El vapor se eleva hacia al cielo como un fantasma que señala el camino por seguir. De vez en cuando, la bocina profunda y ronca rebota en las paredes montañosas y regresa hacia el alma de quienes transitan sobre esa mágica Trochita, tan hermosa como nostálgica. En el serpenteo, gambetea los cerros y parece imposible que esa formación ferroviaria, que salió de la rionegrina estación de Ingeniero Jacobacci, recién haya transitado unos 400 kilómetros y solamente resten algunos minutos para llegar a destino.
De repente el Viejo Expreso Patagónico cruza un puente de hierro con algún resto de óxido que se eleva sobre un arroyo de generosa correntada. La locomotora ruge al subir la cuesta hasta atravesar la siguiente curva que deja atrás la ladera y se asoma al valle. Allá abajo, como una imagen pintada por duendes, aparece súbitamente una población que en sus entrañas tiene sangre galesa: ese fue el origen de los primeros colonos, que llegaron a la región durante los años 60 del siglo XIX y que se repartieron entre lo que luego sería el pueblo de Trevelin y en lo que se llamó Colonia 16 de Octubre. Mucho antes de que el telegrafista italiano Medardo Morelli lograra la primera transmisión desde ese valle patagónico, el 25 de febrero de 1906. Como no existe acta fundacional, se lo considera el hito iniciático de la ciudad de Esquel.
Cada ingreso del tren deslumbra a los visitantes de esa población de cerca de 36 mil habitantes, que cubre una superficie de un poco más de 1000 kilómetros cuadrados en un valle que tiene una altitud de alrededor de 560 msnm. Una bella ciudad, cuyo nombre significa “abrojo” o “abroja” en la lengua tsonek: la agreste flora local se compone de coirón, neneo, calafate, coníferas y otros arbustos espinosos.
Se trata de Esquel, en el corazón de Chubut, con la cordillera de los Andes a la vista y la mítica ruta 40 haciendo de custodia. Una región privilegiada, con escenarios naturales impactantes y una ubicación estratégica. Una ciudad con identidad muy particular que se percibe en su historia, su arquitectura, su cultura, su gastronomía y la producción de artículos regionales, lo que suma al tupido calendario de fiestas regionales. Atrae con sus veranos secos con días despejados que permiten vislumbrar cielos rabiosamente celestes como en pocas otras partes. Y fundamentalmente con sus inviernos, en los que la naturaleza beneficia casi mágicamente a la región, pintándola de un blanco estridente, espectacular, bellísimo… Es la época en que explota la actividad en La Hoya.
VAMOS A LA MONTAÑA
El Club Andino Esquel es el origen. La entidad pionera de la actividad llevada a cabo en el lugar conocido por los vecinos como Pirrén Challá (que en mapudungún significa “hondonada nevada”) fue creada en 1952 por un abigarrado grupo de vecinos –en realidad, los más cercanos en la región– que podían acceder a esa maravilla de la naturaleza. Fue entonces que el Ejército argentino le cedió al club uno de sus refugios, un verdadero hito para el crecimiento de la actividad
Claro que, con los años, el Pirrén Challá pasó a llamarse “La Hoya”. Y durante este 2024, el centro de esquí cumple nada menos que su primer medio siglo de existencia. El denominado CAM (Centro de Actividades de Montaña) se inauguró en 1974 cuando comenzó a funcionar oficialmente la Silla I, hoy reconocida como “Telesilla del Bosque”, que llegaba a la moderna construcción de montaña. En la actualidad, el cerro ofrece nada menos que nueve medios de elevación y descenso que proveen esquiadores a las más de 30 pistas. Tienen cabida todos los niveles de deportistas, desde superprofesionales hasta principiantes. Hasta allí van los más exigentes aventureros y también se convierte en un espacio especialísimo para toda la familia. Un extenso abanico que encuentra en La Hoya las mejores nieves, tratadas con los estándares a nivel internacional de la actividad. Verdaderas mantas blancas que cobijan a los afortunados que transitan por la región.
Al contar con pistas comparables con las más destacadas de otros centros del planeta, visitan La Hoya los mejores exponentes de la especialidad. También, desde hace muchos años que se desarrolló ampliamente el snowboarding: otro deporte extremo de invierno que se realiza con un aditamento esencial, una tabla por la cual se desliza el deportista sobre una pendiente, de modo que es fundamental la calidad de la nieve que cubre las laderas.
También cada vez es más popular el snowscoot, que básicamente combina diferentes técnicas. Por caso, la de utilizar tablas de snowboard y andar en bicicleta. Es una actividad muy propicia para ser disfrutada por toda la familia, por lo cual, año tras año, miles y miles suben al CAM y la desarrollan. Aunque también están aquellos que prefieren combinarlas con caminatas mediante raquetas o la utilización de otros deslizadores.
Esas 30 pistas (7 de alta dificultad, 12 intermedias, 2 de principiantes, 5 fuera de pistas y 4 de paseos), con sus 645 metros de desnivel máximo, tienen inclinaciones máxima y mínima de 60 y de 10 grados, respectivamente, con una longitud total esquiable de 14 kilómetros y una máxima de 5,1. La altura base es de 1430 metros sobre el nivel del mar y la cumbre se encuentra a 2075, donde suele haber un promedio de 4 metros de nieve, en tanto que en la base no baja del metro y medio. La calidad de la nieve es sumamente venerada por los especialistas.
Los medios de elevación son la telesilla Las Lengas (1050 metros), la telesilla del Filo (600), la del Cañadón (900); el T-Bar del Frente (700), el telesquí Plateau (500), el telesquí del Sol (450); el Talenke (288) y la Magic Carpet (95). En todos los casos se recomienda tener en cuenta el “Parte diario de La Hoya ahora”, que se encuentra disponible de uso libre en Internet y en las redes.
