Ya desde Rosario, donde nació y comenzó su formación artística, Josefina Scaglione se proyectaba internacionalmente. Así, cantar en La Scala de Milán, por ejemplo, estaba en su imaginario. Tras su arribo a Buenos Aires y al teatro musical porteño, el llamado llegó de Broadway, la meca del género. Luego de cuatro temporadas protagonizando West Side Story, con 25 años, agradeció la oportunidad, dejó el ramo de flores de la última función y armó las valijas de regreso a la Argentina. “No me instalaría en ningún otro lugar del mundo”, confiesa.
Acá la esperaban destacadas participaciones en Camarera, Drácula, Peter Pan, Hairspray, entre otras. Hasta que, de nuevo, la industria norteamericana la eligió. Esta vez formó parte del elenco de El beso de la mujer araña, la adaptación cinematográfica del libro de Manuel Puig, que cuenta con el protagónico de Jennifer López y la producción ejecutiva de Matt Damon y Ben Affleck.
Mientras espera el estreno de la película en el país, está en la cartelera teatral de Buenos Aires con Mi amiga y yo. “No hay un factor mágico en lo que me va pasando, sino que tiene que ver con el recorrido, el esfuerzo, el talento, la dedicación. Desde muy chica estudio, me preparo y elijo la vida de artista que llevo”, le asegura a Convivimos. Ahora también está incursionando en la composición de canciones y confía en darle más espacio a su faceta de cantautora.
- ¿Qué desafíos te presentó Mi amiga y yo?
Al ser una comedia tan comedia, hay un ida y vuelta muy directo con los espectadores. Entonces, hay que aprender a escuchar las reacciones, a esperar y ver cómo meter el timing de la obra incluyendo las interacciones del público. Cada noche se plantea un ritmo distinto de acuerdo con quién esté del otro lado, y del otro lado hay una audiencia que participa. Eso es una novedad, un desafío, y algo muy divertido también.
- ¿Y El beso de la mujer araña?
Fue la segunda vez que hice cine en los Estados Unidos. La primera fue con Brendan Fraser en 2013, una película más independiente, donde no fui tan consciente del proceso. Ahora es la primera vez que lo hago más consciente, de adulta se viven las cosas con otro aplomo y otra conciencia. El desafío fue entender que es una sola toma y aceptar eso que ves como resultado. Además, el código es distinto. Tenés un primer plano que muestra cada gesto y el desafío es el manejo de eso.
- ¿Te gusta diversificarte?
Totalmente. Siempre fui muy curiosa. Me aburro de los lugares conocidos, necesito el incentivo del desafío y de la novedad en lo profesional, porque de ahí surgen cosas interesantes. Para mí es clave moverse de los lugares de comodidad. Siempre fui diversa: actúo, hago música, pinto, saco fotos… el canal artístico es vasto, estoy siempre alerta. Por otro lado, es trabajo. Por ejemplo, no sé si estaba en mis planes hacer una comedia romántica, se presentó la propuesta de Mi amiga y yo, me gustó y la tomé, porque me pareció una hermosa oportunidad de entrar en un camino relativamente nuevo, porque ya he hecho comedias y, en definitiva, es teatro, que es lo que hago desde muy chica.
- ¿El teatro es tu lugar?
El vivo más que el teatro. Me gusta mucho el cine y lo audiovisual, en ese lugar estoy desarrollándome y tengo propuestas latentes, pero hay algo que pasa con el vivo, ya sea teatro, música, performance, que es el lugar que conmueve. Y, en definitiva, lo que busco es llegar a quien esté del otro lado y que sea una experiencia transformadora.
- ¿Hay un deseo de separarte del musical?
No es un deseo de separarme, sino de seguir mi deseo. Sucede que los musicales cumplieron un ciclo en mi vida. No tiene que ver con una especulación, sino con seguir mi deseo propio, lo que me mueve a mí. Hoy no tengo muchas ganas de hacer musicales, es un espacio que ya recorrí un montón, acá y en el exterior. Y siempre puedo volver, pero tengo que tener muchas ganas.
- ¿Seguís metas?
Tengo metas, pero son muy personales, internas, instintivas, que quizá no siguen la lógica esperable de lo que serían las metas. A mí de alguna manera el camino se me propuso a la inversa, empecé en Broadway, la meta a la que todos quieren llegar.
- ¿Hoy cuáles son tus objetivos?
Estoy con el objetivo de, en algún momento, darles luz a canciones que estoy componiendo hace un tiempo, encontrar cuál es la vía para eso, si una obra, un disco. También seguir incursionando en el cine. Después, con todo lo que va presentándose, la intención es chequear, cerciorarme si eso que aparece me representa y tenga ganas de encarnarlo. Hay cosas planeadas, pero el factor sorpresa para mí es importante.
- ¿Tu sueño es americano o argentino?
Mi sueño no tiene nacionalidad. Me gusta vivir en la Argentina y lo elijo; no me interesa vivir en los Estados Unidos. Me parece que es un gran país y una gran oportunidad para ir a trabajar, pero siempre volvería. Ya viví cuatro años allá y elegí volver, porque confío en apostar a hacer y vivir del arte en mi país, que es lo que hago desde los 18 años. No tengo idealizaciones al respecto, soy más pragmática con la profesión.
CAFÉ CON TÓNICA
“El café no me gusta tanto, porque soy muy, pero muy matera. Me convenció el café cuando empecé a tomarlo frío, por ejemplo, con tónica, si no me mata el estómago. Además, se acaba rápido, no te acompaña como el mate”, revela la actriz y cantautora.
Cuenta que cada vez que vuelve a su ciudad, visita el Monumento a la Bandera: “Me parece un lugar mágico”.