Por medio de la lengua, los seres humanos expresamos el pensamiento. Buscamos las palabras exactas para que quede reflejado nuestro mundo interior de la mejor manera y para que nuestro interlocutor pueda comprendernos. “Las palabras que nada mencionan son simples ruidos”, afirma el filólogo alemán Karl Vossler.
La lengua es una herramienta del pensamiento. La empleamos para que el otro pueda entender lo que queremos, lo que ofrecemos, lo que pretendemos. Invitamos al otro a participar de nuestra conversación cuando utilizamos términos que se ajustan a lo que queremos expresar.
“Suplantar y reemplazar suelen usarse como sinónimos, pero es un error”.
Días atrás, leía un artículo periodístico que decía: “Es una inminencia en su campo, es especialista en infancia y familia, y nos cambió la vida”. “Inminencia”: ‘cualidad de inminente (que está por suceder prontamente), especialmente tratándose de un riesgo’. ¡A la fresca! ¡Entienda el que pueda!
QUID PRO QUO
Quid pro quo es el nombre que recibe el error que consiste en tomar algo por otra cosa. Es emplear una palabra con el significado de otra.
A veces, en literatura se construyen metáforas o figuras literarias en las que los términos adoptan otro sentido. Aquí podemos ver una búsqueda, una intención.
Sin embargo, es frecuente encontrar vocablos empleados con otro significado de manera errónea. Esto ocurrió en el ejemplo anterior. Donde dice “inminencia”, debió decir “eminencia” (‘en el ámbito intelectual, persona que sobresale en mérito en su profesión’). Es precisamente esto lo que es bueno evitar para aportar al cuidado de la lengua.
Analicemos algunas palabras que se emplean con el significado de otras:
Suplantar / reemplazar. Suelen usarse como sinónimos, pero es un error. “Suplantar” significa ‘ocupar con malas artes el lugar de alguien’; mientras que “reemplazar” es ‘suceder a alguien en el empleo, cargo o comisión’. Ejemplos: El dictador suplantó al presidente. La maestra suplente reemplazó a la titular.
Infligir / infringir. Es frecuente confundir sus significados, pero no hay que perder de vista que, mientras “infligir” quiere decir ‘imponer un castigo’, “infringir” expresa ‘quebrantar leyes, órdenes’. Ejemplos: Le infligieron una reprimenda. Mario infringió las normas de tránsito.
Adolecer / carecer. Muchas veces se emplea la palabra “adolecer” con el sentido de “carecer”. “Adolecer” significa tener algún defecto, mientras que “carecer” implica que a algo le falta alguna cosa.
Detentar / ejercer. “Detentar” es retener de manera ilegítima el poder; en cambio, “ejercer” significa poner en práctica los actos propios de un oficio, facultad o profesión. Por ejemplo, un presidente constitucional ejerce el poder, mientras que un dictador lo detenta.
Sin duda, el juego de palabras, la resignificación de los términos, la carga social e histórica que reciben los vocablos hacen del idioma un cúmulo danzante de signos y significados en el que cada expresión puede dibujar nuevas figuras.
Lo que resulta claro es que para poder hacer la rebelión de las palabras, tenemos que saber de lo que hablamos. Es decir, debemos conocer qué significado estamos rompiendo, para darle un horizonte.
Evitemos simples ruidos y usemos la lengua con la maravillosa precisión que nos regala, para que el otro entienda lo que verdaderamente queremos decir.