Con una obra de teatro en cartel a sala llena y el rodaje de una película, la actriz de El secreto de sus ojos está feliz con su presente. Charla con una mujer sencilla que disfruta de su trabajo y ama estar en su casa.
Fotos: Nico Pérez
Estilismo: Brenda Teti
Nunca me quedo muy quieta, siempre estoy explorando caminos, buscando posibilidades, y sigo con esa dinámica”, dice Soledad Villamil en las primeras horas de la tarde de un día agitado. Entre las funciones de Para mí para vos, en la avenida Corrientes de Buenos Aires, y sus viajes a la Patagonia por el rodaje de Una muerte silenciosa, su agenda es intensa y variada.
Antes de ser una actriz conocida por sus trabajos en cine, teatro y televisión, probó otros roles como asistente de dirección, como productora y hasta hizo vestuario. Su participación en El secreto de sus ojos, la película argentina ganadora del Óscar en 2010, la consagró como uno de los grandes talentos nacionales. Sin embargo, sostiene que es una profesión con muchas idas y vueltas, que hay que estar preparada para cuando las propuestas de otros no aparecen. De esos momentos, surgió el proyecto musical. Si bien cantar y escribir es algo que hace desde chica, recién en 2007 dejó crecer esta faceta y hoy lleva cuatro discos editados.
Mientras espera la confirmación del estreno del film de Sebastián Schindel, un thriller donde interpreta a una madre que enfrenta la muerte de su hija, sigue con las funciones de Para mí para vos hasta diciembre. Esta comedia marcó su regreso al teatro luego de 17 años, y está feliz.
- ¿Te gusta tener la agenda completa?
Me gustan las dos cosas que estoy haciendo. A veces se dan estas superposiciones, estoy de un lado para el otro, pero contenta. Quizá no tan relajada, pero estoy muy bien, con energía y ganas.
- ¿La creación de los personajes es similar, aunque no se parezcan entre sí?
Cada personaje presenta un desafío distinto y nuevo. Además, la aproximación general a cada uno es diferente, son lenguajes muy distintos. En el teatro tenés más tiempo para ensayar, más elaboración, y es más grupal, el recorrido se comparte mucho con el elenco y el director. En el cine hay menos ensayo, es una preparación más individual, trabajando internamente, luego cotejando con el equipo. El teatro siempre te da revancha, tiene el condimento de la repetición, entonces con el pasar de ensayos y funciones, una está permanentemente buceando. El cine es otra artesanía, es plano por plano, tiene una impronta más de primera y última vez, podés repetir una toma, pero es más trabajar en el aquí y ahora.
- La obra es comedia, la película un drama, ¿es difícil hacer esos pasajes?
Sí, pero en realidad hay algo de jugar con esas dos texturas tan diferentes que me resulta un desafío superinteresante, no lo vivo como un peso. Una cosa se alimenta de la otra cuando existe la posibilidad de tocar registros tan distintos. Después del rodaje vuelvo al teatro y hay algo que se resignifica, está buenísimo.
- ¿Cómo sos en el set?
- ¿Y cuál es el arte del actor de teatro?
Mantener viva la función, las escenas, el personaje, basándose en la repetición y no a pesar de ella. Es lo interesante del teatro, aunque todas las noches es lo mismo, está siempre la búsqueda de que no sea una repetición mecánica. Eso hace que, con las funciones, aparezcan capas, profundidad, voy entendiendo cada vez más al personaje, la escena, y se dan pequeñas variaciones que no son tan perceptibles, pero que internamente mantienen vivo el personaje y la conexión con los compañeros. Es un campo de exploración muy interesante y divertido.
- ¿Cómo fue volver al teatro?
Fue y está siendo una experiencia muy hermosa, enriquecedora. Estaba con mucha ansiedad y nervios para el momento del estreno. No haber hecho teatro durante tanto tiempo me generó una expectativa muy alta, sobre todo conmigo misma, pensar qué va a ocurrir y si el público se reirá o no. Esas semanas previas al estreno fueron bastante intensas para mí, pero sobreviví [se ríe] y estoy muy feliz de haberlo hecho. Estoy contenta de haberme involucrado con este proyecto en el cual los productores me convocaron no solo como actriz, sino para una especie de producción artística. Recorrí también ese otro lado y hoy la obra funciona, el equipo es bárbaro, así que el orgullo y la alegría son dobles.
- ¿Qué lugar ocupa la música hoy?
Está, siempre está, y no va a dejar de estar nunca. Es cierto que el espacio para los recitales se encuentra acotado por el teatro y el rodaje, pero igual voy a hacer un show este año. Tengo que ver cómo encontrarle el espacio de nuevo, es algo que me gusta muchísimo y siento la falta. De repente me dan ganas de estar haciendo música con el grupo, pero prefiero ir viendo momento a momento cómo se presentan las cosas y tampoco pelearme con lo que hay, que me encanta también. De más joven hubiera dicho hago todo, ahora digo no, paso a paso.
“Me gusta trabajar en equipo y llevarme bien con mis compañeros”.
- ¿Qué Soledad es la que compone?
