Investigadores de la UNLP (Universidad Nacional de La Plata), del Instituto Antártico Argentino (IAA) y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) han comprobado la presencia de microplásticos en el aire del continente blanco.
El equipo de trabajo del Centro de Química Inorgánica (CEQUINOR) perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, al CONICET y asociado a la CIC, analizó y caracterizó las muestras provenientes del monitoreo atmosférico realizado durante un año en los alrededores de la estación científica Base Carlini, ubicada en la Isla 25 de Mayo perteneciente al archipiélago de las Islas Shetland del Sur en la Península Antártica.
Cabe destacar que esta región de estudio es parte del Sector Antártico Argentino, donde las actividades científicas tienen un rol importante desde hace décadas, fortaleciendo el reclamo argentino de soberanía sobre esta región.
El estudio, titulado “Airborne microplastic pollution detected in the atmosphere of the South Shetland Islands in Antarctica”, fue publicado en la destacada revista internacional Chemosphere de la editorial Elsevier y replicado por el portal Investiga de la UNLP.
Actualmente, la producción anual de plástico supera los 430 millones de toneladas, de las cuales más de dos tercios son productos de corta duración que rápidamente se convierten en desechos. La cantidad de residuos plásticos descartados tras un solo uso alcanzó los 139 millones de toneladas en 2021, lo que destaca el impacto significativo en la salud de los ecosistemas.
En este sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) viene incorporando hace años el problema emergente de la contaminación por plásticos y microplásticos en el medioambiente.
Los materiales plásticos, expuestos en el medioambiente a la radiación solar, la abrasión y al tiempo, se degradan en fragmentos cada vez más pequeños llamados microplásticos (definidos generalmente menores a 5 mm), e incluso a niveles de nanoplásticos (menores a 1 micra), aumentando exponencialmente la cantidad de partículas plásticas con disponibilidad en los ecosistemas. A este tipo de materiales se los denomina “microplásticos secundarios”, los cuales también incluyen la enorme cantidad de fibras sintéticas liberadas del lavado de ropa doméstica y a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales, cuya naturaleza química incluye poliésteres, poliamidas, poliacrilonitrilos y fibras semisintéticas de naturaleza celulósica.
Otra fuente de materiales plásticos liberados al medioambiente son los denominados “microplásticos primarios”, los cuales fueron sintetizados de esas dimensiones para ser agregados en productos comerciales, tales como los de cuidado personal (pastas dentales, exfoliantes faciales y corporales, entre otros).
En lo que respecta a la contaminación atmosférica, los investigadores destacan que “la contaminación por microplásticos en el aire (AMP, de las siglas en inglés Airborne Microplastic Pollution) contribuye a las partículas de aerosol, impactando significativamente en el cambio climático y la salud de los ecosistemas. Se han reportado estudios donde se destaca el rol potencial de las AMPs en los procesos de formación de nubes pudiendo impactar en los patrones de precipitaciones locales, como así también involucrarse en los procesos radiativos globales del planeta. ”El transporte masivo de estas partículas a las regiones polares y su deposición sobre la nieve o el hielo puede acelerar los procesos de fusión en la criósfera”.
Las conclusiones del Trabajo
El hallazgo principalmente de microfibras de origen textil y plásticas en los tres sitios de monitoreo, observando claras diferencias tanto en la cantidad como en el tipo de plásticos poliméricos encontrados. Mientras que en los sitios dentro de la estación científica muestran la mayor cantidad de partículas y una amplia variedad de composiciones químicas, el sitio más alejado de la estación presenta una menor distribución de tipos de plásticos.
Los investigadores mencionan que “el transporte de partículas atmosféricas de largo alcance producido por masas de aire provenientes de áreas remotas, así como el transporte de corto alcance por vientos o actividad antrópica local, son los principales responsables de la contaminación por microplásticos atmosféricos hallada en esta región de la Península Antártica”.
En este sentido, el investigador del CIMA, Gabriel Silvestri, coordinador de la iniciativa junto con Cristian Vodopivez, comenta que “para aclarar el papel del transporte de largo alcance y determinar si los microplásticos detectados en la estación Carlini pueden tener su origen en ciudades del sur de América del Sur, estamos actualmente realizando estudios que consideran las trayectorias de partículas desde los principales centros urbanos patagónicos”.
“Nuestros hallazgos resaltan la necesidad de expandir la red de monitoreo a estaciones científicas adicionales y regiones remotas con una actividad humana mínima. Aumentar el número de sitios de observación y realizar estudios complementarios sobre la dispersión aérea fortalecerá las evaluaciones de posibles fuentes de contaminación de largo alcance”, concluyeron los científicos.