Se calcula que más del 90 por ciento de la población total de guanacos se encuentra en la Argentina, mayormente en la región patagónica. Hay más de un millón de individuos, quizás hasta dos millones, pero este número no se puede precisar porque hace años que no se realizan conteos a escala regional. Según el Grupo Especialistas en Camélidos Sudamericanos (GECS) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), hoy la población representa un 10 por ciento o menos de la de hace cien años y perdió el 60 por ciento de su área de distribución original.
En nuestro país, la situación de estos animales es diversa según las zonas que habitan. En el norte, sus poblaciones son pequeñas y relativamente aisladas, y muchas corren riesgo de extinción local. Entre las amenazas que los afectan está la degradación y fragmentación del hábitat, y la caza y saca no planificada.
En la Patagonia se vienen recuperando en décadas recientes. Particularmente, en Santa Cruz y el sur de Chubut están en aumento y se está trabajando en herramientas para que puedan coexistir con la actividad ganadera tradicional y con pastizales saludables.
El guanaco es un herbívoro que puede consumir la mayoría de las especies de plantas disponibles y en proporciones importantes, tanto pastos y hierbas como especies leñosas, principalmente arbustos. Según estudios realizados en la Patagonia, los guanacos y los ovinos tienen preferencias dietarias similares, aunque no iguales, pero algunos ganaderos los consideran una competencia para sus ovejas. Los datos demuestran que la mayor desertificación la produce el ganado.
“Cuando llegaron los criollos y europeos con las ovejas a fines de 1800, había más o menos 10 millones de guanacos en la Patagonia. Sabemos que esos 10 millones estuvieron durante muchos años en el territorio coexistiendo con gente, porque además los tehuelches dependían del guanaco para alimento, así que es una población que convivió con la vegetación y los humanos durante muchísimos años”, explicó a Convivimos Andrés Novaro, director de Conservación Terrestre de Wildlife Conservation Society (WCS) Argentina, que está trabajando desde Mendoza hasta Tierra del Fuego para la preservación de esta especie.
“Esa población fue bastante estable y se mantuvo durante cientos y cientos de años, así que sabemos también que la población puede tener un relativo equilibrio con la vegetación, y ese equilibrio lo tuvo hasta la llegada del ganado. Hay estudios genéticos que han mostrado esto. Ahí fue cuando vino la oveja e hizo una sobrecarga sobre el pastizal y llevó a su fuerte degradación”, completó.
PUNTO DE EQUILIBRIO
Para lograr una armonía entre la cría de ganado y los guanacos silvestres, trabajan esta y otras ONG como Aves Argentinas, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, la Fundación Patagonia Natural y la Fundación Vida Silvestre Argentina, que piden revisar la legislación vigente y reclaman programas y planes de conservación y manejo con evidencia científica.
“Hoy en día, puede haber lugares donde hay poblaciones grandes que, al haber poco pasto, compiten con el ganado. Entonces es necesario ver la forma de manejar las dos especies y encontrar un punto de equilibrio y, a su vez, permitir que la vegetación se recupere”, comentó Novaro, y advirtió que el cambio climático traerá aún más aridización y debemos estar preparados para eso.
WCS no está en contra de un manejo de la población con cacería de guanacos siempre que tenga como objetivo la conservación de la especie. Entre otras acciones, está colaborando con Santa Cruz para ingresar y modelar los datos de un conteo que los equipos provinciales realizaron el año pasado con la intención de averiguar la cantidad de guanacos que hay en la provincia y su tasa de crecimiento. Ayuda, por otro lado, con la colocación de protectores sobre las aguadas para eliminar el problema de la competencia por el agua, que también sobreexige al acuífero. Y, por último, con la idea de que los ganaderos les den un nuevo valor a los guanacos vivos y que dejen de verlos como un competidor por eliminar, apoyan la esquila en silvestría.
UNA FIBRA DE ALTO VALOR
El año pasado, WCS junto con Alejandro Llaneza, un productor de Santa Cruz, realizó una esquila en silvestría. Se esquilaron 165 guanacos silvestres y se obtuvieron 57 kilos de fibras de alta calidad para su comercialización.
Llaneza y su equipo fueron previamente capacitados sobre un protocolo del Conicet con participación de WCS en un modelo de arreo, captura, esquila y liberación que reduce el estrés y el impacto en las poblaciones de guanacos. La fibra obtenida fue la primera de guanaco en lograr la certificación internacional de la Wildlife Friendly Enterprise Network.
“Estamos trabajando en buscar compradores para ese producto. Hay varios ganaderos interesados en hacerlo el año que viene si empieza un canal de comercialización. La fibra de guanaco vivo, por lo que hemos averiguado en el mercado, tiene potencialmente mucho más valor que la fibra de guanaco muerto”, detalló Novaro.
“Es similar a lo que se está haciendo hoy con la vicuña, cuya fibra tiene un valor alto en el mercado internacional. Al productor de vicuña se le están pagando unos 400 dólares por kilo de fibra. Entendemos que el piso de la fibra del guanaco tiene que ser mucho más alto que el que tendría si proviniera de un guanaco muerto”, agregó.
Según el GECS, las iniciativas de esquila de guanacos silvestres comenzaron hacia fines de los 90 en la Patagonia y fueron creciendo rápidamente, en particular en Río Negro, donde más de 11.000 guanacos fueron capturados para ser esquilados y liberados desde 2003 en solo siete establecimientos, produciendo más de 4500 kilos de fibra.
“Es un valor agregado para el productor. Yo he hablado con tres productores y están interesados. Hay que aceitar el proceso de todos lados porque es todo muy nuevo, pero sí, puede tener un buen futuro”, confesó Llaneza a Convivimos.
Animales inquietos
Los guanacos históricamente tenían movimientos migratorios vitales para mantener el equilibrio de los pastizales. Con los alambrados, estos movimientos se vieron restringidos, pero hay lugares en los que todavía se mantienen. En la Reserva La Payunia, en Mendoza, hay 40.000 guanacos que todavía transitan hasta 150 kilómetros. Por eso WCS compró y donó al Estado provincial 80.000 hectáreas para proteger ese paso. En el futuro espera poder comprar y donar más hectáreas dentro de la reserva.