decir, pedir y comunicarme con un equipo que me hace caso no solo porque soy la directora, sino porque hago un trabajo para que la gente crea en lo que está haciendo. Desde muy chica, fue el cine lo que me impactó y sedujo.

  • ¿Qué recordás de esa atracción?

Salía del cine con el estado en que la película me había dejado, con unas ganas de quedarme ahí adentro y no volver a mi casa nunca más. Mi casa era un ámbito familiar convencional, estaba todo bien, no es que quisiera escaparme de alguna situación en particular. Pero había algo del mundo de la fantasía y lo creativo que me dejaba totalmente absorta y lo único que quería era volver a sentir eso de cuando entrás en una película y salís movilizado. Hasta el día de hoy salgo de las películas que me gustan con alegría y con una inspiración. Era algo de la existencia en otro plano que me traspasaba.

Irrumpió en televisión en su adolescencia (“Actuaba pésimo, no sabía hablar, pero fui muy tenaz en que eso era lo mío y decidí estudiar, estudiar, estudiar”, se sincera) y pronto comenzó a mostrar una personalidad auténtica, singular. Como protagonista de una tira juvenil exitosa, Verano del 98, pateó el tablero y pidió raparse, dejar de ser la rubia linda del programa del momento y que su personaje creciera narrativamente. Desarrolló sus propios métodos de composición (por ejemplo, seleccionando canciones específicas para cada escena que le tocara interpretar). Hizo carne las lecciones de su principal maestro de actuación, Carlos Gandolfo: “Trabajaba con la particularidad de cada persona, te hacía ver quién eras, qué era lo que tenías para dar, qué querías mejorar y cómo eso era una herramienta y un poder”. A los 21, en el film Caja negra, dirigido por Luis Ortega, asumió roles extra, detrás de cámara. A los 24, junto a Constanza Novick, creó y empujó la serie Soy tu fan.

  • Da la sensación de que siempre estuviste muy plantada, a pesar de haber tenido mucha popularidad en tu juventud, lo que podría haberte llevado un poco puesta…

Reconozco que cuando no quería algo, no lo hacía; algo de sentir y respetar mi propia decisión. Eso sigue sucediendo, y para mí es fundamental en la integridad de una persona. Creo que hay algo que viene con uno. Y también está la educación que te dan tus padres. Mi mamá y mi papá me dieron una muy buena educación social, desde el amor y el respeto. Cuando respetás al otro, te respetás a vos mismo. Desde ahí, siempre supe lo que quería. No es que siempre supe quién era, porque tuve que hacer terapia desde los 19 años y uno nunca se autoconoce del todo, porque siempre vas cambiando. Pero me hacía caso cuando sentía algo. 

  • Debe haber tenido sus complicaciones, porque crecías a la vista de todos.

Sí, ni hablar, me ponían etiquetas: era “la joven rebelde”. Es lo que pasa con las mujeres: cuando saben mucho lo que quieren o saben poner un límite, eso molesta. “Sos joven, sos linda, ¿quién te creés que sos? Hacé lo que te diga”. Hay algo de un juego en la sociedad. Hasta el día de hoy me lo repiten, pero de rebelde no tengo nada.

  • ¿No? Mantenés opiniones que, a veces, van en contra del statu quo o del sistema. Hay una rebeldía en eso…

Sí, claro. Lo que pasa que yo siempre, desde chica, me di cuenta de que había cosas que estaban mal y cosas que no entendía por qué sucedían. Mi rebeldía, podría decir, no parte desde el capricho de patalear contra una autoridad, sino desde la sensatez del que cree que el mundo debería ser distinto. Lo que creo que en la sociedad sería mejor, lo manifiesto, porque quiero que se vuelva verdad. Creo en el bien común y en hacer algo por los demás, algo que cambie la vida del otro en un sentido, poder colaborar con la idea de libertad real, no como esta libertad machucada que ahora tenemos. 

Foto: Nora Lezano.

 

HACIA DELANTE 

El recorrido de trabajo junto a Belén, en esta primera etapa, puede concluir a mediados de mes o extenderse hasta que culmine la temporada de entregas de premios internacionales. El 16 se conocerá si la película es seleccionada para competir en la categoría Mejor Película Internacional de los Oscar y en los Goya. Recién allí, se tomará unas vacaciones en las que, además de descansar, le dará forma a su tercer proyecto como directora de cine.

El año que viene, además, Dolores estrenará, en ambos casos como actriz, las series La casa de los espíritus y Mis muertos tristes.

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