“De pequeños, sin saber bailar, nos movemos a través de la música, eso viene con nosotros. La danza como movimiento existe en toda la humanidad; aunque en algún momento eso se corta por un montón de motivos, nos ha atravesado desde los inicios”, asegura Federico Fernández. A sus 38 años, tiene una destacada carrera como primer bailarín del Teatro Colón desde 2012, y también es el director de la compañía independiente Buenos Aires Ballet. “La danza clásica es mi base, y con su técnica me gusta llegar a lo neoclásico, es decir a piezas como Manon, que cuentan una historia real y cercana al ser humano, más allá del príncipe de La bella durmiente”, revela. Dice que el escenario es el mejor entrenamiento, siempre que sea “consciente”: “No hacer por hacer, sino tener la sabiduría de aprovechar los momentos que te da salir a escena. Por supuesto que más es mejor, pero con calidad”.
Además, sostiene que la danza no ha perdido público, por el contrario, pero que sí falta apoyo estatal para fomentar la producción y la circulación de obras de ballet, tanto para acercar a más gente como para generar trabajo. “El Estado debe brindar las herramientas para que el bailarín pueda realmente dedicarse a la danza. Cuando no está presente en esos lugares culturales, estos son propensos a desaparecer, porque es muy difícil que el ámbito privado se encargue”, explica.
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Onegin.
Programa mixto
El Ballet Estable en una noche de gala con tres piezas clásicas y neoclásicas: Suite en Blanc, de Serge Lifar; Adagietto, de Oscar Araiz; y Bolero X, de Shahar Binyamini.
Del 1 al 5 de septiembre, en Teatro Colón, Cerrito 628.