Los humanos modernos llegaron a Malta hace unos 8 500 años. Esta hazaña la llevaron a cabo cazadores-recolectores mesolíticos que viajaron a través del mar Mediterráneo en una travesía de más de 100 kilómetros en mar abierto sin usar embarcaciones a vela.
De acuerdo a un estudio publicado en Nature, liderado por Eleanor Scerri, investigadora del Max Planck Institute of Geoanthropology (Alemania), junto con la Universidad de Malta, estos grupos probablemente se desplazaban en canoas, orientándose mediante las estrellas, las corrientes marinas y puntos de referencia costeros.
Los cálculos hechos por los científicos estiman que la travesía podría haber durado entre 24 y 30 horas, parte de las cuales se habrían realizado durante la noche, y habría partido desde Sicilia u otras zonas del sur de Italia.
Estas conclusiones han sido posibles gracias al análisis de los fósiles descubiertos en el yacimiento de Latnija, al norte de la isla de Malta. Los restos arqueológicos recuperados sitúan la ocupación humana de la isla mil años antes de la adopción de la agricultura en la región.
La existencia de tales viajes marítimos de larga distancia implica un mundo mediterráneo mesolítico conectado, del que los científicos no eran plenamente conscientes hasta ahora. Este hecho significa que los últimos cazadores-recolectores de Europa también incluían culturas marítimas sofisticadas, y que incluso pudieron haber tenido un papel en la dispersión costera de la tecnología neolítica.
Los investigadores todavía están tratando de reconstruir esta historia. Aunque los cazadores-recolectores mesolíticos llegaron a Malta durante siglos, no extinguieron a todos los animales. Por ejemplo, no sobreexplotaron algunas de las especies endémicas de ciervos, ya que estas sobreviven hasta los períodos asociados con los primeros agricultores.
El equipo ha identificado hasta ahora una gran variedad de especies animales, todas ellas con claros indicios de consumo humano. Destacan los restos de ciervo rojo, que hasta ahora se creía extinguido en Malta en aquella época, así como tortugas, aves de gran tamaño (algunas hoy ya desaparecidas), focas y diversos peces como el mero. También se han hallado miles de restos de moluscos marinos, como caracoles, erizos y cangrejos, muchos de ellos con señales evidentes de cocción. También se han hallado herramientas de piedra.