¿Se han preguntado alguna vez cómo llegó la grafía a incorporar la coma? Hasta la Baja Edad Media, la costumbre era la scriptio continua (escritura continua). No había espacio ni puntuación entre las palabras, y se escribían en mayúsculas. En un caso actual, podría ser: “MIMATELISTO”. Acá podemos entender: “Mi mate listo” (un relato simple) o “Mímate, listo” (una especie de insulto). Diferente, ¿no?
Con el paso del tiempo y los avances en la grafía, la coma, ese pequeño signo ortográfico, es cada vez más protagonista, pues es capaz de modificar sentidos. Veamos un caso en el que una pareja puede consolidarse o destruirse por una simple coma. Una cosa es decir: “Mientras me desvestía, Juan, mi marido, entró en el dormitorio”; y otra muy diferente: “Mientras me desvestía Juan, mi marido entró en el dormitorio”. ¡Apa! ¿Vieron?
En algunos casos, la coma es facultativa, es decir, opcional. Sin embargo, en otras ocasiones su uso será esencial para la construcción del sentido. A veces el empleo de este signo está ligado al gusto de quien escribe, sin embargo, existen normas que marcan su presencia obligatoria para ayudar a la claridad del texto.
Este pequeño signo indica una pausa breve y separa ideas que tienen entre sí una relación de analogía. No siempre su presencia responde a la necesidad de realizar una pausa en la lectura; asimismo, existen en la lectura pausas breves que no deben marcarse gráficamente con comas.
La coma tiene varios usos, entre ellos, se emplea para separar elementos de una enumeración. Ejemplo: “En su bolso metió libros, cuadernos y su billetera”. Por su parte, cuando la enumeración es exhaustiva y se pone una conjunción (y, e, o, u, ni) antes del último término, no se coloca el signo en cuestión; excepto que el último elemento sea distinto a los otros: “En su bolso metió libros, cuadernos, su billetera, y partió”.
“Con el paso del tiempo y los avances en la grafía, la coma es cada vez más protagonista”.
El vocativo, empleado para nombrar a alguien, se pone entre comas. Por ejemplo: “Lucía, estás triste hoy”. Lo mismo ocurre cuando se escribe una interjección: “¡Ah, volviste temprano!”.
En aquellos casos en los que se omite el verbo, la coma es la encargada de reemplazarlo: “Quienes tengan la entrada, por esa puerta”. A su vez, en las citas textuales, antes del verbo de dicción, es necesario emplear este signo: “‘El show fue un éxito’, dijo el músico”.
Menos difundidos, pero no menos importantes, son los casos en los que la coma representa un error gramatical grave. Es necesario saber que no se coloca coma entre el sujeto y el verbo. Es frecuente esta equivocación porque en la oralidad, muchas veces, se hace una pausa entre quien realiza la acción y el verbo. Sin embargo, en la escritura, poner una coma aquí es gramaticalmente incorrecto porque rompe un sentido de unidad.
En este mismo sentido y por la misma argumentación, no se escribe coma entre el verbo y cualquier otro elemento de la oración inmediato a él (objeto directo, objeto indirecto, predicativo obligatorio).
Es pequeña, es simple, pero es muy importante, por eso: no se coman la coma.