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Fernando de Noronha: Una esmeralda que flota en el Atlántico

Un extraordinario archipiélago de 22 islas, algunas inabordables, enclavado en medio del océano Atlántico, con playas increíbles, consideradas las más bonitas del mundo. Snorkel, buceo, paseos en buggy, caminatas, todo el sol y la naturaleza, con eje en Vila dos Remédios, una antigua fortaleza que hoy es la capital del paraíso.

Fotos Gentileza Embratur y iStock

La pandemia arreciaba en la Argentina y en muchas otras partes del mundo. Una noticia no solo trajo una brisa de alivio, sino también la sensación de que el regreso al mundo anterior era posible y, como si fuera poco, en uno de esos sitios que son decididamente la más real de nuestras fantasías sobre el paraíso. A principios de septiembre, las autoridades del archipiélago Fernando de Noronha, en el noroeste brasileño, anunciaban que, luego de cinco meses de aislamiento total, permitirían el ingreso a visitantes que ya hubieran padecido el COVID-19. Se abría una primera puerta en un enclave de ensueño como para empezar a olvidar la pesadilla.

Muy cerca de la línea del Ecuador, en pleno océano Atlántico. Un punto que desaparece en cuanto se naturaliza la imagen del continente. Está a la altura de Fortaleza (710 km), pero más cercano a Natal (a unos 350 km de la costa) y Recife (cerca de 550 km). Se trata de un archipiélago volcánico perteneciente al estado de Pernambuco, conformado por 22 islas que sobresalen de las profundidades marinas en un total de 26 km2, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Habitualmente alberga a cerca de 3000 residentes permanentes, en tanto que suele imponer un límite de unos 400 visitantes con tal de permitir la preservación ambiental y la protección de su notable vida marina. Eso lo vuelve un destino ideal para viajeros ecológicos. Noronha es un lugar muy reconocido por sus increíbles paisajes, por sus playas soñadas y paradisíacas, y por su vida silvestre, también por sus aguas turquesas, los corales y los recovecos de sus profundidades: representa uno de los vértices del triángulo elegido por la enorme mayoría de los fanáticos del buceo, junto con Atol das Rocas y Abrolhos.

Claro que hace mucho más de cinco siglos que el hombre contemporáneo ya había pisado sus costas. São João da Quaresma (San Juan de la Cuaresma), su nombre original, figuraba ya en los primitivos mapas de Brasil, en 1502. Y al menos, al año siguiente, allí desembarcó Américo Vespucio, quien luego afirmaría: “El paraíso está aquí. Hay infinitas aguas e interminables árboles; los pájaros vienen y comen dócilmente de la mano”. El conquistador la donó a quien había financiado su expedición, el hidalgo Fernando de Noroña. Por su posición en el mundo pasó por manos de conquistadores una y otra vez. Fue neerlandesa a partir de 1629, aunque luego de la mitad de ese siglo fue un dominio lusitano. La corona portuguesa, justamente, generó un proceso de desarrollo y fundó la Vila dos Remédios (Villa de los Remedios), que en realidad se originó como una fortaleza que tardó 41 años en construirse en el siglo XVIII y que luego se convirtió en una colonia correccional durante dos centurias. 

Así Vila dos Remédios es el único núcleo urbano del archipiélago, donde se concentra la mayoría de los servicios, como alojamientos y recreación, puestos de salud, escuelas, las sedes gubernamentales y de control, e incluso la de TV Golfinho, una subsidiaria de la Rede Globo, el único canal de la isla. Se encuentra atravesada por la ruta federal BR-363, que la conecta con el aeropuerto. Está en Noronha, claro, la isla principal del archipiélago, que convive con la isla Rata (con una superficie de 4,8 km²), las Do meio, Rasa, Sela Gineta, Do Leão, São José, Cuscuz, Viuvinha, Chapéu do Nordeste, Morro de Fora, Dois Irmãos, Morro da Viúva, Chapeu da Sueste, Cabeluda, Dos Ovos, Isla do Frade y un puñado de conjuntos rocosos sin denominación oficial. Ninguna es fácil de recorrer, porque se trata básicamente de cerros y acantilados, y los caminos son precarios, solo uno tiene asfalto. Por lo tanto, es inviable el uso de bicicleta, y como no hay transporte público, las opciones son buggys (suelen alquilarse) o la contratación de excursiones realizadas con vehículos especiales y guías.

SOL Y PAISAJES IMPONENTES 

Fernando de Noronha es multicolor, está viva y en constante transformación. Alguien la definió como “una esmeralda verde y alargada rodeada de un abanico de azules y turquesas”. Tiene 17 km de largo. De un lado, una costa de roca oscura y enormes peñascos. Del otro, playas increíbles: las que miran hacia África son parte del Parque Nacional Marino; las que están de frente a Brasil pertenecen a un Área de Protección Ambiental.

Algunas de las playas tienen acceso restringido y deben ser transitadas en compañía de guías. La Atalaia solo puede visitarse en grupos de 30 personas, junto con un guardaparque y por media hora en la que se recibe charla de los biólogos del Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade (ICMBio). La playa se encuentra a 1600 metros, y en bajamar se transforma en una gran piscina de apenas 40 centímetros de profundidad donde los peces quedan atrapados; solo pueden ser admirados, pero no perturbados. En Caieiras también se forman piletones que son ideales para realizar snorkel y nadar junto a cangrejos rojos y verdes, erizos, estrellas de mar y una cantidad infinita de seres vivos y colores en movimiento.

