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Adicciones en el embarazo

Es reconocido que el consumo de sustancias tóxicas puede causar situaciones problemáticas en personas de cualquier edad y condición. 

Afecta tanto el consumo en sí como los hábitos de vida de quienes se aferran a estimulantes externos para experimentar sensaciones no disponibles en su vida cotidiana; las drogas lícitas o ilícitas suelen asociarse a pobre alimentación, descanso insuficiente y, en muchos casos, a enfermedades infecciosas.

El problema empeora si quien consume está gestando. Los daños se potencian al estar involucradas dos personas: la madre y el niño o la niña.

Si bien el fenómeno suele asociarse a drogas ilegales (marihuana, cocaína, metanfetaminas), las embarazadas están expuestas a una monumental, inesperada y silenciosa epidemia causada por el consumo de otras sustancias socialmente aceptadas: alcohol, tabaco y productos ultraprocesados.

Según datos oficiales, más del 40 por ciento de las gestantes consumen alcohol durante el primer trimestre del embarazo, período más permeable a daños irreversibles en el embrión. Muchas mujeres no sabían que estaban gestando; otras no consideraban que fuera peligroso.

El problema central reside en que no hay relación directa entre la cantidad o graduación consumidas y el perjuicio. Pequeñas dosis o consumos aislados podrían derivar en bajo peso al nacer, asfixia perinatal o prematuridad, así como trastornos posteriores de la vida infantil, como bajo rendimiento intelectual y predisposición al consumo de alcohol.

Esto justifica políticas de “alcohol cero” durante todo el embarazo. 

El tabaco fumado es otra adicción socialmente “aceptada”. Aun cuando abunda información sobre sus efectos nocivos, un 26 por ciento de mujeres no interrumpen el hábito durante la preñez. 

Al igual que con el alcohol, los daños sobre el embrión y el feto no dependen de la cantidad consumida. Más de 7500 sustancias contenidas en los cigarrillos pueden causar, entre otros trastornos, malnutrición fetal, trastornos neurológicos y anomalías craneofaciales.

“Los productos ultraprocesados están presentes en el 50 por ciento de las dietas alimentarias”.

Sin embargo, ninguna de las anteriores adicciones alcanza la dimensión que representan los productos ultraprocesados (con aditivos, conservantes y colorantes), presentes en el 50 por ciento de las dietas alimentarias actuales. 

Según #Realfood, movimiento mundial que propone el consumo de comida verdadera y fresca, los principales ultraprocesados insalubres son las bebidas azucaradas, las carnes procesadas, la panadería industrial, las salsas comerciales y los precocinados listos para calentar. 

En la actualidad, resulta extremadamente difícil sostener dietas de alimentos frescos que cubran las necesidades nutricionales del binomio madre-hija/o.

Y como si esto no fuera suficientemente sorpresivo, otra adicción merece ser nombrada: la tecnológica, la que distrae la mirada de las gestantes a las pantallas. No es descabellado desconfiar del compromiso de crianza en tecnoadictos.

En conclusión, cualquier consumo excesivo puede afectar la salud de las nuevas generaciones, causando problemas físicos al nacer y trastornos conductuales en edades posteriores. 

Por ello, aunque resulte difícil actuar en una sociedad tecnoinvadida y con tentaciones de consumo, lo recomendable durante el embarazo es “adicciones cero”. 

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