A ver, detengamos el tiempo. No es fรกcil. Ya lo han intentado varios y fallaron. Pero esta propuesta es mรกs sencilla: detengรกmoslo solo un momento, allรก lejos. Por ejemplo, recordemos aquellos sรกbados y domingos cuando todos รญbamos al cine. Para hacerlo mรกs fรกcil, retengamos solamente la sensaciรณn de ese recuerdo. Al sentarnos en la butaca sabรญamos que nos esperaban las aventuras, los viajes en el tiempo y el espacio. Ni bien se apagaba la luz, desfilaban para nosotros palacios, selvas, desiertos, reinos y mares. Una deliciosa cosquilla nos empezaba a envolver y duraba no solo el tiempo de las dos pelรญculas que veรญamos, sino que se extendรญa infinitamente por todos los recovecos de nuestra mente.
Esos fines de semana, que arrancaron cuando lucรญamos pantalones cortos, se extendieron hasta cuando empezamos a entender lo que era una crisis econรณmica. Con los primos y amigos crecimos frente a la pantalla, fuimos niรฑos, adolescentes o jรณvenes y todos los bondis nos dejaban en la puerta.
Estiremos el momento un poquito mรกs, como si fuera un Bazooka bien masticado. En los primeros aรฑos esperรกbamos la raciรณn de dibujos animados, pero luego querรญamos historias mรกs jugadas: piratas y vikingos, caballeros y cowboys, astronautas y mosqueteros, aventureros, reyes y princesas, guerreras, legionarios y egipcios, marines e indios en todo tipo de batallas y escaramuzas.
Asรญ llegaron Tarzรกn, Drรกcula, Sansรณn perdiendo la fuerza por Dalila, Hรฉrcules, James Bond, Indiana Jones, Harry el sucio, Han Solo y Napoleรณn Solo. Vinieron tambiรฉn las carcajadas con Chaplin, Jerry Lewis, Cantinflas, el Inspector Clouseau. En Semana Santa reinaban las bรญblicas, cualquiera sea el santo: Noรฉ, Abraham, Moisรฉs, David. En las navidades, Walt Disney marcaba la cancha.
Dejemos que el momento perdure. Las praderas americanas eran galopeadas por John Wayne, James Stewart y Gary Cooper. Balaceras y atracos a bancos en pleno oeste. Marlon Brando serรก siempre el rostro de don Corleone. Y Audrey Hepburn serรก la princesa que querรญa vivir.
โEstiremos el momento un poquito mรกs, como si fuera un Bazooka bien masticadoโ.
Acompaรฑamos a Charlton Heston huyendo de marabuntas y simios, en el circo o con revรณlveres. A Jane Fonda seduciรฉndonos con Barbarella. A Kirk Douglas y su hoyuelo en Espartaco, el esclavo que le da una soberana paliza al emperador, a Marilyn y Brigitte con sus curvas, a Burt Lancaster con su sonrisa peleadora, Gregory Peck apuntรกndole a los caรฑones de Navarone, el pelado Yul Brynner como cosaco, corsario, egipcio o pistolero y Tony Curtis como compaรฑero de muchos de ellos.
Tambiรฉn habรญa espacio para pispear el 2001 o enfrentarnos a invasiones alienรญgenas en guerra con otros mundos. O para zapatear y animar a los aliados contra el Eje en Tobruk, Anzio, Normandรญa, Pearl Harbor o Iwo Jima.
Y asรญ, entre selvas, mares y castillos, entre lo espacial, lo valiente, lo divertido y lo espectacular nuestra mente se llenรณ de luz y alegrรญa. ยฟViste? No es tan difรญcil. Detuvimos el tiempo solo un instante y volvieron todos estos magos de los sueรฑos a sacar conejos de la galera. Maรฑana lo hacemos de nuevo.
