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Crisis prepandemia

Desde el año 1993, cuando se comenzaron a evaluar regularmente los aprendizajes de los alumnos que cursan estudios primarios y secundarios en la Argentina, cada vez que se conocen los resultados de esos operativos, los medios se hacen eco de las deficiencias que sistemáticamente muestran en las pruebas de lengua y matemática. Pero al cabo de pocos días de conocidas las cifras que parecen alarmar a todos, el debate sobre la educación queda relegado hasta que un nuevo estudio, con resultados similares, vuelve a sacudir el interés del público. 

Muchas veces nos hemos ocupado en este espacio de las evaluaciones educativas nacionales e internacionales, circunstancia esta que permite la comparación con otras realidades. La más reciente fue la prueba realizada durante 2019 en 16 países de América Latina y el Caribe por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), en la que participaron 160.000 alumnos. Se trata del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019), que describe lo que los estudiantes saben y son capaces de hacer en función de su propio currículo y los ubica en cuatro niveles de desempeño que describen la habilidad que demuestran para resolver las diferentes instancias de las pruebas. El primer nivel corresponde al peor resultado, y el cuarto nivel, al mejor. Un dato interesante para tener en cuenta al analizar los datos proporcionados por el estudio es que fue concebido sobre la base de lo que los alumnos deberían conocer en el nivel que están cursando, según los programas de cada país. Otro es que la prueba se realizó antes de la pandemia que tanto ha afectado la actividad escolar. 

Ante el pobre rendimiento de los alumnos argentinos se reiteró el asombro: fue el peor resultado de la historia de esta prueba, lo que los ubicó por debajo del promedio de la región. En el primer estudio de este tipo, el PERCE de 1997, el país ocupaba el segundo lugar después de Cuba. Hoy está por debajo de nueve o diez países, dependiendo de la prueba y del grado. 

“Los resultados de la prueba ‘ERCE’ no deberían sorprendernos”.

Además de esa importante disminución del rendimiento promedio de nuestros alumnos en relación con sus desempeños en pruebas similares realizadas en 2006 (SERCE) y 2013 (TERCE), un dato sumamente preocupante es que aumentó la proporción de quienes se encuentran en el grupo de menor rendimiento y disminuyó la de los que logran alcanzar el mayor nivel. En otras palabras, en general el rendimiento de los alumnos empeoró y, además, hay más alumnos malos y menos buenos. A título ilustrativo, respecto de la medición anterior TERCE 2013, en matemática de sexto grado aumentó un 13,1 por ciento la proporción de estudiantes en el nivel I de menor desempeño y disminuyó un 7,6 por ciento la de quienes alcanzan los niveles más avanzados III y IV. Lo mismo se comprueba en los otros indicadores evaluados.

Los resultados de la prueba ERCE no deberían sorprendernos, ya que desde hace dos décadas se reiteran similares signos de la grave crisis que atraviesa nuestra educación. Debemos prepararnos para los que, sin duda, serán resultados desastrosos en las pruebas que se realicen al cabo de estos dos ciclos tan irregulares en nuestra educación debido a las dificultades generadas por la pandemia en la actividad educativa. 

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