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Yohana Aguilar: El fútbol en las venas

Desde los partidos en el barrio junto a sus hermanos mayores hasta la final del mundo, pasando por las tribunas de Belgrano, vivió con una pelota como compañera. Goleadora y figura de Las Murciélagas.

Foto: Richard Hall

Dos goles en una final para dar vuelta el partido y ser campeona del mundo. Yohana Aguilar concretó, el 21 de agosto, el sueño de todo nene y nena amante del fútbol que haya nacido en esta tierra. Con la 10 en la espalda, es parte de un linaje de cracks que desde el inicio de los tiempos conquista cimas y reparte alegrías.

Las imágenes, borrosas, nunca fueron un soporte confiable del cual agarrarse para conocer el mundo. La vista de Yohana le alcanzó escenas aisladas, con contornos difusos y colores que se apagaron poco a poco, hasta que a los quince años solo quedó oscuridad. Ese desgaste paulatino, sin embargo, le permitió entrenarse para la pérdida de la visión y no sufrir de más cuando llegara el momento. “Cada profesional que me atendió nos fue preparando a mi mamá y a mí para que no lo tomáramos como un problema. Fui complementando lo que mi visión no captaba con los demás sentidos. Cuando no tuve más ese quinto sentido, combinando los otros cuatro llegué al 100 por ciento de comunicación y movilidad”, recuerda.

Esa movilidad adquirida le permitió no bloquear un talento deportivo que se manifestó desde muy temprano, con el fútbol junto a sus hermanos mayores como el gran amor que cruzó transversalmente su vida, mientras que la danza, el patín artístico y el atletismo ocuparon a su turno el plano principal entre sus actividades.

En 2013, le propusieron integrarse a Las Guerreras, el equipo pionero en fútbol para ciegas, a partir del cual se formó luego la selección argentina de la disciplina, pero entonces la actividad no tenía competencias oficiales por delante y Yohana ya estaba desarrollando un recorrido internacional en el atletismo. “Empecé a entrenar por seguir a uno de mis hermanos, sin demasiados objetivos, pero tenía condiciones y pude hacer la marca para ir a un Panamericano Juvenil. Traje la medalla de oro y clasifiqué, siendo juvenil, a un Panamericano de Mayores. Tenía roce internacional, y preferí seguir corriendo”, cuenta. 

  • ¿Qué cambió en 2016, cuando finalmente dijiste que sí?

Llegó un momento en el que sentí que del atletismo había sacado todo lo que necesitaba sacar. En el mundo de los ciegos se hablaba un poquito más del fútbol femenino, entonces decidí probar. Vi que el ambiente era bueno, divertido. Se estaba tomando el fútbol un poquito más en serio, entonces decidí quedarme.

  • ¿Cuándo comenzás a ilusionarte con la posibilidad de jugar un Mundial?

Desde el día uno. Siempre dije que quería jugar un Mundial y vestir la celeste y blanca. No existían los mundiales, pero yo ya soñaba con ellos.

  • Imagino que lo que soñabas era muy parecido a lo que finalmente pasó…

Sí, antes de ir al Mundial siempre afirmaba que quería jugar la final. A las chicas les dije que íbamos a jugar hasta el último día, porque teníamos con qué. Como delantera, siempre sueño y me entreno para hacer goles en la final. Pero nunca pensé que iba a ser de esa forma.

  • ¿Te sentías igual que en cualquier otro partido?

La semifinal y la final fueron los dos encuentros que más disfruté. No pasé nervios, ansiedad ni nada. Dormí bien. Debe ser que funciono bajo presión.

En el partido decisivo, contra Japón, la Argentina comenzó perdiendo. Yohana empató y, cerca del final, tuvo un penal a favor para dar vuelta la historia.

  • ¿En qué momento te enterás de que entró la pelota?

Cuando pateé, lo primero que escuché fue el ruido del palo. Eso me desorientó, no entendía por qué lo había errado si había hecho todo bien. No me eché la culpa, porque es una cuestión de equipo, pero me frustraba sentir que se nos escapaba el resultado. La pelota entró, pero no tocó la red, entonces supe que fue gol al escuchar el grito de todos. Hubo menos de un segundo entre el ruido del palo y el grito de gol, pero para mí duró una eternidad.

  • Pero quedaba un ratito más de partido…

Sí, y también fue eterno, aunque en realidad haya sido un minuto y cuarenta segundos. Aguanté la pelota todo lo que pude, me la llevé a la banda para que pasara el tiempo, la perdí y la recuperó una compañera, hasta que terminó y todo fue euforia.

  • ¿Qué se siente ser campeona del mundo?

Un orgullo que no puedo poner en palabras. Creo que somos la selección más futbolera que hay en el mundo. Todos los otros, como Japón, tienen una estructura impresionante, tecnología y apoyo, pero les falta fútbol en las venas. Esa es la diferencia por la que pudimos dar vuelta el resultado. Tiene un plus jugar en la Argentina.

  • Trabajás, sos voluntaria en la Federación Argentina de Deportes para Ciegos y jugás en Las Guerreras y en la selección, ¿en algún momento te detenés a pensar en que sos campeona del mundo?

Por ahí, cuando me estoy por ir a dormir, me fijo si tengo la medalla. La miro. Era un sueño y se convirtió en realidad. Y ahora abre otros sueños, como ir a unos Juegos Paralímpicos. 

EL CAMINO AL TÍTULO

Con la dirección técnica de Gonzalo Abbas, la selección argentina se consagró en Birmingham, Inglaterra. En el grupo B venció 3-0 a Alemania y 4-0 a India, y empató 0-0 contra Austria.

En semifinales, goleó a Suecia 3-0. En la final, luego de ir perdiendo, le ganó 2-1 a Japón.

Yohana Aguilar fue la goleadora del torneo, con diez tantos. El plantel lo completaron Gracia Sosa, Micaela Segovia, Melisa Flores, Melody Álvarez, Florencia Massenzana, Elena Quinteros, Constanza Carrizo, Agustina Medina y Guillermina Corrales.

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