Justamente en estos días, la temporada está en su mejor momento. Todos los años comienza a fines de junio y suele prolongarse hasta por lo menos septiembre y a veces incluso hasta octubre. En este 2024 las nieves se anticiparon y prolongaron las épocas de disfrute: ese frío extra provocó indirectamente el júbilo de los visitantes. Una docena de semanas que posiblemente en esta ocasión lleguen a ser algunas cuantas más.
El CAM se encuentra a tan solo 12 km de la ciudad de Esquel y ofrece una amplia gama de servicios de alta calidad, como la posibilidad de rentar los mejores equipos de esquí, snowboard e indumentaria, en la propia base del cerro, a unas pocas decenas de metros de la telesilla Las Lengas. Las más seductoras delicias dulces se pueden probar allí, en el Püdu Coffee Shop, si es que no se quiere aguardar y hacerlo en El Zorro (1650 msnm), la confitería del primer encuentro de montaña, o en El Refugio, un muy acogedor parador, de dimensiones algo reducidas, pero por su ubicación, un inmejorable espacio para hacer un alto antes de utilizar la telesilla del Cañadón y seguir esquiando.
Por otra parte, el Club Andino sigue organizando actualmente las principales competencias, incluso las tradicionales, de esquí y de snowboard, y fundamentalmente desde 1986 el tradicional Teatrón Douglas Berwyn, un evento de gran popularidad en el ambiente. Por su lado, el Club Slalom, fundado en 1974, organiza eventos de otras disciplinas hermanas como el Longboard Esquel y el Nahuel Pan Cruce Extremo.
En definitiva, excelencia en nieve, una suprema oferta de infraestructura, los más seguros y tentadores fuera de pistas, la más adecuada accesibilidad desde la ciudad y un ambiente ideal para que las familias puedan aprender a esquiar y experimenten sus primeras experiencias sobre esquíes, o al menos realicen paseos en aerosillas desde la base hasta la cota 1600 por sobre el cañadón y en un bosque de lengas que contiene la extraordinaria fauna de montaña. Todo eso convierte a La Hoya en un lugar increíble.
VAMOS AL PARQUE
Claro que Esquel ofrece además otros atractivos turísticos como, por caso, el Parque Nacional Los Alerces, que forma parte de las regiones surcadas por el perito Francisco Pascasio Moreno, y que fue creado en 1937. Una superficie de 263.000 hectáreas, a 50 kilómetros de Esquel, sobre el límite internacional con Chile, donde conviven 30 poblaciones, entre los bosques de alerces (también conocidos como lahuan), un árbol enorme y longevo que cuando se consagró como área protegida se salvó del peligro de extinción por la explotación descontrolada del hombre. También es especial un paseo por la Reserva Natural Urbana Laguna La Zeta, que se encuentra a escasos 4 km de Esquel: es un espejo de agua ideal para el kayak, el avistaje de aves, el trekking y, sin duda, el epicentro de tardes inolvidables en familia.
Además, Esquel ofrece atractivos como los museos de la propia ciudad o los promocionados “recorridos en zapatillas”: la cercana ciudad chilena de Futaleufú, con su complejo hidroeléctrico, las místicas excursiones a la huella andina, los senderos para el avistaje de aves o las extraordinarias cabalgatas por infinitos rincones de toda la región, organizadas por guías o mediante paseos libres, sin rumbo fijo, que permiten adentrarse en la naturaleza más profunda de una zona de extraordinarias variantes agrestes. Así como pueden ser variantes el trekking al glaciar Torrecillas y diferentes posibilidades de kayak de travesía, o ejemplos múltiples de rafting, entre tantos otros atractivos de una ciudad que se alimenta de un desbordante turismo, todo el año, que se siente muy bien acogido con la diversidad del confort ofrecido, comparable con el de las regiones más prestigiosas del planeta.
FUTALEUFÚ
En la búsqueda de paisajes de ensueño, con abundante vegetación, glaciares y volcanes, es posible realizar circuitos en las cuencas de los grandes lagos y ríos de origen glaciario, que desaguan en el Pacífico. Para ello se puede llegar a la comuna de Futaleufú (X° región chilena) y disfrutar de chocolates y tortas inigualables en el encanto de un pueblo sureño: casitas típicas de madera con sus sempiternas chimeneas humeantes, ubicadas en profundos cañones, surcados por el río Futaleufú o cercados por el lago Espolón o el Yelcho. Desde Futaleufú se pueden visitar Chaitén, Palena o las Termas del Amarillo. Para cruzar se utiliza el Paso Río Grande-Futaleufú, o el del Río Encuentro, en el paraje de Carrenleufú.
TÚNELES DE HIELO
Recorrer unos ciento y pico de metros, o más, dentro de un túnel de hielo, a bordo de camionetas 4×4, se trata de una aventura verdaderamente alucinante. Los túneles se encuentran por las laderas del cerro La Torta, distante a unos 50 kilómetros de la ciudad, a donde se accede con una excursión organizada vía agencia, o en paseos individuales, mediante un camino por el que se asciende siguiendo una huella por un espléndido bosque de lengas y un trekking. Así se llega casi hasta la cumbre. Al pie de una impresionante cascada, debido a las condiciones climáticas se acumula nieve durante el invierno que luego dará origen a los túneles. Es imprescindible y recomendable tener muchas ganas de vivir aventuras excepcionales: la recompensa de realizarlas será extraordinaria.