Una caminata por algunos de los rincones de los Valles Calchaquíes puede prolongarse con una copa de vino en la mano: una experiencia que es suficiente para realzar todos los sentidos y para que, quien sea atravesado por esas sensaciones, elija creer fervientemente que son más de cinco los sentidos que nos enseñaron desde siempre. Los vientos que producen un siseo muy particular, las imponentes montañas, los colores indescifrables de sus prados, las conmovedoras noches estrelladas, las formaciones de roca rojiza que deslumbran en toda la provincia de Salta, los atardeceres divinos, las mejores delicias y los incomparables vinos que producen una vibración interna incomparable…
En el medio de esos horizontes que se completan con tanto asfalto y ripio de la mítica ruta 40 en los primeros tramos de su recorrido, en el suroeste salteño, se atraviesan pueblos de fábula como Seclantás, Molinos, Angastaco, Animaná y San Carlos, acompañando al río Calchaquí. Así se llega a Cafayate, que según la leyenda, es como zambullirse en un oasis verde de paisajes únicos y con los vinos de altura más ricos del país. Es la zona vitivinícola por excelencia del norte de la Argentina, donde se mixturan con gran atractivo el confort, el turismo, la naturaleza, la gastronomía internacional y muy buenos vinos.
La región fue habitada por etnias de origen cacán y llegó a ser dominada primero por diaguitas. Con el paso del tiempo, finalmente fue tierra de los incas.
El pueblo de Cafayate es el epicentro del departamento de ese mismo nombre que posee una superficie de 1820 kilómetros cuadrados y una población estable que estaría superando los 20 mil habitantes. Un lugar atrapante rodeado de casas de adobe, corrales de piedra, caminos serpenteantes y los mejores viñedos, que crecieron muchísimo en los últimos tiempos, ideales para ser recorridos y para participar de catas.
Cafayate está muy influenciada por los factores orográficos y climáticos. Así presenta dos tipos de vegetación: estepa de arbustos que no sobresalen los tres metros de altura, que coexisten con subarbustos, tuberosas, suculentas, efímeras y plantas de bulbo. Y su fauna es exuberante: alejados de la zona urbana, se pueden observar, entre otros animales, pumas, tarucas, guanacos, cuises, comadrejas, zorros grises y colorados; así como una gran diversidad de aves: loros barranqueros, carpinteros del cardón, birros colorados, carpinteros reales, pepiteros de collar, pepiteros chicos, catitas serranas grandes, fuegueros, una larga lista de rapaces (chimangos, caranchos, gavilanes mixtos) y, por supuesto, el enorme cóndor andino.

MARCHE UNA COPA
Esa topografía también favorece que las cepas sean de lo más variadas. Antiguamente, Cafayate era sinónimo de torrontés, pero en la actualidad cambió de plano. Hay muy variadas cepas que dan espléndidamente en la región: Malbec, Petit Verdot, Pinot Noir, Cabernet, Garnacha, Bonarda, Sauvignon Blanc, Cabernet Franc, Syrah, Tannat y Barbera. La característica dominante es que los viñedos se encuentran alrededor de los 1600 metros sobre el nivel del mar en Cafayate, a unos 2400 en la localidad de Molinos y se llega a los 3000 cerquita de Payogasta. Por ello se los denomina “vinos de altura”. Esa altura les brinda un carácter fuerte, intensos sabores, así como colores y fragancias muy particulares.
La enorme mayoría de las bodegas, no solo las denominadas boutique, ofrecen visitas guiadas, invariablemente conducidas por especialistas muy afiatados, quienes brindan explicaciones pormenorizadas, antes, durante y después del momento más esperado: la degustación. Así la experiencia es verdaderamente completa.
Las atracciones vitivinícolas son más que diversas y para todas las posibilidades. Por ejemplo, un paseo complementario muy interesante es por el Museo de la Vid y el Vino, a unas pocas cuadras de la plaza principal. Toda la información es presentada de manera interactiva y entretenida. Uno de los museos más innovadores en tecnología del país, con imágenes, sonidos y simulaciones. Y hasta los aromas de vino, en un ámbito que imita al de los cosecheros caminando sobre las acequias de riego. Incluso se puede vivir allí, bajo techo, un amanecer o un anochecer muy particular… Como para completar el criterio de que se deben estimular todos los sentidos…
O la celebración del Día del Malbec con degustaciones, charlas y eventos culturales, que también se suele efectuar en los meses de abril, del mismo modo que este año se realizará el CatArte (ver recuadro). Ni qué hablar de los helados con gustos de cepas de vino: los primeros fueron de sabor torrontés o malbec, creados por la Heladería Miranda, hace 20 años. Pero con el tiempo se multiplicaron las ofertas, que además ofrecen un colorido que explota en el paladar.
Para redondear una jornada intensa, en Cafayate se recomienda un descanso profundo y diferente en una gama muy amplia de spas y hoteles: en algunos de ellos, es posible disfrutar de algo especial como las terapias con vinos locales.

