Para entender mejor el concepto de terroir –palabra francesa que no tiene una traducción literal–, se puede decir que es la combinación de un lugar específico, su clima, su historia y la influencia del hombre. En nuestro país, historia vitivinícola hay mucha, pero este concepto es relativamente nuevo. Y, por lo tanto, no son tantos los vinos que pueden demostrar un terroir en las copas. Lo único que puede diferenciar a un vino es su lugar de origen, pero este debe tener algo especial y alguien apasionado capaz de llevarlo a las copas. Esto implica que el origen del vino es muy importante, pero cómo hacer para saber cuándo y cuánto. En la Argentina no hay muchas limitaciones respecto del origen de las uvas para la concepción de un vino. Recién ahora empiezan a hacerse famosas las IG (indicaciones geográficas) con la intención de proteger los vinos de un lugar preciso en función de sus características y atributos diferenciales. Mientras tanto, los lugares siguen ganando protagonismo en las etiquetas, tal como sucede en los vinos del Viejo Mundo, donde la mayoría se reconoce por sus zonas y no tanto por marcas y productores. Lo cierto es que cuanto más preciso es el origen de las uvas, mayores serán las pretensiones del vino, porque en definitiva es lo único que no se puede copiar. Pero hay algo que, al menos para muchos vinos, es fundamental: la antigüedad del viñedo, porque está comprobado que hay una relación entre la edad de las viñas y el entorno, como si la experiencia de las vides se reflejara en los vinos.
MINIGUÍA DE VINOS
Artista Blend Collection Malbec
Bodega Alonso Guerrero, Mendoza
$9.100
Puntos: 89
Este flamante blend está elaborado con uvas Malbec provenientes de San Carlos (Valle de Uco) y Agrelo (Luján de Cuyo). La enóloga Clara Roby es la responsable del vino, mientras que Jorge Alonso, propietario de la casa, se involucra mucho en todo el proceso, más allá de que las etiquetas son obras de él mismo. Se trata de un Malbec expresivo, bien apoyado en la fruta y la crianza, de trago amable y final persistente.
Luigi Bosca Riesling 2022
Luigi Bosca, Mendoza
$29.000
Puntos: 91
A partir de viñedos propios de casi 70 años, cuidados personalmente desde hace décadas por el ingeniero Alberto Arizu, nace este blanco que siempre fue mucho más allá de la originalidad que propone su varietal. De aromas intensos y típicos, con dejos de combustión y frutas ácidas de pepita. De paladar fresco y amplio, también franco y mordiente fino, con una persistencia en la que dominan las notas de crianza y evolución típicas de la variedad y que hablan de una cosecha cálida. Beber entre 2024 y 2026.
Viña Jardín de María, Malbec 2019
Luján de Cuyo, Las Compuertas
$18.000
Puntos: 92,5
Elaborado con uvas de un pequeño viñedo de cuatro hectáreas plantado en 1910, este Malbec habla tan bien del lugar como de la variedad. Se eligen las mejores parcelas y se cosechan de forma manual en horas tempranas de la mañana, para preservar más la frescura. Es un tinto de aromas maduros y frescos, en el que la fruta roja típica del Malbec se luce tanto en nariz como en boca. De paladar amable y trago consistente, franco y profundo, con texturas equilibradas y elegantes notas de crianza que se perciben en su persistente final de boca. Beber entre 2024 y 2029.
TIPS
El Malbec es y será el vino más importante del país, no solo por ser el más producido, sino por la gran diversidad que ofrece. Con 46.941 hectáreas plantadas en la Argentina, el Malbec representa el 24,9 por ciento del total destinado para elaboración en el país y el 41,5 por ciento de la superficie de uvas tintas, siendo un año más la variedad más extensamente cultivada. De este modo, refuerza su liderazgo, habiendo incrementado su superficie en un 195 por ciento desde el año 2010. En términos de distribución por provincia, nuevamente Mendoza encabeza el ranking con mayor superficie del varietal, con el 84,4 por ciento (39.635 ha), seguida de San Juan con el 6,19 por ciento (2905 ha) y Salta con el 3,82 por ciento (1793 ha). Hoy, el espíritu de la industria, con foco en el Malbec, apunta hacia una vitivinicultura más sostenible, más consciente de la necesidad de preservar el entorno, generar un impacto positivo en el medioambiente, en las sociedades y las economías.