Esta tarde volvรญ a caminar bajo la lluvia. Las gotas eran pequeรฑas y me rozaban el rostro con la frescura tรญpica de un comienzo de otoรฑo. No fue una caminata de rutina, hoy me sentรญ como un niรฑo de nueve aรฑos con ganas de descubrir el mundo. Empecรฉ por mi barrio.
Los jacarandรกs de la cuadra mueven sus hojas verdes, dejando caer las รบltimas flores lilas que asomaron durante el verano. El agua moja, pero no me importa, porque me recuerda la niรฑez en mi pueblo, chapoteando en la lluvia con mis botas de goma, corriendo carreras en las acequias con cucharitas de helado llevadas por la corriente. Que no pare, que no pare de llover…
Mi cara estรก empapada. Entorno los ojos, dejo que un hilo delgado de agua recorra mi nariz y se transforme en gotas que se zambullen como si tuviesen un trampolรญn. Estoy tan feliz como Tim Robbins en Sueรฑos de libertad despuรฉs de escapar arrastrรกndose quinientos metros por una cloaca llena de excrementos y emerger bajo una lluvia gloriosa y purificante que lo hace hombre libre otra vez. Miro hacia arriba, ahora el agua me golpea el mentรณn y levanto los brazos como Tim. Soy libre y feliz…
A los nueve me gustaban los sรกnguches de milanesa, los caramelos Sugus y las tutucas de maรญz. Me cruzaba al cine del frente y subรญa hasta la casilla del operador, para ver desde un cuadradito de 15×20 cรณmo se proyectaban las pelรญculas. Cuando sea grande voy a ser director de cine. Me gustaban dos chicas de mi curso y una del curso superior. Las miraba y me ponรญa colorado como un tomate. ยฟSabrรกn ellas cuรกnto me gustabanโฆ?
Con la lluvia golpeando las chapas de zinc del techo, soรฑaba con astronautas y Jane Fonda, con pistoleros y Jane Fonda, con dinosaurios y Jane Fonda. A veces la cambiaba por Raquel Welch, pero en la maratรณn final, Jane ganaba 8 a 1. ยฟCรณmo estarรก Jane hoy, no tendrรก reuma gota…?
โNo fue una caminata de rutina, hoy me sentรญ como un niรฑo de nueve aรฑos, con ganas de descubrir el mundoโ.
A esa edad, habรญa viajado una sola vez a Cรณrdoba, para visitar a mi mamรก enferma. Llevaba una piedrita de la suerte para que ella sanara y la apretaba fuerte, fuerte, fuerte cuando entraba al Hospital Italiano. Cuando sea grande voy a ser mรฉdico. Que se cure, que se cure…
Me gustaba comer una granada a la siesta, cuando el pueblo era viento y silencio. O una manzana roja. Y los sรกbados era uno de los primeros en llegar a la canchita del cura. Con lluvia, los partidos de fรบtbol se tornaban una gesta รฉpica, parecida a la batalla del ejรฉrcito de Jon Snow contra los Caminantes Blancos en Game of Thrones. La รบnica diferencia es que en la canchita se pegaba mรกs fuerte. Cuando sea grande voy a ser jugador de fรบtbol. Heyyy, Scaloni, reservame el puesto…
Miro para atrรกs y me veo saliendo de la pileta del balneario todo mojado. Tengo una malla marca Tacchini. Cuando sea grande voy a ser buzo. O equilibrista de circo. O espadachรญn del rey. Al final de cuentas, somos lo que jugamos. Sigo bajo la lluvia, disfrutando el trayecto, jugueteando. Empapado y feliz, recuerdo aquello que me deslumbraba en esa รฉpoca. Cuando sea grande voy a volver a cumplir nueve aรฑos.