Ilustración: Pini Arpino
Esas jornadas de calor, de viento que pega en la frente sin refrescar. Diciembre de 1971. Año de arranque de una década prolífica en hechos. Para todos los gustos. Buenos y malos.
Los 60 nos habían marcado entre el hombre en la luna, el hippismo, los Beatles y una Argentina de vaivenes políticos. No le iría en zaga la década siguiente.
Alejandro Lanusse era el presidente de facto. El año había arrancado con Roberto Levingston al frente del país. Ambos militares. Estaban desde el 66, cuando destituyeron a Arturo Illia.
Roberto Rimoldi Fraga cantaba Argentino hasta la muerte y Heleno, La chica de la boutique. La novela Nino, con Enzo Viena, alcanzaba 50 puntos de rating.
El fútbol tenía para fin de año a Independiente campeón del Metropolitano y un Torneo Nacional atípico. Habían llegado a semifinales los dos equipos rosarinos. Nunca un conjunto de fuera de Buenos Aires o La Plata había salido campeón.
La ubicación en la tabla de cada una de las zonas determinó que Independiente se midiera ante San Lorenzo y chocaran entre sí Central y Ñuls.
Hay tanto material literario referido a ese partido jugado el 19 de diciembre que hasta el “Negro” Fontanarrosa, célebre hincha “canalla”, escribió un cuento titulado, justamente, 19 de diciembre de 1971. Tanta ficción y realidad, que se puede asegurar, de verdad, que en Rosario se paró el mundo.
Entre el 18 y el 19 se sabrían los finalistas. Los dos partidos se disputaron en la cancha de River. El 18, San Lorenzo le ganó por penales al “Rojo”, después de empatar en dos, y al otro día sucedió. Se enfrentaron el Central de Ángel Labruna y el Newell´s del Gitano Juárez. Con un gol antológico, de “palomita”, de Aldo Pedro Poy, ganó Central, uno a cero.
Pasaron 48 años y aunque ustedes no lo crean (los rosarinos lo saben), Poy, que ya tiene 74 años, se arroja en “palomita” cada 19 de diciembre en los festejos “canallas”, recordando aquel día. La celebración ha sido llevada a otras ciudades y países, y hay quienes tratan de incluirlo en el Libro Guinness, como el gol más festejado de la historia.
La cuestión es que ya estaba decidido que quien pasara jugaría la final en Rosario. En la cancha del otro. Y Rosario Central y San Lorenzo la jugaron el 22 de diciembre, en el Parque de la Independencia, ante 31 mil espectadores.
Ganaba el Ciclón con gol de Scotta de arranque, pero Gramajo y Colman lo dieron vuelta. Por primera vez, un equipo de “tierra adentro” ganaba un torneo de Primera de AFA. Fue el Central de Labruna. Menotti, Jorge González, Pascuttini, Fanesi, Mario Killer, Carlos Aimar, Landucci, Colmán, Poy, Bóveda y Gramajo fueron los titulares esa noche. Inolvidable para cualquier “canalla”. Distinta para el fútbol argentino, que ya se había despegado de la hegemonía de los “cinco grandes” con los títulos de Estudiantes en el 67, Vélez en el 68 y Chacarita en el 69. Ahora le tocaba a uno de “afuera”. Ese fue Rosario Central. Newell´s, tendría su revancha, cuando en el 74, ganó el Metropolitano, en cancha de su eterno rival, luego de un heroico empate en dos.
La pasión, según Rosario, tocó techo ese 1971.