El viento en la cara, los pies en el aire, el cuerpo sosteniendo la posición para favorecer el vuelo, el agua que lo espera para contenerlo o darle un cachetazo, de acuerdo con la forma en la que caiga. Son solo tres segundos, pero el tiempo se congela y puede disfrutar de la adrenalina, observar alrededor con la visión periférica, sin girar la cabeza, y sentir si la distancia alcanzada será o no la que esperaba. El salto es la modalidad de esquí náutico predilecta para Tobías Giorgis, que en 2024 tuvo su primera temporada como mayor en el circuito internacional y dejó su marca en las competencias más importantes.
Todavía no sabía caminar cuando su padre lo paró sobre los esquíes y lo arrastró por el patio de su casa. Antes de cumplir dos años, esquiaba en el agua. El deporte es parte de su vida incluso desde antes de que comenzara a fijar recuerdos. Su crecimiento deportivo es, al mismo tiempo, su desarrollo personal. Ganador del Olimpia de Plata, confirmó lo que ya había insinuado como juvenil (fue campeón del mundo sub-21). “Pasar a una categoría mayor es difícil, porque sos el más chico y te empezás a cruzar con los mejores. Pero me fue bastante bien: en el primer torneo que tuve, gané el oro en la sumatoria de las tres disciplinas [N. de la R.: además de saltos, existen las modalidades de trucos y slalom]. Eso me dio mucha confianza. Después, en la previa de los clasificatorios al Master, que es el torneo más importante de esquí, sentí que no tenía el nivel, pero me encontré con que en la primera ronda hice mi récord y terminé clasificando. Fue algo increíble. Me hizo ver que puedo poner mi nombre entre el grupo de esquiadores que pelea por medallas”, cuenta.
- ¿Cuál es tu primer recuerdo en el agua?
Cuando era muy chiquito, esquiaba con mi hermano Nacho, que tiene un año y medio más que yo. Nosotros vivíamos en el centro de Rosario e íbamos a Roldán, que es donde está el lago de un barrio privado que construyó mi papá. Íbamos los fines de semana, pasábamos el día entero ahí. Competíamos entre nosotros, queríamos hacer figuras nuevas, nos divertíamos mucho.
- ¿Sentís que practicar un deporte al que pocos chicos accedían los unió más con tu hermano?
Tal cual, con mi hermano más grande viajamos siempre para todos lados, siempre tuvimos casi la misma vida. Este es un deporte caro, no lo practica mucha gente, y nosotros estábamos siempre juntos. Íbamos al colegio, viajábamos, entrenábamos, estudiábamos, todo los dos. El esquí nos hizo pasar toda la vida juntos, apoyarnos el uno al otro, y establecimos una conexión especial.
- En todos estos años, ¿nunca tuviste un arranque de rebeldía, de no querer hacerlo más?
No, nunca dije “No quiero esquiar más” o algo así. Obviamente, tuve bajones y momentos en los que sentí menos motivación, pero no más que eso. Tengo claro que es un deporte del cual no se puede vivir y no le puedo dedicar toda mi vida, por lo que en algún momento la dedicación irá bajando. La vida del atleta, al terminar temprano, te da la posibilidad de poder cambiar el rumbo e ir a otra cosa.
- Fuiste campeón mundial sub-21. ¿Cómo viviste ese momento?
Sentí que había logrado todo lo que había soñado de chico y por lo que tanto trabajé. Me hubiera costado dejar de esquiar sin cumplir ese sueño, así que también sentí un poco de paz interior. En el momento sentí mucha alegría, euforia. Después, poco a poco, el sentimiento que prevaleció fue el alivio de saber que no iba a tener esa cuenta pendiente en mi vida.
- ¿En cuál de las modalidades de tu deporte te sentís mejor?
En el salto. Mi fuerte siempre fue la suma de las tres, porque no son tantos los que compiten en todas, la mayoría se especializa en alguna. Pero el salto es la que más me gusta. Es la que más riesgos tiene: si vos no estás dispuesto a poner todo para saltar un metro más, es muy difícil que se te dé bien. Necesita un grado de locura. El salto es un momento único en el que se congela todo. Sobre todo, cuando el salto es el que esperabas.
Mientras se entrena para saltar cada vez un metro más, Tobías estudia Negocios Digitales en la Universidad Católica Argentina. Pasa algunos meses al año en Barcelona gracias a un intercambio de estudios y planea recibirse el próximo semestre. A futuro, espera emprender un negocio vinculado a la tecnología. Por ahora, como sucede desde que nació, la mayor parte de su vida está en el agua, el medio en el que se puso de pie sobre esquíes antes de aprender a caminar, donde forjó un vínculo inseparable con su hermano, donde continuó el legado paterno, donde se convirtió en campeón mundial y donde sigue sorprendiendo salto a salto.
APOYO E INCERTIDUMBRE
Este año, Tobías tiene planificado, entre otras competencias, ser parte del Mundial Universitario y del Moomba Masters, en Australia. Sin embargo, aún no tiene la certeza de contar con el financiamiento para solventar ambos viajes. Becado por el Ente Nacional de Alto Rendimiento (ENARD), siente que ese ingreso cada vez alcanza para menos, ya que en los últimos años subió muy por debajo del nivel de inflación. Al compararse con otros competidores, nota que sus recursos son mucho menores. “Armo mi planificación, pero siempre depende de lo que decida el ENARD. El apoyo es menor, aunque hasta ahora no tuve que bajarme sobre la hora de ninguna prueba, afortunadamente”, cuenta.