La autora de «El fin del amor» -un éxito editorial entre los jóvenes- acaba de presentar un libro de cuentos. Analítica y reflexiva, asegura que lo que quiere, es escribir.
Foto: Alejandro Guyot – Editorial Planeta
Subestimé lo que podía pasar con el libro”, confiesa Tamara
Tenembaum (31) sobre El fin del amor – Querer y coger en el siglo XXI, un boom editorial que traspasó las librerías y se convertirá en una ficción audiovisual. “Pensé que iba a ser más de nicho, no estaba escrito para ser popular por la cantidad de referencias y de citas. Eso demuestra que las chicas jóvenes tienen ganas de llegar a la información académica, de que se les recomiende bibliografía, de que se las contextualice”, agrega desde su casa en Buenos Aires. En el ensayo reflexiona sobre las formas actuales de vincularse y de vivir el amor, el sexo y el deseo.
A más de un año de su publicación, continúa entre los títulos más vendidos, y todos los días la etiquetan en historias de Instagram. Más allá del impacto que generó, sobre todo en mujeres de su edad, no se considera representante de una generación. “Lo escribí pensando en cosas que leo y converso”, cuenta.
Durante la cuarentena presentó el libro Nadie vive tan cerca de nadie, cuentos que no escapan a su obsesión por las relaciones entre personas y sus universos particulares. Además, en algunos de ellos comparte imágenes de la cultura judía ortodoxa con la que creció. También estudió filosofía, editó un libro de poesías, es docente universitaria y periodista. “Me gusta escribir ficción y no ficción. Lo único que me importa es conseguir espacios donde hacer lo que quiera, estoy cansada de adaptarme a criterios que no comparto. Como son pocos los medios de Argentina que me interesan cómo funcionan, me quedo donde puedo hacer lo que deseo y donde los editores me propongan cosas interesantes”.
- ¿Sos de una generación a la que le cuesta encontrar su lugar en el mundo?
Lo que está en crisis es qué significa encontrar un lugar en el mundo. No es que cueste más, sino que cada vez es menos clara la idea. Antes se pensaba que era casarse, tener trabajo e hijos. Ahora, por un lado, encontrar trabajo es difícil; casarse y tener hijos supongo que para muchos también, no porque sea objetivamente difícil, sino porque la gente está buscando otras cosas.
- ¿Hay una crisis de los 30 años?
No tenía una expectativa de dónde tenía que estar en esa edad, no me produce nada en particular. Tal vez porque tengo suerte, pude hacer una carrera con lo que me gustaba, que sí era algo que me importaba, y puedo vivir de algo que casi nadie puede. La crisis de los 30 no tiene que ver con un número, sino con la dificultad de lograr una estabilidad económica para llegar al lugar donde quiero estar y dejar de estar en esa cosa buscavida de los 20, que hoy dura hasta el fin de la vida.
- ¿Te preocupa el futuro?
Lo que me preocupa es el presente de mi generación, la dificultad para construir riqueza, por ejemplo, para comprarte un departamento. Encima, la seguridad social está en riesgo. Cuando seamos viejos, me preocupa cómo vamos a ser inquilinos con jubilaciones mínimas. La mayoría de mis amigos casi no tuvieron aportes ni trabajos en blanco. Me parece importante construir un mundo donde la seguridad social no dependa solo de tus aportes. Eso es lo que me da miedo del futuro, no del mío, sino del de mi generación.
- ¿Por qué te interesan poco los medios?
La cuestión económica es clave. A veces, me gustaría hacer tal historia, pero sé que no me lo pueden pagar. Todos los periodistas hacemos el cálculo de esas notas con muchas horas de investigación y de trabajo. Por eso no existen, nadie puede hacerlas gratis. Para trabajar gratis, escribo un libro y que después me pague la venta. Por otro lado, hay algo muy conservador de los medios que no están logrando llegar a públicos más jóvenes. En realidad, no quieren llegar, tienen miedo de perder lo que tienen.
- ¿Se lee más la no ficción?
Hace muchos años que se vende más que la ficción. Desde que empezó la pandemia se está leyendo más ficción que no ficción. La gente cubre la ficción con las series, pero siento que la demanda es cada vez menor. Me parece alarmante, porque la ficción es importante en la formación de la imaginación ciudadana y también psicológicamente.
- ¿Cómo decidís entre ficción y no ficción?
Para ficción no me interesan temas, sino imágenes o personajes. Por supuesto, lo que escribo está lleno de obsesiones. En general, las mías son sobre los vínculos entre las personas. Uno son los trabajos de cuidado, aparecen mucho en los cuentos; también las mujeres que trabajan en las casas de otras mujeres y las precariedades que eso produce. En general, me interesan los universos en los que vive la gente, cómo cada mundo se organiza con sus propias relaciones de poder.
CAFÉ CON MUJERES
Siempre la acompaña un café, lo toma apenas cortado y sin azúcar. Solo tomaba mate con Erika Halvorsen cuando se juntaban a escribir el guion de El fin del amor. La adaptación sigue en marcha a pesar de la pandemia y “si todo sale bien, se empieza a filmar en 2021 con Lali Espósito”, adelanta. También está esperando que reabran las salas para presentar su primera obra de teatro, Una casa llena de agua, un monólogo con Violeta Urtizberea y dirección de Andrea Garrote.