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Gisella Bonomi:
Piruetas en la arena

El beach handball es un deporte joven, con una dinámica pensada especialmente para favorecer al espectáculo. Gisella Bonomi se enamoró de él y abandonó el handball indoor para seguir entrenando en la arena, mientras estudia Medicina.

Por Juancky Jurado  Foto Patricio Pérez

En los márgenes, imponiéndose a las circunstancias, nació el beach handball en la Argentina. Deporte joven que, recién en 2004, tuvo su primera competencia internacional, en Egipto. 

Su práctica en el país comenzó gracias a un grupo de entusiastas que se animaron a ensayar los acrobáticos saltos que se requieren para anotar goles dobles en un suelo hostil, lleno de charcos, césped e incluso piedras. Por ese arrojo, el apodo de “Kamikazes” sigue acompañando a la selección femenina que, a fuerza de triunfos, consiguió atraer miradas y apoyo para mejorar las condiciones de entrenamiento.

“Cuando empecé, en 2016, si llovía, la cancha que usábamos parecía un estanque. Teníamos que entrenar igual. Los papás de algunas jugadoras traían los arcos para que pudiéramos hacerlo, y nosotras debíamos remover la arena con una pala”, recuerda Gisella Bonomi, una de las figuras del equipo que consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud el año pasado.

“En el beach es todo hermoso: el ambiente, la gente que conocés, los viajes, los lugares”.

Como la mayoría de sus compañeras, Bonomi comenzó con el handball tradicional, al que llama indoor para diferenciarlo del que juega hoy. Luego de los JJOO de la Juventud, dio el salto hacia la selección mayor. Allí, ganó otro oro en los Juegos Suramericanos de Playa, que se disputaron en Rosario este año, y acaba de ganar una medalla de plata en el Torneo Centro-Sur, donde además logró la clasificación a los Juegos Mundiales de Playa y al mundial de la disciplina. Sin embargo, la jugadora de diecinueve años no quedó conforme: “Terminé con un poco de bronca, porque por más que hayamos cumplido el objetivo principal, no fue un buen torneo para nosotras. Me fui de cada partido sabiendo que podríamos haber dado mucho más”, reconoce. 

  • ¿Cómo llegaste al beach handball?

Siempre me llamó la atención. Yo jugaba indoor, todavía vivía en Neuquén (N. de la R.: ahora reside en Buenos Aires) y veía que en los veranos hacían torneos de beach, pero para las categorías mayores. Cuando se supo que la disciplina iba a estar en los Juegos Olímpicos de la Juventud, se abrió la posibilidad y aproveché. Después de mi primer torneo, que fue en 2016, en Venezuela, ya sabía que me iba a quedar con beach. Y así fue, porque el indoor me dejó de gustar. Tiene una presión extra, es muy competitivo. En el beach es todo hermoso: el ambiente, la gente que conocés, los viajes, los lugares.

  • ¿Es más relajado?

Sí, en los procesos de selección en indoor no la pasaba muy bien. Las concentraciones eran muy exigentes, había mucha competencia entre nosotras. No me sentía tan libre para jugar y poder disfrutarlo, que es lo que me pasó después en beach, donde no tengo miedo de equivocarme. Puedo hacer lo que yo quiera y, si me equivoco, sigo intentando.

  • En cuanto al desarrollo del juego, ¿es más divertido?

Es mucho más entretenido. Son dos deportes distintos, es como comparar vóley con básquet. Lo único parecido que tienen es el nombre, en realidad. La dinámica del beach es superdistinta a la del indoor. La arena, la pelota, los tiempos… Es más vistoso también, se trata de un espectáculo. Los movimientos básicos son saltos: fly y giro 360, que son goles que valen doble.

  • ¿Los resultados que vienen obteniendo agregan presión?

Más que presión, nos dan ganas de seguir demostrando que no son casualidad, que todo es laburo. Puede haber un poco más de presión en el sentido de que sabemos que, para obtener cosas, como mejores condiciones para entrenar, debemos lograr resultados. En este país es así. Y es entendible…

En el último segundo de la final de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se llevaron a cabo en Buenos Aires el año pasado, Gisella agarró la pelota, hizo un giro de 360 grados en el aire y la soltó suavemente, por arriba de la salida casi resignada de la arquera croata. Ese gol selló la victoria más resonante de la breve historia de este deporte en el país.

  • De las experiencias que tuviste hasta ahora, ¿la más fuerte fue la de los Juegos de la Juventud?

Sí, creo que es la más fuerte que voy a llegar a tener. Más que nada por el proceso, que fue muy largo. Por lo que significó, por todo lo que dejamos de lado para eso y por haberlo vivido en la Argentina. Es lo más cercano que estaremos por ahora de una experiencia olímpica [N. de la R.: Este deporte no integra el programa de los JJ.OO. de mayores].

  • Estás estudiando Medicina, ¿dónde te ves en un futuro?

Yo quiero estudiar, ese siempre fue mi plan y mi sueño. Mientras pueda llevar las dos cosas, voy a continuar entrenando beach handball. Es un deporte que me encanta y lo voy a seguir haciendo hasta que no me den más el tiempo y el cuerpo. 

LA ROPA DE LA POLÉMICA

Mientras se desarrollaban los Juegos Olímpicos de la Juventud, hubo quienes pusieron el ojo en la diferencia de indumentaria entre las selecciones femeninas y masculinas de este deporte: ellas, top y culote; ellos, musculosa y bermuda.

“Si no quisiéramos jugar así, ya nos habríamos quejado. Nos vestimos así por una cuestión de comodidad, no por cómo se ve. Claramente, importa lo que cada jugadora piense, y si alguna no quiere mostrar su panza o tiene algún complejo con su cuerpo, creo que con el tiempo se irá cambiando la indumentaria. Yo considero que es cómoda para jugar y que es la indicada”, asegura Bonomi.

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