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Tema: El tiempo

A los seres humanos nos gusta hablar del tiempo. En ese sentido, nos viene bárbaro que un día nos derritamos por el calor y otro día veamos la lluvia caer a baldazos. Salimos a pasear, nos encontramos con alguien y, tras el saludo inicial, zas, nos encargamos de recordarnos mutuamente el calor sofocante que estamos viviendo o la humedad que no nos deja secar la ropa… En fin, esta necesidad innata de charlar sobre el tiempo incluso fue estudiada por varios teóricos.

El lenguaje nos sirve para comunicarnos y, dentro del extenso abanico de expresiones posibles, el hablante entrelazará las palabras para formar un mensaje acorde a su intención. Una de las funciones del lenguaje es la fática, y tiene como objetivo facilitar el contacto social y salvar momentos incómodos para luego transmitir mensajes con más contenido.

Se manifiesta en aquellas preguntas obvias, por ejemplo, cuando vemos a alguien con un cigarrillo encendido en la mano, echando humo por la boca, y le preguntamos: “¿Fumando?”; frases que le indican al otro que estamos atentos, como “te sigo”, “ajá”, “claro”; o el ya mencionado tema “tiempo”.

Este tipo de charlas, analizadas fuera de contexto, parecen sin sentido, sin embargo, es una parte fundamental de la comunicación humana. Tienen una función muy importante, que es la de entrar en contacto con el otro, demostrar que seguimos con atención lo que nos cuenta, o romper el hielo en aquellas situaciones en las que estamos compartiendo un espacio con alguien a quien no conocemos.

El término “fático” nació en el argot de la lingüística, viene de la palabra inglesa phatic, que a su vez deriva de la voz griega phatikós, que significa “asertivo”, es decir que sirve para afirmar que el otro está del otro lado.

“Una de las funciones del lenguaje es la fática, y tiene como objetivo facilitar el contacto social”

En este verano, un tema genial para tratar fue el calor, así que vamos a hacerle los honores a la comunicación fática.

¿Sabían que el término “bochorno”, además de referirse a la desazón producida por algo que ofende, molesta o avergüenza, también significa “calor sofocante”? Es decir, estamos frente a una buena oportunidad de incorporar esto como parte de nuestras comunicaciones fáticas. Avancemos. 

El bochorno está asociado a temperaturas muy altas o a situaciones de temperaturas algo más bajas, pero con alto contenido de humedad, que causan molestias y sofocos en las actividades humanas cotidianas. 

Esta palabra deriva del latín: vulturnus, que significa “viento del este”. Este viento es propio del Mediterráneo. Se forma en el desierto del Sahara y se desplaza por el norte de África y el sur de Europa. Se caracteriza por ser muy cálido y por arrastrar arena roja. Se le asocian efectos negativos, desde catarros hasta locura. Lo podríamos comparar con nuestro zonda.

Por estas terribles cualidades, los antiguos romanos le rendían culto al dios Vulturno, en cuyo honor se celebraban las fiestas vulturnales en agosto. Siendo así, tendremos que ver a quién podemos venerar nosotros para que nos libere de los calores sofocantes, o tal vez sea mejor continuar así y seguir teniendo temas de conversación. Lindo día, hoy, ¿no?

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