Otra playa increíble y también de acceso limitado es la de la bahía de Sueste, porque ahí viven tortugas gigantes que suben para comer y aparearse. Una especie, por caso, son las tortugas verdes (Chelonia mydas): pueden medir hasta 1,70 metros y pesar 250 kilos. Otras muy famosas son las “tortugas de carey” (Eretmochelys imbricata), mucho más chicas y livianas.

Hay que internarse en un bosque de cuento por las diferentes especies y variedades de la flora, que inventan millones de tonalidades de verdes, que mezclados con las filtraciones del sol producen sensaciones mágicas inigualables. Así se llega, mediante una pasarela que se zambulle a la costa, a la Bahía dos Golfinhos, otra que no puede ser visitada, pero sí admirada desde lejos. Hay un motivo muy justificado: poco después del amanecer, luego de alimentarse en altamar, cientos de delfines regresan a la costa, un espectáculo extraordinario para ser observado desde el mirador. Allí se encuentra la ONG Projeto Golfinho Rotador, que protege a una población de “delfines tornillo”, que cohabitan junto a los peces que eligieron pulular por las entrañas de un carguero griego hundido. La Bahía do Sancho es habitada, en cambio, por tiburones que pueden ser observados descendiendo por una escalera muy empinada de 40 metros construida entre las rocas. 

La Bahía dos Porcos –tan bonita como la do Sancho– es una de las más conocidas y se convirtió en una postal del archipiélago: Dos Hermanos se denominan esos dos enormes peñascos oscuros y simétricos que aparecen en la mayoría de las imágenes que sirven para publicitar este lugar majestuoso en medio del Atlántico, en cualquier catálogo de viajes. Igual que las playas de Conceição y do Cachorro, las playas do Leão, do Sueste. 

Por eso, dicen, es inevitable enamorarse de Fernando de Noronha. Desde cualquiera de sus rincones, mirando el horizonte multicolor de una belleza extraordinaria, sintiendo el bullicio de los pájaros entremezclado con el eterno zumbido del mar repiqueteando en la arena y degustando alguno de los manjares, por caso, una croqueta de tiburón seco tubalhau y sorbiendo un zumo de cajú. 

Quién dijo que eso no es el paraíso. 

DATOS ÚTILES

CÓMO LLEGAR

La única forma de llegar es tomando un avión desde Recife, justamente la capital de Pernambuco, o desde Natal, la capital de Rio Grande do Norte. Desde ambos lugares, en épocas normales, vuelan diariamente hasta Fernando de Noronha las aerolíneas Varig y Trip.

ALOJAMIENTO

La construcción de grandes complejos hoteleros está prohibida, por lo que el único medio de hospedaje es a través de pequeñas posadas. Pero, por supuesto, eso no significa que la calidad y el confort que gran parte de estas posadas ofrecen a sus huéspedes no sean de altísimo nivel, con enorme cuidado en los pequeños detalles. Las posadas, los bungalows o apartamentos individuales cuentan con todo tipo de comodidades.

El aeropuerto de Fernando de Noronha está ubicado en el archipiélago y posee una pista de 1840 metros de largo, transversal a la isla principal, paralela al continente. Para llegar desde el aeropuerto se puede contratar un taxi o tomar el colectivo que sale desde el aeropuerto y recorre la única avenida principal, que va casi de un extremo a otro de la ciudad y llega a la Rua Consolaçao.

CLIMA

La temperatura ronda entre los 24 y los 32 °C durante todo el año. La isla tiene dos estaciones: una seca, de septiembre a marzo, y una de lluvias, de abril a agosto. Las lluvias suelen ser chaparrones intensos y breves, y permiten que la exuberante vegetación esté en su apogeo. Durante la seca, en cambio, los cielos azules están asegurados, pero la vegetación lo sufre. El mar está en su mejor momento en abril: las temperatura media del agua es de 26 °C, por lo que es óptima para todas las opciones de buceo. La visibilidad, hasta los 50 metros.

EL SOL

Se debe tener siempre en cuenta que la isla se encuentra en medio del Atlántico, por eso la principal recomendación es tener cuidado con el sol. No deben faltar jamás unos buenos lentes oscuros, el correspondiente protector solar, una gorra apropiada y agua siempre a mano: se aconseja abundante ingesta para hidratarse. Las horas de sol suelen ser muchas, se recomienda usar protector aunque el día esté nublado y no se sienta el calor. También, llevar repelente, necesariamente biodegradable para cuidar el ambiente y las especies que viven en la zona.

INDUMENTARIA

Siempre en estos casos es aconsejable para el día usar ropa suelta, generalmente de colores claros, confeccionada con telas de algodón o lino. Y también tener en cuenta abrigos para luego del anochecer, pues las noches suelen ser frescas. De cualquier manera, lo que más se usará serán los trajes de baño… El calzado recomendado siempre será preferentemente liviano y abierto.

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