Gerardo Romano se refiere a Un judío común y corriente, la obra que protagoniza hace cinco años. No solo ha permanecido en cartel en Buenos Aires, sino que ha recorrido las provincias e incluso llegó a otros países como Chile y Uruguay. Está convencido de que el éxito se debe al boca en boca: “Cuando alguien ve una buena función, siente la necesidad de ir y contar la experiencia”, le dice a Convivimos.
Asegura que, en este caso, el impacto en el público se da porque permite reflexionar, aprender, cuestionar. “Al transformarse algo internamente, se modifica también en la praxis, lo que termina en una acción individual o colectiva. Pero generalmente es colectiva, porque si hay un lazo de solidaridad es con otro”, sostiene.
La pieza teatral es originalmente una película con varios actores escrita por Charles Lewinsky, por eso tuvo que ser adaptada para crear este unipersonal, donde el actor de la reconocida serie El marginal mantiene la atención sin sobresaltos en el ritmo de su actuación. Tanto su técnica como su entrega están a la altura de la emocionalidad y del compromiso que exige el texto. Confiesa que no hubiera sido capaz de encarar este proyecto sin antes haber subido al escenario con otros monólogos como Sexo, drogas y rock & roll.
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Eye y yo, de Dennis Smith.
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Una imperdible es Un judío común y corriente, y también recomiendo El equilibrista, con Mauricio Dayub.
Un judío común y corriente
Emmanuel Goldfard recibe la invitación de un profesor de escuela secundaria para hablar sobre el ser judío. Siente que debe rechazar la oferta, por lo que empieza a repasar su historia personal y argumentar sobre la problemática contemporánea de esta comunidad.
16 de agosto, en Teatro La Comedia, Mitre 958, Rosario. Sábados, a las 20, en Chacarerean
Teatre, Nicaragua 5565, Buenos Aires.
