Maestro”. ¡Qué palabra! “Persona que profesa la enseñanza”. Una de las definiciones del viejo diccionario de mano. Hacer docencia implica practicarla de verdad. En las aulas, en las calles, en los hogares, en la vida toda.
Maestra es la obra que realiza alguien de manera extraordinaria, única, irrepetible.
Con ese sentido y pensando en el mes de los maestros es que vuelco en nuestra querida revista una serie de acontecimientos que nos acercan a la palabra, sin apuntar directamente a quienes en los colegios hacen posible que el derecho a la educación sea disfrutado por la mayor cantidad posible de personas.
Una obra maestra fue el segundo gol de Diego Maradona a los ingleses. Eso para que se dispare en usted, lector, toda una cabalgata de hechos maestros en el deporte que sea. Un tanto de Federer, una maniobra de Ayrton Senna, un doble de Michael Jordan, un try de Los Pumas…
Un maestro en el deporte se encuentra en cada potrero y en viajes imaginarios en los entrenamientos de los clubes más importantes del mundo. Una vez llegué al entrenamiento de mi club, en Río Cuarto. Ya era adolescente crecido. Jugaba en reserva. Y el técnico, un veterano de grandes luchas, nos juntó en la mitad de la cancha. El hombre nos mostraba a diario sus conocimientos del juego. Pero esa tarde la charla giró en torno a un episodio entre dos compañeros, sucedido el domingo anterior en el partido y que siguió en los vestuarios con algunas piñas al aire. El discurso tuvo una simpleza y una llegada tan conmovedora con fundamentos en la amistad, el compañerismo, la igualdad de posibilidades, la manera en la cual el camarín emparejaba las realidades, increíble. La carga de pequeños o grandes dramas familiares y laborales que se traen con uno al entrenamiento o partido y una de las formas más eficientes de soportarlo y pelearle al momento es contar con mosqueteros de verdad, cerca de uno. Ese señor era un maestro.
Es que es bueno contarle a un nadador cómo mover los brazos en determinado estilo, pero si además se es capaz de llegarle al deportista a lo más hondo de los comportamientos de vida, será muy bueno.
León Najudel, Carlos Griguol, Amílcar Brusa, Rubén Magnano, Marcelo Bielsa integran una larga lista de nombres que satisfacen estas expectativas de la enseñanza.
“¡Qué maestro!”. Una expresión tribunera habitual cuando se observa una rabona, un pase magistral, un drive único, una volcada que emociona. “¡Ese es un maestro!”. Otra expresión que puede provenir de una popular, pero que también escuchamos cuando nos cruzamos por la calle con un hacedor de comportamientos. Desde su ejemplo y enseñanza. Y vale para el de la escuela y el de la calle. Cuantos más maestros existan en todos los órdenes, mejor será la convivencia de la sociedad a pleno. Y esa expresión que sale del corazón –“¡Qué maestro!”– tendrá un sentido de agradecimiento infinito. A la maestra de cuarto grado o al técnico del equipo del barrio.
Ilustración: Pini Arpino
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