Alimentos: Lista negra y lista gris

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La preparación de los alimentos durante el primer año de vida suele ser una tarea concienzuda, pero basta llegar al primer cumpleaños para que, a modo de mala aduana, se libere el consumo de alimentos potencialmente dañinos para la salud.

“Puede comer de todo” suele ser la frase que desactiva los cuidados. Es por ello que importa recordar dos listas: la negra y la gris.

La primera incluye productos que afectan de modo inmediato, por lo que nunca deberían ser ofrecidos a los chicos: carne poco cocida, miel cruda, sal, azúcar refinada, mariscos, frutos secos, bebidas con cafeína y productos en conserva.

“Carne cruda” incluye salame, kepi crudo y fiambres no cocidos, que en nuestro medio se asocian al temido síndrome urémico hemolítico.

La miel conlleva el riesgo de que contraigan botulismo en los primeros años, mientras que la sal y las conservas representan una carga excesiva de sodio para el riñón infantil, además de contener grasas saturadas y nitratos.

Los mariscos bivalvos (mejillones, almejas) esconden bacterias que podrían generar severas infecciones intestinales. 

Los frutos secos contienen nutrientes valiosos, pero enteros son la primera causa de obstrucción respiratoria; además, provocan reacciones alérgicas en niños propensos.

Bebidas con cafeína (café, té, mate cebado y ciertas gaseosas) originan crisis de excitación psicomotriz, gastritis y hasta alteraciones del ritmo cardíaco.

Muchos de estos peligros se reducen con la edad, pero es mejor no acostumbrar el paladar infantil a productos que no son indispensables para su nutrición.

PREVENCIÓN

Como en tantos otros aspectos, la infancia es territorio oportuno para instalar hábitos saludables.

Se estima que, sin dichos hábitos, los niños que nacen hoy podrían sufrir enfermedades (isquémica coronaria, accidentes cerebrovasculares o hipertensión arterial) antes de los 40 años y sobrepeso –con todas sus consecuencias negativas– en la segunda década de la vida.

“La infancia es territorio oportuno para instalar hábitos saludables”.

Cualesquiera sean las costumbres familiares, las creencias heredadas y el “tamaño del bolsillo” para alimentarse, la lista negra no admite discusiones.

En cambio, la lista gris es más flexible. La componen alimentos que los chicos adoran, pero que son potencialmente dañinos a mediano plazo dependiendo de la cantidad y la frecuencia de consumo.

Son snacks artificiales, jugos artificiales, galletas rellenas, cereales azucarados y grasas de origen animal, todos alegremente asociados a festejos de cumpleaños o a regalos de abuelos que malcrían sin límites.

Los snacks afectan por su alto contenido de sal y por la tartrazina, colorante asociado a alergias respiratorias o dérmicas; de igual modo actúan los jugos artificiales, tanto los líquidos como los en polvo.

Las tan deseadas galletas rellenas y los cereales –con exceso de grasas saturadas y de azúcar– marcan el camino al sobrepeso y a la enfermedad obstructiva arterial, del mismo modo que los productos con sabor umami (sabroso): la piel del pollo, la grasa vacuna y de carne de caza.

Así planteadas las listas, así planteados los riesgos. 

Cada quien decidirá lo propio, pero sabiendo que la salud del futuro queda más cerca de lo imaginado.