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Catalina Dlugi:
“Nunca hice un periodismo hiriente”

Su nombre es sinónimo de periodismo de espectáculo. Después de 25 años en TV, sigue vigente con una profesión que, dice, es su pasión. En esta charla habla de su relación con los famosos y del MeToo argentino. Señala que se siente orgullosa de vivir este momento histórico.

Fotos Gianni Mestichelli

Como lo supo hacer durante años en televisión y en el último tiempo a través de la radio; desde el propio sitio web que lleva su nombre o, simplemente, cuando alguien la reconoce por la calle para preguntarle qué serie ver, Catalina Dlugi tiene siempre una recomendación para hacer. “Me paran para preguntarme y yo les cuento lo que no se tienen que perder”, dice una de las mayores referentes del periodismo de espectáculos en nuestro país. Para ella, ver más de una película o serie todos los días es parte de una rutina, casi una religión.

El rostro de Catalina Dlugi supo instalarse en las casas de todos los argentinos, al frente de la conducción de varios ciclos. Hoy, ya lejos de El Trece, despunta el vicio televisivo en Tarde pero temprano (Net TV). Desde hace cinco años, su voz está presente todos los sábados en la AM, con Agarrate Catalina, por La Once Diez. Después de un largo camino, tal vez la radio sea hoy ese lugar donde ella da continuidad a esa expertisse con la pausa y el análisis que propone el dial. “Es un programa de entrevistas. La idea es tener una charla, que el entrevistado pueda abrirse, contar sus cosas distendidamente”, empieza comentando a Convivimos. Tener a la figura del momento y que se sienta relajada. Este parece ser su norte y ella lo grafica así: “Me gusta hacer entrevistas y que los famosos hablen sin el casete. Que se sientan cómodos”.

  • En tiempos de redes, donde el famoso vuelca contenido cuando quiere, ¿se puede seguir haciendo este tipo de entrevistas?

Sí, claro. La red social es lo que vos querés. Vos te sacás siempre la mejor carita, tu mejor versión. Ahora tenés posibilidades de efectos especiales. Te sacás 20 fotos y ponés la mejor. Se supone que un periodista va un poco más allá. Creo que es importante crear un clima. Por ejemplo, el caso de Calu Rivero, fue en mi programa y habló por primera vez del abuso de Darthés. Cuando nos encontramos después en un estreno suyo, ella me abrazó y me dijo: “Yo no pensaba hablar ese día. Pero lo hice”.

  • ¿Cómo llega uno, como periodista, a conseguir de forma bien intencionada ese tipo de declaración?

La charla lo fue llevando, ella se había ido de la novela y nunca se supo qué había pasado. Justo había ocurrido lo del MeToo. Calu venía de Estados Unidos y ante una pregunta en la que le dije que su nombre había estado relacionado con un tema de abuso, me dijo: “No, no estuvo relacionado. A mí no me lo tienen que contar, a mí me pasó”. Y se largó. Muchas veces hubo ese tipo de cosas.  

  • ¿Y qué lectura hacés vos del MeToo argentino, que afloró tal vez luego de las denuncias de Calu Rivero y que siguió con la de Thelma Fardin?

Es un tiempo histórico. Lo que pasa con las mujeres en el cine argentino de hecho lo contamos en un libro que escribí con Rolando Gallego. Se llama Mujeres, cámara, acción y trata sobre las mujeres en el cine argentino. Ahí tocamos el tema de lo que pasó con las denuncias de distintas organizaciones. Hablamos también de las pioneras, de las directoras mujeres. Hay muchísimas. Pensá que de una cantidad de alumnos que se inscriben en las escuelas de cine, más de la mitad son mujeres. Después terminan siendo asistentes de sus compañeros hombres. Eso pasa hoy.

CARRERA Y PASIÓN

Escuchar hablar a Dlugi sobre temas actuales como el MeToo o las redes sociales es, sin dudas, un síntoma del amor continuo que ella tiene por la profesión. Minutos antes de comenzar la charla, Catalina tenía abierto su celular en la web del diario español El País. Pero ahora el aparato descansa a un costado. “Preguntá lo que quieras”, dice amable en un bar de Recoleta, el lugar donde nos citó para la entrevista. Catalina vive en el barrio de Monserrat, pero es en esta zona donde va a la peluquería. “Sí, vengo desde allá. Encontrar un peluquero que te guste no es fácil”, afirma entre risas.   

   Cuando se le pregunta por los años de trayectoria, esquiva el número exacto. “¡Un montón!”, suelta esta mujer que estuvo 25 años en Canal 13, pero que dio sus primeros pasos en el periodismo gráfico, en las revistas Canal TV, Antena y luego en Radiolandia. “En una época, la única forma que tenías de seguir la programación era a través de esas revistas, donde se escribían los resúmenes de los capítulos de los programas”, cuenta. Apenas terminó de estudiar periodismo en el Instituto Grafotécnico, fue en busca de trabajo. Se presentó tardíamente a una beca que había en Editorial Atlántida para la revista Canal TV. “Ya sé que ya tomaron a alguien, pero quiero trabajar”, le dijo a un editor, que la mandó enseguida a hacer una nota con el elenco de Humor Redondo, un programa conducido por Juan Carlos Mesa, Carlos Garaycochea y Héctor Larrea, entre otros. Catalina fue a hacer la nota, gustó y quedó. Luego de su paso por Antena, hizo carrera en Radiolandia, hasta que a fines de los 90 logró el cargo máximo de directora.

“Lo que a mí me interesa es tener buena data”.

