Desde Chaco hacia el mundo entero, el emprendedor que calza a Mauricio Macri, Leo Messi y Marcos Galperín (Mercado Libre) cuadriplicó su facturación en los últimos cuatro años y se prepara para dar un salto internacional.
Por Cata Greloni Pierri
Foto Patricio Peréz
- ¿Cómo fue el comienzo de Posco?
Empezó hace una década, en la cocina de la casa de mi madre, en Martínez (provincia de Buenos Aires), un año después de haber arrancado la carrera de Arquitectura en la UBA. Soy de Resistencia (Chaco), pero me vine a vivir a Buenos Aires de chico. Mientras cursaba el primer año de la carrera, se me ocurrió incursionar en el mundo del calzado porque siempre me gustó la moda y me faltaba adrenalina creativa. Empecé desarmando una zapatilla que me parecía cómoda para entender qué piezas la componían, y con 5000 pesos que me prestó ella y una máquina de coser, me lancé a comprar suelas y cueros. Me metí en la cocina de las fábricas que me hacían el producto y los fines de semana les vendía los primeros pares a los padres de mis amigos. De a poco y tocando muchas puertas, fui dejando calzado en consignación en varios locales y consiguiendo clientes mayoristas.
- Y de ahí, a los pies del presidente…
Para fines de 2015 abrí mi primer local en Palermo, donde además funcionaban el depósito y la oficina. Cuando asumió el cargo, le escribí una carta contándole mi historia y se la hice llegar junto a un par de zapatos negros a través de Juliana Awada. Ni sabía si los había recibido, pero tampoco perdí las esperanzas. Un domingo, mi mamá compró el diario porque sabíamos que saldría una entrevista que me habían hecho en Clarín, y ahí estaba Mauricio Macri en la tapa, a los 100 días de mandato ¡y con los Posco puestos! Se alinearon los planetas. Después de ese día me hicieron varias notas para contar mi historia, que se viralizó por distintos medios del país, y las ventas aumentaron un 500 por ciento. No me voy a olvidar nunca de las filas de gente para entrar al local del pasaje Santa Rosa.
- ¿Cómo fue la ampliación de la estructura luego de tanto crecimiento?
En ese momento abrí el local con una sola empleada, Ani, y ahora somos 25 personas entre el diseño de producto, la administración, logística y el equipo de ventas. El resto del producto se terceriza, aunque en un principio yo me encargaba personalmente de la compra y el corte de los cueros, y del manejo del depósito. Luego de consolidarnos en Palermo e inaugurar el e-commerce, abrimos un local en Recoleta y otro sustentable en Alcorta Shopping (ciudad de Buenos Aires), y, por último, uno en Resistencia, en la cuadra en la que me crie. Ahora estamos pensando en abrir otros canales de venta internacionales tanto físicos como virtuales, apostando a otros mercados, para poder ofrecer un producto competitivo, de alta calidad y que esté a la altura de la producción de otros países como Brasil, México o Japón.
“Con perseverancia, pasión y confianza se pueden realizar grandes cosas”.
- ¿Te ves todavía como un entrepreneur o como un empresario?
Como un emprendedor, siempre. Me definen el espíritu ambicioso, ese que me lleva a pensar siempre en un paso más, en subir cada vez otro escalón, y la adrenalina de conseguirse las cosas por uno mismo. Las personas no suelen emprender por el miedo al fracaso, y es algo que incorporé de chico y me incentiva. A mí no me regalaron nada, y todo lo conseguí por mi esfuerzo. Me costó tanto que el camino recorrido me mantiene vivo, a mí y al proyecto. Siempre es un desafío crecer y conectarse con gente, que es lo que más me divierte y me sale fácil, pero con mucha perseverancia, pasión y confianza en lo que uno hace se pueden realizar grandes cosas.
- ¿Cuáles son las ventajas de tu producto?
Es un calzado que resuelve una necesidad laboral y a la vez funciona como un híbrido entre zapato de oficina y zapatilla canchera, que también funciona para los fines de semana y para los momentos de ocio. Es muy “resolvedor” y tiene un público muy amplio, de todas las edades. Lo compran tanto los millennials para ir a la facultad como los sexagenarios de Recoleta que quieren sentirse jóvenes y estar cómodos.
- El año pasado creaste un modelo para la selección de fútbol. ¿De qué manera llegaste a los pies de Messi y Mascherano?
Fue otra idea que se me metió en la cabeza antes del Mundial. Estuve buscando llegar a la AFA y costó, pero yo no me rindo. Hicimos el calzado oficial para todo el cuerpo técnico y los jugadores, y fuimos a entregar 40 pares a Ezeiza. Fue un producto exclusivo, con el logo de la AFA y de FIFA grabado en láser, y con la bandera argentina en el talón bordada a mano con tres puntadas. La acción tuvo muchísima repercusión y me llenó de orgullo.
- Si tuvieras que elegir a cualquier persona del mundo para enviarle zapatos y contarle tu historia, ¿a quién le mandarías unos Posco?
A Elon Musk, el CEO de Tesla, y al fundador de Patagonia, Yvon Chouinard. Me parecen ambos unos genios. Son muy buenos para comunicar de qué se trata su marca. Son comunicadores, emprendedores y genios de marketing, controversiales, de pensamiento lateral, y me inspiran en la manera de no ir siempre por el camino tradicional, un poco lo que quise hacer yo.
MUJERES QUE DEJAN HUELLA
Luego de lograr un producto sólido y de afianzar un modelo de negocio monoproducto con 25 modelos de calzado distintos (en una gama de tres materialidades y colores diferentes), Gastón decidió incorporar a las mujeres al universo de Posco. “Adapté la marca a como soy yo. Hago lo que gusta, tratando de sacarla de lo más típico de la moda, llevándola a un plano más auténtico donde el foco está puesto en el trabajo en equipo y en la gente”, dice su fundador, y agrega que el año pasado lanzó una pequeña colección femenina de zapatillas con ocho variaciones de color. El diseño elegido se llama Kordoi y significa “cordón”, en vasco. Para su lanzamiento, Greco organizó una comida con emprendedoras de distintos campos creativos en el nuevo local gastronómico de su amigo Fernando Trocca, Orilla.