Desde chica ya escribía, lo hago todos los días. Siempre estoy con un cuaderno, ahora son un montón. Tengo ese hábito que quizá es una parte más introspectiva o de diálogo conmigo misma, ese aspecto está más ligado a la composición, tanto en las letras como en la música, un espacio más solitario, muy diferente al de salir al escenario.
- ¿Sos una actriz que hace música o una música que actúa?
No siento una diferencia, soy yo desplegándome en una u otra dirección, con las herramientas que me puede dar la actuación o las que me puede dar la música o escribir. No las siento como cosas separadas, para mí es lo mismo, me cuesta definirme en ese sentido. Igual, cuando tengo que llenar un formulario, en profesión pongo “actriz”.
- Llegaste a los Óscar, ¿eso es el éxito o qué es?
A esta altura, me considero exitosa por haber podido desarrollar mi trabajo a lo largo de tantos años, seguir haciéndolo y teniendo proyectos a futuro. Si hay un desafío grande en esta actividad, es sostenerse. En ese sentido, para mí es lo más difícil y en lo que me siento, entre millones de comillas, exitosa. Después, lo que se conoce como éxito y fracaso es parte de la dinámica de esta profesión. Todo el tiempo hay éxitos y fracasos, momentos de intensidad, de páramo. En esto, algo de la intuición me funcionó, porque tanto cuando me fue bien como cuando me fue mal, entendí que era algo momentáneo o circunstancial. Nunca agarrás del todo el éxito y tampoco hay que aferrarse a la idea del fracaso, como esto no funcionó no va a funcionar nada más, sino que hay que vivirlo de una manera más cíclica. Está bueno saber que las dos cosas son pasajeras.
- ¿Tenés alguna deuda pendiente?
No siento una deuda pendiente. Es por esto de ir articulando los trabajos para los que me convocan y las cosas que se me ocurren a mí.
CASERA
Con su esposo, el actor y director Federico Olivera, se conocieron filmando La vida según Muriel. Las charlas se hacían interminables, siempre había un nuevo tema de conversación y así fue naciendo el amor. Están juntos hace más de 26 años, tienen dos hijas y, en pandemia, se casaron. Al abrirse el aislamiento, lo primero que hicieron como pareja fue un show en trío en la terraza del Teatro Picadero, junto a Federico en teclados y Coqui Rodríguez en guitarra. “No nos vamos a olvidar más, volver a tener la experiencia de tocar en vivo estuvo buenísimo”, dice, y confiesa que están planificando una obra teatral juntos.
- Masha dice “soy adorablemente monstruosa”, ¿vos?
Habría que preguntarles a mis compañeros. El trabajo, tanto en cine como teatro, me encuentra en mi mejor versión. Quizá en otros ámbitos más íntimos despliego más los miedos y las monstruosidades. En general, al ámbito laboral llego con una versión bastante buena de mí misma, sobre todo porque lo disfruto mucho, me gusta trabajar en equipo y que se armen grupos, llevarme bien con mis compañeros y tener esa dinámica fuera del set o el escenario, eso también sostiene un montón el trabajo.
- El personaje está en crisis con su edad, ¿cómo te llevás con el paso del tiempo?
Es un elemento que está ahí muy presente. Sobre todo, antes de cumplir los 50 tenía una sensación de miedo y de que llegaba un momento de la vida diferente. Me atacaron bastantes fantasmas, que por suerte pasaron y los puedo ver ahora. Espero poder tener la sabiduría para verlo como cambios de fase, en donde se pierden cosas pero también se ganan otras. Parece un lugar común, pero realmente lo siento así. Así como se pierde lozanía y juventud, he ganado mucho en experiencia, en estar en otro momento de la vida a nivel personal, no solo como actriz o profesional. Le dediqué muchos años y energía a la crianza, ahora mis hijas están grandes, entonces me devuelve y me devuelvo a mí misma otra sensación de energía, creatividad y de potencial que se puede desplegar.
- ¿Frenás en el día a día?
Sí, pero es un aprendizaje que hice a lo largo de los años. Me lo tengo que recordar, no me sale naturalmente. En la diaria tengo que llamarme a parar, enfocarme en lo que estoy haciendo y no pensar en lo que viene después. Es un ejercicio cotidiano, no es un talento con el que nací, es una capacidad que voy adquiriendo. Mi cabeza funciona muy rápido, soy de querer anticipar mentalmente lo que tengo que hacer. Cuando me encuentro en ese mecanismo, digo “Pará acá”, “Ahora”, “El presente”.
PING-PONG
Un personaje que hayas interpretado: Clarita Taguada, de Glorias porteñas.
Un clásico que te gustaría hacer: Blanche DuBois, de Un tranvía llamado Deseo.
Montaña con nieve o playa y sol: Montaña con sol.
Un lugar en el mundo: Mi casa.
Un libro: El que estoy leyendo, Guerra y paz, soy fanática de León Tolstói.
Una canción que andes tarareando: Mírenla, de Ciro y los Persas.
Agradecimiento: Hotel NH Collection Buenos Aires. Crillon.
Ropa: Vero Foster, Perramus y Maggma