En más de quince años de recorrido, Sofía Viola se pintó de varios colores rítmicos, desde tango y bolero hasta folklore latinoamericano. Ahora para su nuevo disco, Alma gitana, viajó al otro lado del océano. “Está más influenciado por música antigua de oriente, sonidos más egipcios y bastante de ese mundo español que nos llegó por la radio. También algo del lenguaje urbano, porque estoy amigada con otros estilos, como el reggaetón, que no había podido incluir dentro de mi trabajo”, cuenta.
Esta búsqueda sonora apareció indagando en sus orígenes familiares. “Tenía un mapa grande en el ADN que no sospechaba, hasta hace unos años, que me encontré con una foto de mi bisabuela andaluza y entendí de dónde salía esta inquietud. La parte indígena del sur, mi parte chilena estaba más resuelta, y tenía ganas de bucear en otros territorios de mi sangre”, explica. “Por otro lado, siempre me gustó la música del mundo; lo mismo como cantante me identifico con otras voces y otras formas de cantar. Estoy más cerca de un cantor paquistaní que de Fito Páez”, agrega entre risas.
Una década atrás llevaba escritas más de doscientas canciones, pero ya perdió la cuenta. Además, confiesa que le cuesta menos el vivo que entrar a un estudio: “Grabar me pone en un lugar muy serio. A esta altura, trato de sacarle presiones, pero antes me ponía de mal humor”.
- ¿Un disco que recomiendes?
Gipsy Rock, de Las Grecas.
Alma gitana
Explora nuevas sonoridades y escalas vocales. Un viaje por músicas antiguas de oriente junto a su dulce y potente voz. En octubre lo presenta en Córdoba, Rosario y La Plata.
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