LUGAR DE PELÍCULA
Cafayate también está preparada para el turismo no tan amante del vino, o el que además busca otros atractivos. Por caso, a escasos 6 kilómetros del centro, la naturaleza ofrece un sitio extraordinario, enormes médanos con vista a la cordillera, ideales para divertidas caminatas, para realizar guitarreadas durante el atardecer o para inigualables cabalgatas a la luz de la luna. Con un dato extra: cuando baja el sol, los colores de los Valles Calchaquíes se potencian de un modo que deslumbran a primera vista. Justamente, se lo considera el mejor momento para disfrutar de los paisajes del valle.
O el turismo rural comunitario en El Divisadero, un sitio ideal para senderismos más o menos prolongados y de diferentes dificultades. Hay variantes para todos los gustos y resulta indispensable el especial momento de interacción con los trabajadores rurales.
También un paseo en bici por la quebrada de las Conchas, en una región con la flora y fauna protegida. Se lo anuncia oficialmente como “Un día que nunca olvidarás. Tomá tu bici y vení a conocer uno de los lugares más increíbles de Argentina”. Los tremendos paisajes de la RN 68 y la posibilidad de cruzar “la frontera” hacia las provincias vecinas mediante circuitos únicos en todo el país. Tanto es así que se trata de los más buscados por deportistas de todo el mundo para sus entrenamientos. También está muy cerca del centro la cancha de golf, con espléndidos paisajes de fondo; 18 hoyos diseñados por Bob Cupp, escenario de torneos nacionales e internacionales.
En el mismo pueblo, que se encuentra a 192 kilómetros de Salta, un atractivo es la Catedral Nuestra Señora del Rosario, una de las iglesias más lindas del norte argentino, que fue construida en 1885 y que tiene una particularidad sobre la enorme mayoría de las de toda Sudamérica: conserva sus cinco naves originales. Todos los octubres se realizan las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario (la patrona del pueblo y del agro), con procesión, fortines de gauchos y desfile de maquinarias agrícolas.
Y como todo sitio norteño que se precie de tal, tiene su extraordinario mercado artesanal, donde se encuentra una enorme variedad de productos regionales y piezas originales de alfarería, plata y telar, al tiempo que los artesanos enseñan las técnicas ancestrales.
También hay muchos focos culturales, como fiestas regionales de enorme atractivo. Es tradicional la Serenata a Cafayate, durante todos los febreros, cuando se funden en un evento el folklore, el arte y la poesía del norte argentino, junto a las elecciones de La Niña de la serenata y la del Vino de la Altura.
O paseos, como una visita a distintos parajes. Por ejemplo, el Yacochuya, a 6 kilómetros del centro en sentido noroeste, con sus coloridos cerros y especies arbóreas. O el San Luis, ubicado a 5 kilómetros en dirección oeste, bordeado por el río Chusca, una acequia arbolada y el antiguo camino del Inca, rodeado de pircas antiguas construidas por comunidades indígenas que se encuentran en muy buen estado de conservación.
En esos parajes, en sus fincas vitivinícolas, son continuas y variadas las fiestas populares. No se trata de una casualidad, sino un símbolo de la zona. Naturaleza bellísima junto con los vinos más sabrosos. El disfrute de una provincia hermosa, sus rincones, su gente, sus posibilidades, sus atracciones naturales y, al mismo tiempo, de las múltiples de las bodegas allí instaladas. Por eso, por tener paisajes tan impactantes y por los demás ingredientes extra, la región es elegida en una y otra oportunidad como locación para películas y producciones publicitarias nacionales e internacionales.
También por eso, Cafayate invita a caminar por sus rincones y, de paso, tomarse una copita.

EL ARTE Y EL VINO
CatArte Festival de Vino (www.catarte.com.ar) se especializa en la degustación de los vinos regionales, bajo un concepto que une modernidad con tradición, tecnología con etnografía, arte con industria. Su próxima edición tendrá lugar el 11 y 12 de abril venidero en el jardín de El Porvenir Wine Lodge. Se trata de una idea y realización de Belén Carril Loyte y Julia Rebottaro Pettinari y entre otras bodegas que confirmaron su presencia, participan Francisco Puga y Familia, Agustín Lanús, Viñas en Flor, Nueve Cumbres, Amalaya, Etchart, Altupalka, Colomé. La otra arista de CatArte es el arte y su curadora es Marcela López Sastre, directora del Museo de Bellas Artes de Salta. Expondrán Isabella Johnston, Gastón Contreras, Paula Casaldelrey y Karla Buzó. La buena música también estará presente, por citar algunos, con Martín Misa, el DJ Celestía y el cuarteto de Cuerdas Bacco.
TOLOMBÓN
Allí tuvo su asiento el célebre cacique Juan Calchaquí. Se trata de una antigua ciudad prehispánica, la capital política de las naciones calchaquíes. Tolombón se encuentra a 14 kilómetros de Cafayate. Un pequeño y pintoresco pueblito, cuya edificación se extiende en las faldas de la sierra del Cajón, aunque la vegetación tan enmarañada convierte en realmente difícil el hecho de advertirlo a primera vista. Se trata de un lugar alucinante, donde el turista se topa con bodegas, hoteles, establecimientos gastronómicos y de sinigual esparcimiento. Recomendación especial: cada enero se realiza en Tolombón la fiesta de la Añapa, una exquisita bebida extraída del fruto del algarrobo. Su patrona es la Virgen del Carmen.