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TORTUGAS MARINAS EN LAS COSTAS ARGENTINAS

Tras un 2024 con más presencia en las playas, los ambientalistas analizan cómo afectan a estos animales la contaminación por plásticos y otras acciones.
Tras un 2024 con más presencia en las playas, los ambientalistas analizan cómo afectan a estos animales la contaminación por plásticos y otras acciones.

Existen desde hace 100 millones de años, pueden medir hasta dos metros de largo y pesar más de 500 kilos, y comen algas o carne, dependiendo de la especie y la edad. Estos reptiles marinos tienen un gran valor ecológico al regular las poblaciones de medusas o reciclar los nutrientes de las algas que comen, favorecen a la vegetación de los médanos removiendo la arena y son indicadores de la salud de los ambientes, sin hablar de su valor cultural en las poblaciones costeras.

Las tortugas son animales que migran, recorriendo miles de kilómetros. En nuestro país se las encuentra desde el Río de la Plata hasta Río Negro. Este verano, en una semana de febrero se registraron siete varamientos: en La Lucila del Mar, Costa Azul, Las Toninas, San Clemente, Nueva Atlantis y Costa del Este. A fines de enero, había habido otro en Costa Chica.

“En 2024 aparecieron bastantes animales. Algunos vivos para su rehabilitación, otros muertos en la playa, y a esos de todos modos les damos ingreso para estudiarlos y tratar de determinar las causas de muerte. Eso es muy importante para trabajar sobre la conservación de las especies. Nos ayuda a saber dónde tenemos que actuar”, explica a Convivimos Karina Álvarez, bióloga y responsable de Conservación de la Fundación Mundo Marino (FMM), quien mencionó el problema que significa la superposición de la zona de distribución de estos animales con las rutas de las embarcaciones.

La FMM es miembro fundador del Proyecto Regional de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas de Argentina (Prictma), creado en el 2004 junto a distintas organizaciones. En ese momento, las tortugas no estaban reconocidas como fauna autóctona de la Argentina y lograron que el Gobierno se adhiriera a tratados internacionales y, a partir de ahí, autorizara su estudio y rehabilitación. También se creó el Plan de Acción Nacional de Tortugas Marinas, especialmente enfocado en la interacción de la especie con la basura, luego se hizo un plan de marcaje y la colocación de transmisores satelitales, entre otras acciones. 

“Uno de los ejemplares de tortuga laúd que fue implementado con un transmisor satelital nos demostró su cruce transatlántico. Fue implementado en la costa norte de Buenos Aires y, luego de estar viajando entre Brasil, Uruguay y Argentina, decidió cruzar a lo que suponemos eran sus playas de anidación en la costa norte de África”, relata Álvarez.

Hoy, FMM colabora en un proyecto de los guardaparques de la Unidad de Conservación de Bahía Samborombón, dependiente del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, entre otras instituciones, para detectar tortugas laúd y determinar el uso que hacen de la zona.

Verdes, cabezonas y laúd

En el mundo existen siete especies de tortugas, y en la costa de Buenos Aires se pueden identificar principalmente tres: la tortuga laúd (Dermochelys coriácea), la cabezona (Caretta caretta) y la verde (Chelonia mydas). Las dos primeras están en la categoría “Vulnerables” de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), mientras que la última se encuentra “En peligro”. Hay solo dos registros de otras especies en la zona.

“No tenemos en la Argentina playas de anidación. Esta es zona de alimentación de estos animales. Si nos embarcamos, podemos verlas nadando frente a nuestras costas, pero no es normal que las encontremos en tierra. Si encontramos algún animal que salió a la playa, algo le está pasando”, indica Álvarez.

La mayoría de las tortugas cabezonas nacen en el norte de Brasil o islas cercanas y de ahí migran hasta la Argentina, donde se pueden ver animales subadultos o adultos. Son carnívoras: consumen bivalvos, cangrejos o pequeños peces.

La tortuga laúd, la que alcanza mayor tamaño, se alimenta de fauna gelatinosa como las medusas. Su caparazón es ligeramente flexible, como de cuero, con siete crestas longitudinales en lugar de placas óseas. El de un adulto puede medir 1,80 metros de largo. Llegan a soportar temperaturas bajas, por lo que se las puede ver más al sur de la provincia de Buenos Aires.

Las tortugas verdes tienen la particularidad de cambiar la dieta según el estadio: mientras son juveniles, son omnívoras, y por eso se las encuentra en aguas bonaerenses, donde hay mucha fauna bentónica. Cuando llegan a adultas, comen algas exclusivamente. La mayoría provienen de la isla volcánica de Ascensión, en el Reino Unido, que alberga la segunda población más grande del océano Atlántico.

La amenaza del plástico

“La principal amenaza es la contaminación marina, el plástico, ya sea porque lo confunden con alimento o porque quedan enredadas en restos de redes que quedan flotando en el agua, además de sogas y cabos”, explica Álvarez. 

“Otro problema muy importante es la interacción con las pesquerías. Desde la fundación, y desde otras organizaciones también, trabajamos con las comunidades pesqueras para capacitarlas y que esos animales puedan ser desenmallados en el acto y traídos al centro para su rehabilitación o, en su defecto, ser devueltos en el momento al mar”, continúa. En el centro de rehabilitación se las observa y estudia. Durante la estadía, casi todas las tortugas defecan plásticos.

“También las afectan las colisiones con embarcaciones. Hay reportes de casos. Muchas veces por traumas pueden aparecer con fracturas o con heridas que hacen que salgan a la playa”, apunta la especialista.

En paralelo, desde hace cinco años se desarrolla en nuestras costas el proyecto Equipo Costero de Observadores de Fauna y Ambiente Marinos (Ecofam) de Aves Argentinas, una iniciativa que busca, a través de ciencia ciudadana, recabar información sobre la mortalidad de tres grupos de animales marinos: mamíferos, tortugas y aves.

“Los voluntarios recorren las playas cada quince días o un mes, y registran a través de una plataforma virtual de acceso libre, que se llama Argentinat, lo que encuentran. Son proyectos pensados a treinta años y más, para que esa información nos dé pistas hacia cuál es la mortalidad natural de las especies marinas en el mar argentino”, explica Leandro Tamini, coordinador del Programa Marino de Aves Argentinas. El proyecto ya lleva 3200 horas de recorrido de las playas y más de 3800 registros.

 

CÓMO PODEMOS AYUDAR

• Fundación Mundo Marino: fundmundomarino.org.ar

• Aves Argentinas: www.avesargentinas.org.ar

•Guía para identificar animales de Ecofam: www.ecofam.avesargentinas.org.ar

• AquaMarina: aquamarina.org

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