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Guardapolvos blancos

El guardapolvo o delantal blanco no es solo el uniforme escolar obligatorio para el personal docente y los alumnos en el nivel primario en la Argentina; simboliza la educación pública y gratuita en todo el país.

Pero revisemos sus orígenes, ya que toda historia, cuando es bien comprendida, nunca es en pasado.

Ya Sarmiento proponía durante su presidencia el uso del guardapolvo como símbolo de uniformidad. Lo llamaba “hábito escolar” en analogía al “hábito religioso”; ambas, maneras de adherir a los valores de una nueva cultura republicana.

No obstante, la idea no prosperó hasta 1915, cuando una maestra de una escuela porteña retomó la idea. Matilde Filgueiras, atenta a situaciones que alteraban el orden del aula, decidió explicar a padres y madres que “la ropa ponía en evidencia las distintas posibilidades económicas y que, antes o después, generaría conflictos y divisiones”. 

A pesar de su lógica, nadie acordó con ella; la pensaban exagerada. 

Tuvo que esperar hasta ser designada directora del colegio para retomar la propuesta de uniformar a los chicos; y agregó una condición: que el color de la tela fuera el mismo para todos.

El nuevo planteo causó revuelo. Algunos padres argumentaban el elevado costo económico que representaría la confección, y otros, ya convencidos, no coincidían en el color por utilizar.

(Los desacuerdos entre padres y madres, cuando son bien recordados, nunca son en pasado).

Persistente, la mujer compró con su propio dinero género blanco, lo fraccionó y distribuyó entre las familias, proponiendo además un modelo único de delantal. 

“Ya Sarmiento proponía durante su presidencia el uso del guardapolvo”.

Como respuesta recibió una denuncia ante el Ministerio de Educación. Los padres no entendían “por qué la escuela gratuita obliga a hacer un gasto que no está contemplado en sus magros presupuestos”.

(Los esfuerzos económicos que deben realizar padres de escolares nunca son en pasado).

La intervención de las autoridades fue sorpresiva, fundamentada en un concepto médico novedoso: “El uso de guardapolvos tiene ventajas higiénicas y ayudará al control de enfermedades transmisibles”. 

Cuando todo parecía encaminado, el Consejo Nacional de Educación finalmente recomendó el uso del guardapolvo blanco, pero solo “para el personal docente durante las horas de servicio y dentro de la escuela”. Los chicos siguieron vistiendo lo que tenían.

(Si los adultos escriben la historia, los niños suelen ser habituales ausentes).

Hubo que esperar 24 años hasta ver promulgado el uso obligatorio entre estudiantes. Lo hizo el primer gobierno peronista, en el marco de un programa educativo basado en valores de países europeos que exhibían en todos sus uniformes agresivos símbolos de nacionalismo.

Con el tiempo, el guardapolvo (delantal, uniforme) se transformaría en algo más que en una indumentaria: expresaría el rol regulador del Estado en la educación pública formal.

(Esta historia no se limita a delantales; habla del intervencionismo estatal sobre aspectos cotidianos y que alterna entre el liberalismo pragmático y una protección absoluta).

Las diferencias sociales y los fuertes desamparos infantiles, que nunca son en pasado, obligan a buscar un punto de equilibrio que no parece llegar.

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