Tras el fin del aislamiento social obligatorio, una creciente preocupación por el medioambiente está potenciando la compra y venta de artículos usados.
Fotos Ariel Rodríguez Bosio
Si hay algo positivo que recibimos del 2020, esto fue una cruda lección sobre el desapego. Con la pandemia debimos acostumbrarnos a trabajar fuera de la oficina, cambiar los hábitos de entretenimiento y resignar el contacto presencial con seres queridos y familiares que viven lejos. Entendimos que nada es tan seguro como pensábamos y que podemos prescindir de varias cosas que considerábamos indispensables.
En este “soltar”, algunas personas decidieron empezar a dejar ir ropa, libros, juguetes, bicicletas, herramientas que ya no necesitaban, muchas veces en busca de un ingreso que parecía escasear por los medios tradicionales, y otras, al momento de comprar, se animaron con los productos de segunda mano. La compra y venta de usados encontró en 2020 un lugar para instalarse cómodamente.
Esta tendencia viene a favorecer al ambiente y fomentar la conciencia ecológica, que en algunos casos surgió o creció con la pandemia. Al reutilizar un producto, en lugar de comprarlo nuevo, se elimina el costo de producción, no solamente el económico, sino fundamentalmente el gasto para el planeta, como la energía, las materias primas y el transporte. Y también se evita la disposición final, que depende de con qué material esté hecho el producto, le puede costar más o menos caro a la naturaleza. El crecimiento de este tipo de transacción es una ola mundial que también tiene su versión en nuestro país.
MODA MUNDIAL
Corría el mes de octubre de 2020 cuando la Cámara del Comercio Automotor llamó la atención sobre la recuperación del mercado de los autos usados, frente a la baja en la oferta de 0 km de primera gama. De la misma manera, la compra y venta de motos de segunda mano creció un 24,7 por ciento interanual en noviembre de 2020, en parte por el auge del delivery en la pandemia, de acuerdo con la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina. Y también aumentó la compra y venta de bicicletas usadas, según la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la ciudad de Buenos Aires.
Otro rubro que tuvo un particular desarrollo el año pasado en todo el mundo, desde los Estados Unidos hasta Corea, es el de la ropa usada. Los especialistas esperan que esta moda siga creciendo y supere lo que podría ser un obstáculo en plena pandemia, como la preocupación por que los artículos estén limpios y libres de virus. El impulso inicial en este mercado lo dieron los compradores ecológicamente conscientes, pero ahora la costumbre se instaló entre los consumidores que prefieren comprar más cantidad de productos por un precio menor.
“No hay mal que por bien no venga”, coincide en diálogo con Convivimos Paulette Selby, dueña de Juan Pérez Vintage, la conocida tienda porteña de venta de ropa, arte y libros usados. “Es como una moda mundial. Acá siempre llega todo tarde. La gente ahora está viendo que comprar usado no es una vergüenza, como se pensó en algún momento, sino más bien una ventaja. Entonces, cuando nos conocen, después vuelven”, asegura Selby, y comenta que en diciembre pasado la facturación se triplicó de un día para el otro luego de la publicación de un video en TikTok.
Como Juan Pérez, los negocios de compra y venta de ropa usada tienen cada vez más adeptos: Renová tu Vestidor, Galpón de Ropa y Vintapp, entre otras, son las versiones 2.0 de la feria americana de los 80 y 90, pero con sitio web y distintos públicos según lo que ofrecen.
HISTORIA RECICLADA
La Argentina, hay que decirlo, tiene una larga tradición en la reutilización de productos y no por motivos ecológicos. Desde el primer club del trueque en un garaje de Bernal en 1995 que después dio lugar a la Red Global de Trueque, que llegó hasta emitir una pseudomoneda, los créditos, y para 1999 ya contaba con 200 nodos en todo el país y 5000 para 2002 –con dos millones de socios–, hasta el surgimiento del consumo colaborativo y los sitios MercadoLibre, OLX, Alamaula, Locanto y Freecycle; o incluso la versión extrema de la “gratiferia”.
En la última década proliferaron también los grupos de Facebook como Cheap2Cheap en sus varias versiones (Kids, Deco, Alquileres y más), Buy Babies & Kids, los grupos locales que se encuentran a lo largo de todo el país y por supuesto el mismo Marketplace de esa red social. Esta manera de compra crece en todo el mundo.
La plataforma estadounidense ThredUp proyectó que el mercado de segunda mano se incrementará de 24 mil millones de dólares a 51 mil millones para 2024 y que para 2028 las prendas recicladas representarán un 13 por ciento de los guardarropas. Aseguró que esta es una moda liderada por los millennials y la generación Z, y que incluso hay grandes marcas que se están sumando: GAP, por ejemplo, se asoció con ellos para darles a sus clientes la posibilidad de revender sus prendas. Otras, como Stella McCartney, están siguiendo con esa movida.
El año 2020 fue de análisis y reflexión. 2021 puede ser el año en que terminemos de limpiar los placares y las bibliotecas, y empecemos a optar por lo usado, en beneficio del planeta.
UN ACTO ECOLÓGICO
Según la publicación internacional El negocio de la moda (The Business of Fashion) la crisis del 2020 llevó a la gente a revolver en sus casas en busca de cosas que pudiera vender y también a comprar productos más baratos para prepararse para tiempos difíciles. Las preocupaciones medioambientales también beneficiaron este hábito, sobre todo en países donde los consumidores suelen tener más entrenada su conciencia ecológica al comprar. “La adquisición de bienes usados ahora se percibe como un acto ecológico”, concluye el informe.