A “Soy Rada” lo motiva hacer reír y consigue hacerlo por todos los medios. Está recorriendo el país con su show Serendipia.
Foto Julio Juárez
Su casa, a las afueras de la ciudad de Buenos Aires, tiene muebles construidos por él. En sus ratos libres, Agustín Aristarán, el comediante, actor y músico, conocido como “Soy Rada”, disfruta de la carpintería. Estar entre maderas le es familiar porque era el oficio de su abuelo y las horas que pasó en el taller le dieron materia prima para su humor. Por ejemplo, la corneta que popularizó a través de sus sketches es una imitación al ruido que hacía el compresor de trabajo.
Aunque siempre tuvo claro que quería hacer reír, la puerta de entrada al mundo del espectáculo fue la magia. A los doce años comenzó su carrera recorriendo los escenarios de Bahía Blanca con una performance de trucos. Se convirtió en mago gracias a Papá Noel –o a sus padres Roberto e Inés– que, en vez de un camión de juguete, le trajo un set de varita y galera. Para ese entonces, la música ya era parte de su vida. Tocaba la batería en una banda de jazz y era el presentador. “Era el más histriónico del grupo”, reconoce.
“Me saqué la careta del éxito, la de que está todo bien siempre”.
“De la magia obtuve el control de la atención del público para hacer la trampa y tenerlo cautivo. Además, tiene un
condimento de comedia. Me sirvió para conseguir herramientas, fue un medio para hacer humor”, cuenta. Hoy es un artista que se mueve con soltura en distintos formatos, como teatro, televisión, cine e internet. También acaba de editar el disco Dada con su banda The Colibriquis.
En 2018, estrenó su unipersonal para la plataforma Netflix y este año abrió las puertas de su hogar para realizar #RadaHouse, un programa de entrevistas por YouTube. “Me gusta ser anfitrión y que venga gente a mi casa”, dice y aclara que en las reuniones es un tipo normal. “Hacer reír es mi trabajo, en una juntada con amigos no quiero estar trabajando”. Confiesa que hace poco empezó con la magia de la parrilla, hasta ahora los asados no eran lo suyo.
- ¿Fue más inesperado llegar al Gran Rex o a Netflix?
Todo me resulta muy inesperado y muy loco. La sensación es un poco contradictorita. Por un lado, es coherente que se den, trabajo mucho para que las cosas sucedan, pero cuando pasan, igual no dejan de sorprenderme. Son hechos lindos y grandes. Netflix no estaba en mis planes, sucedió y está bien, ya que cuento con las herramientas para poder enfrentarlo y emocionarme. Al igual que cuando llegué al Gran Rex.
- ¿Por qué hacés diversas cosas?
Puede ser porque soy muy ansioso, me aburro rápido, entonces necesito hacer varias cosas a la vez. Me gusta tener varios lugares para estar jugando e ir de un lado a otro.
- ¿Por qué hablás de juego?
Si no, no sería posible todo lo que hago. Es una parte fundamental de mi vida y es una filosofía. Pero el juego como adulto, no es que soy un nene inmaduro, al contrario, soy muy responsable, soy papá de una adolescente, Bianca. Todos jugamos, algunos nos hacemos cargo, yo tengo claro que lo hago y cómo. Jugando no hay límites para pensar.
- ¿Qué no hay que perder para seguir riendo?
La autocrítica. También sacar el resentimiento, nos hace mal como sociedad.
- ¿Conservás algo del chico que llegó a Buenos Aires?
Que no tengo miedo a hacer cosas. Sigo con esa mentalidad de no tener límites internos para encarar proyectos, cada uno con el mismo profesionalismo.
- ¿Sos adicto al trabajo?
Sí, me gusta mucho. También me tomo tiempo para no trabajar. Busco el balance, pero estoy en todos los procesos. Soy exigente, algo que juega a favor en el laburo.
- ¿Qué faceta encontrás en la composición?
Con la música llego a lugares diferentes que con la comedia y la actuación. Viaja por otros canales y me permite contar otras cosas. Digo lo que me pasa, libero y exorcizo.
- En la tapa del disco te quitás una máscara ¿qué caretas te has sacado?
En ese dibujo me sacó una de risa y queda un “Rada” más serio. Justamente esa, la de no estar siempre con una sonrisa. Es una mochila estar sonriendo todo el tiempo en la vida, que por mi actividad se espere eso. Me saqué la careta del éxito, la de que está todo bien siempre.
- ¿Sin Instagram no hay teatro o ya te consolidaste?
Ambas. Son tres años de hacer teatro ininterrumpidamente y el público que va ve algo de calidad. A veces, en las redes sociales se generan prejuicios, se dice “¡ah! la pegó con un video”. Quienes van al teatro saben del camino recorrido, también están quienes no conocen lo anterior.
- ¿El oficio del comediante se parece al de carpintero?
Totalmente. Una idea es un pedazo de madera, y para convertirla en un guion, antes tenés que preparar la madera, lijarla y pintarla para que quede linda.
CAFÉ CON HIELO
Toma muchísimo café, pero de una manera particular: cortado con leche y con bastante hielo. “Tenía diez años, había llegado un circo a Bahía Blanca. Como me fascinaban, siempre me metía. Esa vez me encontré con un payaso español y lo invité a merendar a casa”, recuerda sobre cómo descubrió ese gusto especial.
Con Serendipia en octubre visita Córdoba y La Plata, en noviembre San Juan, Mendoza y San Luis. Se despide el 15 de noviembre en el Gran Rex.