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Carmen Alen y Rocío Ortiz de Latierro: La argentinidad for export

Dos amigas y diseñadoras formaron una marca para desafiar su creatividad y competir en el mercado internacional. Producción e identidad local como valor agregado.

Foto: Patricio Pérez

Carmen Alen (30) y Rocío Ortiz de Latierro (29) se conocieron en la carrera, durante largas noches de entrega en la Universidad de Buenos Aires. La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) las unió hace más de diez años, pero fue el trabajo a la par como diseñadoras en las marcas Trosman y Ayres (ambas integrantes de la misma empresa, Engrama) lo que selló el vínculo creativo que hoy llevan más allá, en una marca argentina pensada para exportación. En septiembre presentaron en Nueva York “Cassata”, su primera colección de verano basada en su representación de la identidad argentina. 

  • ¿Cómo y cuándo surgió el proyecto de tener una marca de exportación?

Rocío: Es algo que estuvo siempre latente. Compartimos mucho tiempo en la misma empresa, entonces, el diálogo creativo empezó desde muy temprano. Hace tres años, Carmen se fue de la empresa para abrir su propia marca, Alen, y allí continuó el feedback. El año pasado me fui de vacaciones a España, Carmen se había ido a Italia, y empezamos a dialogar sobre lo que nos llamaba la atención de esas culturas, de la sensación de sentirse en casa, los aromas, los recuerdos de la infancia. Siempre tuvimos la fantasía de saber qué pasa afuera con el diseño, de pensar cómo podríamos dialogar nosotras con el mundo exterior, con un cliente extranjero, después de haber trabajado tanto para acá. Entonces ahí nació el proyecto, en el que encontramos un lenguaje propio enfocando la marca para afuera. En él, el límite de precio no pesa tanto, y tenemos un poquito más de libertad en la morfología, la paleta de color y las texturas que elegimos.

  • ¿Por qué eligieron el nombre “Romen Carcio”?

Rocío: Sabíamos que queríamos que surgiera de nuestros nombres, pero a la vez no encontrábamos cómo combinarlos. Probamos de todo, y cuando escuchamos “Romen” nos sonó horrible, pero nos encantó que parecía un nombre italiano que surgía de los nuestros, que son españoles, además de que tiene esa cosa mágica de cuando sos chica y combinás los nombres con tus amigas.

  • ¿Y por qué apuntar a un cliente internacional?

Carmen: Para poder empujar nuestros límites como diseñadoras y no limitarnos por una cuestión de precio, como nos sucede en la Argentina. Quisimos ver qué nos pasaba en un nicho más grande, más competitivo y exigente en cuanto a la calidad del producto, como el mercado japonés, donde te dan vuelta las prendas para ver la tensión de las puntadas y el ancho entre cada una. Además, lo importante era llevar una propuesta creativa que fuera fuerte en cuanto al concepto de diseño. Para competir en el nicho en el que estamos tratando de meternos, de un producto de precio alto, necesitamos buenos textiles y muy bien confeccionados. 

  • ¿Por qué eligieron el nombre “Romen Carcio”?

Carmen: Para poder empujar nuestros límites como diseñadoras y no limitarnos por una cuestión de precio, como nos sucede en la Argentina. Quisimos ver qué nos pasaba en un nicho más grande, más competitivo y exigente en cuanto a la calidad del producto, como el mercado japonés, donde te dan vuelta las prendas para ver la tensión de las puntadas y el ancho entre cada una. Además, lo importante era llevar una propuesta creativa que fuera fuerte en cuanto al concepto de diseño. Para competir en el nicho en el que estamos tratando de meternos, de un producto de precio alto, necesitamos buenos textiles y muy bien confeccionados. 

“Hay mucha identidad argentina que no tiene nada que ver con el tango y el gaucho”.
Rocío Ortiz de Latierro

  • ¿Qué es lo que ustedes perciben como “lo argentino”?

Rocío: Nos interesó esa particularidad de ser argentinos como nietos de inmigrantes y qué es lo que nos queda de ellos. Sacar un poco a flote la cultura popular y hablar de la mesa gigante, de la gente gritando, de la cortina de baño floreada, del empapelado feo. Romen Carcio es el balneario marplatense, es la piedra blanca pintada, lo noventoso y lo setentoso. Es un postre rico, pero poco estético, un helado con cereza. Hay un montón de identidad argentina que no tiene que ver con el tango y el gaucho, y quisimos contar nuestro propio universo folklórico.

  • ¿Cómo tradujeron estos gestos argentinos en una primera colección?

Carmen: Tratamos de mezclar un cambalache de colores estridentes, que conviviera a la vez con pasteles para lo que es la sastrería. Hicimos unas calzas ensambladas tipo patchwork en dos tonos de marrón, que surgieron a partir del tiramisú. Pensamos en postres, en cortinas de baño y en manteles de flores para diseñar estampados con mi hermana Josefina, que es artista textil. También incorporamos trajes de tela de toalla, tafetas tornasoladas, en ese lenguaje de lo que se considera “grasa”, pero llevado a una sastrería impecable, con nuestra silueta, que es ancha de hombros y ceñida en la cintura, e incorporamos productos de playa, como remeras, bolsos y culotes floreados, con unas sandalias infladas haciendo juego.

  • ¿De qué manera se va a vender su marca en el exterior?

Rocío: En este momento tenemos un muestrario con nuestra primera colección en un showroom en Nueva York que se llama Bow & Arrow. Varios compradores lo visitaron durante el Fashion Week. A diferencia de la Argentina, donde vos primero fabricás lo que se va a vender para los locales o mayoristas, allá primero ven tu perchero con la próxima colección y recién ahí te hacen una orden de compra con los productos que saben que van a funcionar para su mercado, que puede ser en cualquier parte del mundo. Trabajamos a distancia, por medio de Skype, con una agente que nos recomendaron varios amigos diseñadores que ya habían trabajado con ella. Nos pidió ver el concepto de marca, la oferta de productos, y luego le enviamos la caja con la colección completa. Su devolución fue increíble: nos dijo que estaba muy contenta, que la colección le pareció muy sólida, al igual que la propuesta creativa, y que ya imaginaba con qué compradores funcionaría. 

LA UNIÓN HACE LA FUERZA        

Con más de diez años de experiencia cada una, además de grandes amigas, las diseñadoras reconocen el complemento laboral y creativo que existe entre ellas. 

“Es un trabajo de dupla ideal donde una tira la pelota y la otra batea”, dice Alen, quien además agrega que ella es la más conceptual del dúo y que admira y necesita a Rocío para traducir sus ideas más abstractas en prendas, recursos y siluetas que estén a la altura del mercado de la moda mundial. Por su parte, Ortiz de Latierro comenta: “Carmen maneja muy bien el universo conceptual de una marca y tiene muy en claro la identidad que quiere proyectar. Además de saber por dónde ir y por dónde no, se setea metas muy estrictas que me ayudan a mí a ordenarme, ya que a veces soy más pasiva”.

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