Esta receta era de mi madre. Cuando mi hija era pequeñita, de unos tres o cuatro años, decía que no le gustaban las remolachas y no había forma de hacer que las probara. En ese tiempo, vivíamos las tres juntas. Un día, luego de retirarla del jardín de infantes, llegamos a casa y allí nos esperaba la ‘Abu’ con una sorpresa: ‘¿A que no saben lo que les hice de comer?’. Y sin más preámbulos, trajo a la mesa una humeante fuente con un inflado y rosado soufflé. Cuando mi hija preguntó qué era, mi madre, muy seria, respondió: ‘Soufflé de la Pantera Rosa’. Mi hija, que amaba ese dibujo animado, lo comió como si fuera el más rico manjar del mundo. Desde entonces, hace más de 30 años, mi hija come remolachas en todas sus presentaciones y, cuando estamos juntas, siempre me lo reclama. Aunque mi mamá ya no está, esa comida siempre nos hace recordarla con una sonrisa.
Por: María Julia García Ventureyra (Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires)
Ingredientes
- 1 atado de remolachas (que no sean muy grandes) con tallos y hojas
- 4 yemas de huevo
- 4 cucharadas de fécula de maíz
- Sal, pimienta y nuez moscada a gusto
- 4 claras a punto nieve
- Queso rallado, cantidad necesaria
Preparación
Hervir las remolachas hasta que estén bien tiernas y dejarlas enfriar en el agua. Aparte, hervir los tallos y cocinar las hojas en vaporera.
Procesar remolachas, tallos y hojas.
Agregar las yemas ligeramente batidas, condimentar. Incorporar la fécula de maíz de manera uniforme.
Por último, con movimientos envolventes, unir las claras a nieve.
Colocar la preparación en una fuente apta para horno (pueden ser cazuelas individuales), enmantecada y enharinada, espolvorear con abundante queso rallado y llevar a horno caliente hasta que esté dorado.
¡Listo! A comer teniendo cuidado de no quemarse.