En el libro Maravillas de Córdoba, Gonzalo Granja condensó en imágenes un año de viaje. Autodidacta y militante de la naturaleza, llegó con sus fotos a National Geographic y ahora recorre la mítica ruta 40.
Foto: Gonzalo Granja
La camioneta tiene 20 años. Adelante conserva el volante y los asientos, pero atrás es una especie de Transformer que sirve de hotel, cocina, oficina y depósito, gracias a un sistema de cajones, bisagras y placas removibles que diseñó con dos amigos. El “convertible” tiene una autonomía en ruta de 700 kilómetros y recarga las baterías de los equipos durante la marcha, lo que le permite llegar con la cámara hasta el borde mismo de los paisajes y esperar el momento justo para disparar.
Rincones de la ruta 40 se llama el nuevo proyecto autogestivo del fotógrafo cordobés Gonzalo Granja (31), un libro sobre el patrimonio natural argentino con la mirada intuitiva que ya pegó en National Geographic, donde fue “foto del día” en tres ocasiones.
El antecedente es el año que le llevó producir Maravillas de Córdoba, tesoro de 300 páginas donde exhibe 72 locaciones, cada una con su reseña y su mapa. Las fotos impactan por el realismo y a la vez sorprenden por la perspectiva, la luz de efectos tridimensionales, la referencia de figura humana o la diversidad de paisajes. “Más que una guía, es una invitación a que la gente salga de su zona de confort a pasar más tiempo al aire libre. Es mi modo de agradecer a la naturaleza y ayudar a la conciencia ecológica”, agrega.
En el proyecto cordobés exprimió su autito a gas, cambió trabajo por comida casera y durmió en lo de desconocidos que se hicieron amigos. No sabía qué pasaría con el libro, pero la gente se prendió. En las redes sociales (@gongranja tiene más de 45 mil seguidores en Instagram), alguien le manda una foto desde la piedra misma adonde llegó con el libro, uno evoca un viaje que hizo con su padre, otro agradece el estímulo desde un recóndito lugar.
Para esta nueva aventura tomó los 5194 km de la ruta 40, eje que une
Ushuaia con La Quiaca, invirtió varios meses en documentarse y apeló al crowdfunding para financiar el combustible con la venta de libros, cuadros y postales. Además, se sumó Maru, su compañera de vida, que va relevando notas por el camino. El día fotográfico arranca muy temprano, a la “hora azul”, ese momento sublime antes del amanecer.
El viaje comenzó oficialmente en La Quiaca y llegó hasta Bariloche, donde un desperfecto mecánico los obligó a regresar. En seis meses recorrieron 3000 km lineales de la ruta 40, aunque el odómetro marcó 30.000, ya que viajaron en zigzag, explorando todo al paso. La cuarentena abrió un paréntesis que vino bien para reparar la camioneta y dejarla a nuevo otra vez, lista para seguir.
Paradoja del destino, Gonzalo es un daltónico declarado. Ahora se ríe, pero de chico no le causaba ninguna gracia que sus compañeros se burlaran de él porque pintaba el sol de color verde. “Es porque está podrido”, alegaba.
En esos años 90, en su Alta Gracia natal, el pequeño fotógrafo disfrutaba cuando sus cuatro hermanos mayores lo dejaban jugar con las tomas extras que traían los rollos de 36 exposiciones. “Tengo el recuerdo de mis manitos tomando la cámara que habían usado los adultos en alguna fiesta familiar. Y al revelar la película, aparecían 36 fotos de gente abrazada, y dos con la sombra de un gato o el detalle de un juguete”, cuenta. Ya entonces salía a capturar eso movilizante que quería compartir.
Apostando por la creatividad estudió Diseño, Comunicación, trabajó en marketing, dirigió comerciales, pero fue en la naturaleza donde encontró el sentido de todo. Lo confirma cuando sale a reforestar las sierras cordobesas o en el punto del mapa donde lo lleven sus ganas (cruzó los Andes en bici, recorrió en motorhome Nueva Zelanda, vivió un mes en un pueblito de Islandia para documentar las auroras boreales). “La cámara es un ticket, la posibilidad de conectarte con personas y lugares que de otro modo no hubieras conocido. La fotografía en la naturaleza no es solo mostrar espacios, sino lo que vivimos en esos espacios. Es estar en el lugar justo, en el momento indicado”, afirma.
Puesto a dar un consejo a los que quieren iniciarse en la fotografía, dice lo que le hubiera gustado escuchar en ese tiempo de búsqueda: “No esperen a tener el mejor equipo. Arranquen con lo que tengan, con lo que sientan, y jueguen un poco a mirar”.