Si bien los vinos blancos se beben todo el año y son ideales con ciertas comidas, en verano se convierten en la mejor opción. Principalmente porque todos necesitan refrescar el paladar a la hora de disfrutar una bebida. Así, los blancos multiplican sus oportunidades y dan vuelta la balanza histórica del 80/20, aunque solo sea por un par de meses. Además, la diversidad en todos los segmentos que ofrecen hoy estos vinos es digna de apreciar. Los Chardo-nnay siguen siendo los más pretenciosos de las bodegas, su carácter es más bien austero y equilibrado. Por eso, es mejor buscar las variedades más expresivas, ya que el frío suele atenuar un poco los aromas y sabores de los vinos. La floralidad de los Torrontés, Malvasía y Moscatel es tan fácil de apreciar como de disfrutar. El Sauvignon Blanc, con su acidez marcada y notas cítricas, es muy vivaz. Pero también lo son un Semillón o un Chenin, jóvenes y sin paso por madera. El Viognier ofrece una combinación de frutas tropicales y flores blancas, con cuerpo y paso consistente, ideal para llevar a la mesa. Y la gran cantidad de aromas y texturas que ofrecen los nuevos blends blancos invita a servirlos como aperitivos con la picada. Hay que recordar que el paso por madera aporta más volumen, sin que ello signifique menos frescura, pero seguramente se trate de vinos más serios. En verano, el foco debe estar puesto en entretener el paladar con una bebida fresca, noble y natural, que se pueda disfrutar sola o en las comidas. Y ese es el vino blanco.
TIPS
El enoturismo argentino viene creciendo al ritmo de la calidad y diversidad de los vinos. Y de todas las actividades alrededor de las bodegas y sus viñedos, la gastronomía es la más atractiva. No solo por la variedad de propuestas, sino porque es en la mesa donde más se lucen las botellas. En los últimos años se multiplicaron los restaurantes de bodega, convirtiéndose en parada obligada de los turistas. Además, la experiencia de comer y beber rodeado de viñas es inolvidable, generando una relación eterna entre bodega y comensal. Y si bien el asado y las carnes a la parrilla son las estrellas, hay varios establecimientos que ofrecen menús de pasos de alta cocina. Uno de los diferenciales son los vegetales orgánicos, que llegan frescos de la huerta al plato y de productores locales, para favorecer la economía regional. Actualmente, el mejor restaurante de bodega del mundo está en Mendoza.
MINIGUÍA DE VINOS
Sobrenatural Frisante Rosado
Bodega Chakana
Agrelo, Mendoza
$350
88 puntos
Elaborado bajo el método ancestral, con uvas provenientes de la Finca Nuna, que cuenta con certificación biodinámica Demeter. Ciento por ciento Tannat, de aromas suaves y algo caramelizados. Paladar fresco y franco, de paso vibrante y textura vivaz, con un carácter delicado. Es de los pocos vinos naturales locales, sin agregado de sulfitos (SO2 – anhídrido sulfuroso).
Saurus Barrel Fermented Cabernet Franc
2017
Familia Schroeder
San Patricio del Chañar, Neuquén
$737
90 puntos
Primer Cabernet Franc de la casa, y uno de los pocos exponentes patagónicos. De aromas expresivos y agradable tipicidad, paladar fresco y vibrante, con frutas rojas y hierbas, y un final matizado por los ahumados de la crianza (ciento por ciento se conservó ocho meses en barricas nuevas de roble francés y americano). Con buen potencial, más allá de su presente equilibrado.
Finca La Anita Pinot Noir
2018
Finca La Anita
Alto Agrelo, Luján de Cuyo
$850
90 puntos
En 2018, a Richard Bonvin (enólogo y flamante propietario de la bodega) le llamaron la atención los racimos de Pinot Noir; “eran soñados”. Así nace esta primera edición superlimitada, de aromas que expresan buena tipicidad y suaves dejos lácticos propios de la crianza. Voluptuoso y todavía mordiente, de paladar franco y fresco, con cierta potencia y final terroso.