Las tortugas bobas (Caretta caretta) se orientan por referencias magnéticas que varían en la superficie de la Tierra. Ahora, un nuevo estudio publicado en Nature y reproducido en el portal SINC, revela que poseen una habilidad sorprendente para aprender y recordar dichas firmas magnéticas de áreas específicas.
Los científicos de la Universidad Texas A&M (EE UU) descubrieron que las tortugas jóvenes pueden distinguir entre diferentes campos magnéticos y asociarlos con la presencia de alimento. Lo más llamativo es que cuando se encuentran en un área magnética que relacionan con la alimentación, las tortugas realizan un peculiar ‘baile’ de anticipación.
El equipo, liderado por Kayla Goforth, llevó a cabo experimentos con tortugas juveniles en tanques donde recrearon firmas magnéticas de ubicaciones geográficas específicas. Estas pasaron el mismo tiempo en dos campos magnéticos diferentes, pero solo fueron alimentadas en uno de ellos. Esta metodología permitió a los expertos observar cómo los ejemplares aprendían a distinguir entre los campos magnéticos, creando un ‘mapa magnético’ interno.
Uno de los hallazgos más significativos es que este sentido utiliza un mecanismo separado de la ‘brújula’ magnética de las tortugas (el de orientación). Esto sugiere que estos reptiles marinos poseen dos sentidos geomagnéticos distintos para facilitar su navegación.
Estos descubrimientos tienen implicaciones importantes para la comprensión de cómo las especies migratorias, como las tortugas bobas, utilizan el campo geomagnético como un mapa durante sus largas travesías oceánicas.
Eso implica que los animales migratorios «aprenden las coordenadas magnéticas del destino», como si tuvieran un GPS.
La investigación proporciona la primera «evidencia directa de que un animal puede aprender y recordar las coordenadas magnéticas naturales de un área geográfica». Exactamente cómo lo logran sigue siendo un misterio.