No es fácil rastrear el origen del hombre. La teoría más aceptada es la del big bang: una gran explosión que generó el universo hace 13.800 millones de años y lo llenó con más de 500 mil millones de galaxias que contienen 100 mil millones de estrellas cada una. Lo estoy mareando con los números, ¿no? Espere, porque siguen: multiplicando ambas cifras, el cosmos llega a 50.000.000.000.000.000.000.000 de planetas (el que sepa leer ese número que avise).
En el sorteo nos tocó un combo con la Vía Láctea como galaxia y el Sol como la estrella que nos alumbrará hasta que se apague (tranquilos, eso será dentro de bastante tiempo). Alrededor del Sol se armó un sistema de 4 planetas sólidos, 4 planetas gaseosos y 167 lunas, que giran entre sí y no se chocan de casualidad. Aparentemente estamos solos en nuestro sistema; la Tierra es el planeta azul, el único con agua, fuente de la vida. Hete aquí que la especie humana se desarrolló en este privilegiado lugar habitando solo la cáscara externa, una piel tan finita que sería imposible de ver si ponemos los ocho planetas uno al lado de otro. Encima, el 80 por ciento de esa franjita es agua que no podemos beber. Adentro de la Tierra, ni hablar; hay un núcleo de magma tan caliente que si se pone nervioso nos quema en segundos.
“En el sorteo nos tocó un combo con la vía láctea como galaxia”.
Y el hombre es una copia de los materiales existentes en el universo: créase o no, nuestro cuerpo deviene de los mismos átomos de hidrógeno, carbono, nitrógeno, helio, fósforo, potasio y otras sustancias que flotan mágicamente a miles de millones de años luz de distancia. Parece que no hay materiales nuevos más allá ni más acá, todos venimos del mismo polvo del universo. Se han hallado restos humanos que tienen más de 340.000 años. Antes estuvieron los dinosaurios, extintos hace 65 millones de años, tal vez una pruebita que le salió mal a Dios antes de crearnos a nosotros.
Resumiendo, vivimos en el 20 por ciento del lomo de un planeta que milagrosamente se sostiene en el cosmos, esquivando meteoritos, manchas solares, explosiones intergalácticas y agujeros negros ávidos de absorber mundos. Y más milagroso es todavía que el planeta sobreviva con todas las cosas que le hacemos desde adentro, desde la contaminación con los peores compuestos hasta guerras tóxicas por la idiotez que sea, pasando por capas de ozono perforadas, explosiones nucleares, intentos de manejar el clima y otras maravillas que se le ocurren al hombre, única especie inteligente. ¿Inteligente?
Usted se preguntará a qué viene todo esto. Es tan complejo, tan inimaginable, tan desoladoramente gigantesco el marco en el que estamos insertos que si lo analizamos siguiendo este criterio, nuestras neurosis diarias por las cosas que nos suceden resultan casi incomprensibles. ¿Cuánto debería preocuparle a la señora de López, de 77 años, que Wanda Nara haya dejado a Icardi y se pusiera de novia con L-Gante? Seguramente nada. Sin embargo, ayer ella me lo comentó durante una reunión de vecinos, mientras tratábamos el problema de seguridad en el barrio.