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Café con Emilia “Sigo teniendo una vida sencilla”

Simple y trabajadora, dice que no se deja encandilar por las luces de la escena musical. La historia de una chica del interior que canta y no para de crecer. 

Como a la levadura de un pan, Emilia Mernes cree que a su carrera tiene que darle tiempo. A pesar de vivir en Miami o de haber compartido eventos con los “número uno” de la música latina, como en los Latin American Music Awards, prefiere conservar la vida sencilla y rodearse de personas que le recuerden que los pies van sobre la tierra.  

Empezó subiendo videos de covers a Instagram, la descubrió el cantante de Rombai y debutó en las ligas profesionales con un Luna Park repleto. Luego de dejar la banda, se aventuró en su proyecto solista, en el que firma sin apellido. Con las primeras canciones, ya se perfila como una nueva figura de la música urbana, contando millones de reproducciones en Recalienta, No soy yo, Billón, Policía y No más. El viento lo tiene a su favor.

Si tiene que llorar, llora. No escatima lágrimas cuando las emociones la desbordan, sobre todo, al alejarse de sus afectos, en Nogoyá, Entre Ríos. “Lo que más extraño es mi familia, me pone triste. Pero sé que hay que trabajar, hay que luchar. No solo trabajo por mí, sino por mi familia. Pienso en todo, y entiendo que es parte de crecer, la vida es así, hay que irse de casa en busca de lo que uno desea y sueña. No es fácil, porque son todo para mí”, confiesa. 

  • ¿Cómo describirías lo que construiste hasta ahora? 

Estoy en ese camino de encontrarme a mí, como persona y como artista. Siento que llevo mucho de lo que soy a las canciones. Todavía no han salido algunas que hablan más desde mi corazón, del desamor que he sufrido y plasmado en las letras. Cuando esté preparada, las voy a lanzar para que la gente me conozca más a fondo. 

  • ¿Cómo marcás la diferencia con otras mujeres de la escena? 

Recién comienzo, tengo algunas canciones y estoy buscando una identidad. Por ejemplo, el brillo que me pongo debajo del ojo ya es una marca, es Emilia, es un detalle. En lo musical, me gustaría tener un sonido que me diferencie del resto. Hoy hay tantos artistas en lo urbano que encontrar algo distinto es complicado y lleva su tiempo. Hay que sentarse, trabajar mucho y crear. El proceso creativo es lo que más me gusta y lo que más disfruto. Así que ya llegará mi momento, mi etapa. 

  • Como mujer y joven, ¿tenés que pelearla el doble? 

Por lo general, tengo buena respuesta. No me pasa seguido de tener que luchar por cosas que me hagan enojar. Sí está presente el machismo, te hacen sentir menos. En este ambiente de la música es muy difícil, a la palabra de la mujer no se la toma muy bien, pero hay una transición y un cambio que de a poco están sucediendo. Hay que ir en contra de la corriente.

  • ¿Creés en el destino o en la voluntad de trabajo? 

Un combo de los dos. Creo en el destino, porque estoy convencida de que cuando es para una, es para una. Pero también hay que sacrificarse y poner mucho, porque las cosas no suceden fácilmente. 

  • ¿Cuál es tu meta? 

Estoy en una etapa de crecimiento, donde tengo que afianzarme y agarrar subida. Mi sueño es montar un show y que el público, al verme en vivo, se vaya con el corazón lleno. Cuando yo veo a los artistas que me gustan y me voy sorprendida, me encanta. Eso es lo que quiero, que las personas a las que les guste mi música puedan disfrutar de eso. Obviamente me gustaría pisar escenarios enormes, pero más que nada seguir haciendo música, colaboraciones. Y hoy, lo que más me importa es lo de la identidad.

  • ¿Qué cosas valorás?

Me parecen superimportantes las personas que están día a día. Como las fans que saben mi itinerario mejor que yo. Que haya gente que está pendiente de la vida de una es algo que aún me cuesta digerir. A veces, necesito que alguien me pellizque, porque siento que estoy en una nebulosa. También valoro el apoyo, el amor que recibo y que cada vez haya más personas que reconozcan mi trabajo. También la paciencia que me tienen y que tengo. En Rombai estaba acostumbrada a que decidíamos todo nosotros a los apurones; ahora todo tiene un proceso que lleva su tiempo. Aprendí a delegar. Además, valoro mucho lo que me han enseñado mis padres, es fundamental. Admiro a esos artistas que tienen mucho éxito pero que, sin embargo, siguen manteniendo los pies sobre la tierra; esa humildad los lleva aún más lejos.

  • ¿Fue un gran cambio vivir en Miami?

No me acostumbro a la comida, pero en el resto de las cosas me siento cómoda. Tengo amigos de otros países, está buenísimo conocer otras culturas. Sí extraño a mi familia y a los amigos; eso de tener una vida simple, aunque sigo teniendo una vida sencilla. En este ambiente es muy fácil deslumbrarse con las luces, pero a mí no es algo que me importe. 

POCO CAFÉ, MUCHA COCINA

“No tomo mucho café porque me acelera, me da ansiedad y me causa malestar. Tomo leche y le agrego dos gotitas de café”. Cuenta que el té de manzanilla es su infusión preferida. Hija de un panadero y una cocinera, heredó el amor familiar por la cocina. “Es mi hobby. Me encanta cocinar para mis amigos cuando vienen a casa”. Pese a ello, confiesa que todavía no deleitó a sus amistades internacionales con ningún plato entrerriano.

FOTO: SEBASTIÁN SALGUERO.

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