   Llegó entonces a la radio. “No tengo a nadie que me cuente el casamiento de Maradona”, le dijeron en AM Mitre. La ecuación volvió a funcionar: Catalina lo cubrió y, nuevamente, gustó. De la radio pasó a Canal 13. Le pidieron hacer producción en un programa de espectáculos junto a Gustavo Lutteral. Se iba a llamar Teleshow. “Lutteral no quería hacer chismes ni espectáculos, entonces me pidieron que lo conduzca yo. ¡No quería saber nada!”, suelta entre risas.

  • ¿Y qué pasó?

Me animé y lo condujimos finalmente con Macu Mazzuca. Era una época en la que todos los programas se llamaban “Tele”. Fue muy divertido. Después dejé la radio, me fui full time a Canal 13, en el nacimiento de TN. Ahí hice durante un montón de años Teleshow.

  • En esos 25 años hiciste muchas notas. ¿Podés hacer un podio de tus tres mejores entrevistados?

Hice de todo. Te digo los que a mí me gustaron: Martin Scorsese, Brad Pitt, Kevin Costner, Arnold Schwarzenegger… Era una época en la que al canal le interesaba y las distribuidoras te invitaban. En una época te llevaban una semana a Cancún y tenías mañana, tarde y noche las notas con todos los talentos. Hacías seis, siete notas por día. Lo tenías a Leo Di Caprio con su nueva novia ahí, a tu lado. Te traías entrevistas para meses.

  • ¿Qué rol ocupa la primicia en tu carrera?

La primicia, si es real, está bárbara. Lo que noto es que hay muchos sitios que hablan de duros reveses o polémicas, pero que luego, cuando entrás a la nota, te das cuenta de que es otra cosa. Yo entiendo que tenés que generar títulos y que la gente entre. Debe ser muy estresante. Pero lo que a mí me interesa es tener buena data. En Canal 13 era muy conocida porque venía uno y me decía: “Murió tal, vamos a darlo”. Yo decía: “Esperá, yo soy la que confirma”. Hice siempre eso.

  • En los últimos diez o quince años, ¿en qué cambió el periodismo de espectáculos?

Cambió mucho. La gente actúa de otras formas. En la época en que yo empecé a cubrir Mar del Plata, vos podías ver a una megaestrella recontra borracho, que no daba con la puerta del ascensor, pobre, y ningún fotógrafo levantaba la cámara.

  • Tal vez otros códigos…

Sí, no sé. A nadie se lo ocurría hacerlo. Eran otras épocas. Una de las cosas que hoy se exagera es lo mediático, pero también es divertido. Los personajes que te entretienen son los mediáticos. Hay figuras que dicen cosas e inmediatamente repercuten porque llaman la atención.

  • ¿Pensás que ese modo de actuar es lo que te da credibilidad hoy?

No se trata de destrozar a la gente, no es lo que me gusta a mí. Sí, totalmente. Eso me ha dado cierta credibilidad en la gente. Y es una de las cosas de las que me siento orgullosa.

  • ¿Y el chimento? ¿está mejor visto hoy?

Las fronteras se van corriendo. Antes el galán no podía hacer teatro serio. Ahora no es así, lo ves con Furriel por citarte solo un ejemplo. Con el chimento pasa lo mismo, hay menos prejuicio. Tal vez hay prejuicio con respecto a la diferencia entre lo cool y lo popular. Hubo un tratamiento diferente de la noticia cuando fue el accidente de auto del Pepo, que cuando fue lo de Chano. De todas formas, creo que este es un tiempo espectacular, se están poniendo las cosas en claro, por ejemplo, con el tema de los abusos. 

“Creo que este es un tiempo espectacular, se están poniendo las cosas en claro, por ejemplo, con el tema de los abusos”.

  • ¿Y la frivolidad, Catalina?

La frivolidad un poco está bien, me divierte. Yo creo que, durante el día, con tanta noticia dura y tremenda, uno necesita algo con qué distraerse. Un recreo. Yo no puedo estar todo el tiempo pendiente del dólar.

  • ¿Cómo fue para vos ir creciendo en un trabajo mayoritariamente de hombres?

Me fue muy bien, tengo que reconocerlo. Fue suerte o mi personalidad, no lo sé. Cuando yo entré a la redacción de TV Guía, ibas por un pasillo donde eran todos hombres, pasabas y los tipos paraban de hablar. Se hacían chistes del tipo “esta nota es para vos”, minimizando. Hoy creo que sucede cada vez menos, hay muchas mujeres lúcidas que frente a declaraciones fuertes defienden lo suyo. Pero también veo que hay hombres lúcidos que entienden este cambio. Me encanta vivir este tiempo histórico.

  • ¿Tenés amigos famosos del espectáculo?

Algunos, íntimos, no. Tengo buena relación más que nada, porque yo crecí con ellos. Y esa relación se basa en que yo tal vez nunca hice un periodismo hiriente. Con Joaquín Furriel, Miguel Ángel Solá, Ricardo Darín no es que voy a cenar, pero pasamos una vida juntos. En su momento, siempre lo cuento, fuimos a hacerle una nota a Héctor Larrea con la intención de contar quién era su nueva pareja, que luego sería la mujer con la que se casaría. Fuimos con mi marido actual, que es fotógrafo, y que en ese momento recién nos habíamos conocido trabajando. Larrea nos invitó luego a su casamiento y nos hicimos amigos.

  • ¿Qué es el periodismo de espectáculos para vos?

Es una pasión, me divierte mucho ver series, ir al cine, ir al teatro. Amo hacer entrevistas y si tengo que hacer frivolidad y chimentos, trato de darles un toque, o sea, uno puede aportar cosas, informar, darles sentido común, tal vez una calidez. 

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