La exposición a contaminantes atmosféricos (PM2,5 y PM10) se asocia con una mayor duración de síntomas de la covid persistente (personas que informaron tener covid persistente en 2021 y cuyos síntomas seguían presentes hasta 2023, en que se cerró el trabajo de campo de la investigación), en parte debido a su impacto en la gravedad de la infección aguda.
Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), y publicado en Environmental Health Perspectives y reproducido por SINC.
Las partículas pueden tener un origen natural o antropogénico y ser emitidas de forma directa, origen mayoritario de las PM10, o estar sujetas a una serie de transformaciones en la atmósfera (reacciones químicas), que arrojan como resultado la formación de partículas PM2.5.
Las fuentes de origen de natural incluyen, por ejemplo, los incendios forestales, las erupciones volcánicas, la arena de los desiertos, el polen o las partículas de sodio procedentes de los mares y océanos. Las partículas que tiene su origen en la actividad humana, por contra, proceden de la quema de combustibles fósiles o las actividades industriales.
Por su parte, la covid de larga duración es una enfermedad heterogénea en la que síntomas como la fatiga, la dificultad en respirar y los problemas cognitivos persisten durante meses tras el contagio y no pueden explicarse por otros diagnósticos.
Su carga real es aún incierta, pero se calcula que afecta a millones de personas en todo el mundo. Tampoco se conocen bien sus factores de riesgo, ya que incluso aquellas con síntomas leves o asintomáticas durante la infección aguda pueden desarrollarla.
“Anteriormente mostramos que la exposición a la contaminación atmosférica está relacionada con un mayor riesgo de enfermar gravemente por covid-19 y con una menor respuesta a la vacuna, pero hay muy pocos estudios sobre el efecto del medio ambiente en la Covid persistente”, explica Manolis Kogevinas, autor del trabajo e investigador de ISGlobal.
En este estudio, el equipo de Kogevinas investigó si la contaminación atmosférica y otras exposiciones ambientales, como el ruido, la luz artificial nocturna y los espacios verdes, estaban asociadas con el riesgo –o la duración– de la covid persistente.
El trabajo siguió a más de 2 800 adultos de la cohorte COVICAT, de entre 40 y 65 años, que vivían en Cataluña y que completaron tres cuestionarios en línea (2020, 2021 y 2023) durante la pandemia.
Estas encuestas recogieron información sobre infecciones por covid-19, estado de vacunación, estado de salud y datos sociodemográficos. Además, el equipo investigador calculó la exposición residencial al ruido, las partículas, el ozono, el dióxido de nitrógeno, los espacios verdes y la luz artificial nocturna para cada participante.
El análisis mostró que una de cada cuatro personas que contrajeron covid-19 experimentaron síntomas persistentes durante tres meses o más, y un 5 % experimentó síntomas que duraron dos años o más.
Las mujeres, las personas con niveles educativos más bajos, aquellas con condiciones crónicas previas y quienes tuvieron la patología grave presentaron mayor riesgo de desarrollar covid persistente. La vacunación, por otro lado, tuvo un impacto positivo: solo el 15 % de los participantes vacunados desarrollaron Covid de larga duración, en comparación con el 46 % de los no vacunados.
AUMENTO DEL RIESGO
La exposición a partículas en el aire (PM2,5 y PM10) se asoció con un ligero aumento del riesgo de Covid de larga duración (es decir, personas que informaron tener covid persistente en 2021 y cuyos síntomas seguían presentes la última semana antes de la entrevista de 2023).
El riesgo de covid persistente de larga duración aumentó de forma lineal con mayores niveles de exposición a las partículas en suspensión.