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BALLENAS BOREALES: LA PROTEÍNA QUE REPARA EL ADN Y LES AYUDA A LLEGAR A LOS 200 AÑOS 

Las ballenas boreales pueden vivir 200 años. Lo logran gracias a su increíble mecanismo reparador de ADN, lo que mantiene a raya enfermedades como el cáncer.
Las ballenas boreales pueden vivir 200 años. Lo logran gracias a su increíble mecanismo reparador de ADN, lo que mantiene a raya enfermedades como el cáncer.

En las gélidas aguas del Ártico, la ballena boreal (o de Groenlandia) no solo reina como uno de los mamíferos más colosales del planeta, sino también como un enigma de la longevidad. Con una esperanza de vida que podría superar los 200 años, este cetáceo ha desconcertado a los biólogos durante décadas. Ahora, un equipo internacional de científicos revela una pista clave: una proteína llamada CIRBP que potencia la reparación de mutaciones en el ADN, abriendo puertas a posibles aplicaciones contra el cáncer y el envejecimiento en humanos.

El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, está liderado por Jan Vijg, de la Facultad de Medicina Albert Einstein, y Vera Gorbunova, de la Universidad de Rochester, ambos en Nueva York. «Hemos identificado un mecanismo que podría explicar por qué estos animales viven tanto sin sucumbir al cáncer», explica Gorbunova en un comunicado de la universidad.

El «modelo multietápico del cáncer», un marco aceptado en oncología, postula que las células normales se transforman en cancerosas tras acumular múltiples mutaciones en genes clave que regulan el crecimiento, la división y la reparación del ADN. En teoría, animales con más células –como las ballenas, que superan los 100 billones– y vidas más largas deberían enfrentar un riesgo mayor de tumores. Sin embargo, la realidad contradice esta lógica: elefantes, ballenas y otros colosos no padecen cáncer con mayor frecuencia que ratones o humanos.

Este rompecabezas, conocido como la paradoja de Peto (nombrada por el epidemiólogo Richard Peto, quien la formuló en 1977), ha intrigado a la ciencia. «Las especies grandes deben haber evolucionado mecanismos extras para prevenir o reparar mutaciones cancerosas», detalla Gorbunova. Para desentrañarlo, el equipo expuso células de ballena boreal a estímulos oncogénicos, como radiación UV, y las comparó con fibroblastos humanos.

Los resultados fueron reveladores: las células de ballena necesitan menos mutaciones para volverse malignas que las humanas, lo que las hace teóricamente más vulnerables. Pero, en la práctica, acumulan menos mutaciones oncogénicas desde el principio. «A pesar de ser susceptibles al daño en el ADN, este se repara eficientemente, impidiendo el desarrollo de la enfermedad», resume el estudio.

El secreto reside en la proteína CIRBP (Cold-Inducible RNA-Binding Protein), que juega un rol pivotal en la reparación de roturas de doble cadena en el ADN –un daño genético grave ligado a enfermedades y envejecimiento en múltiples especies, incluidos los humanos.

Los investigadores hallaron que las ballenas boreales expresan niveles mucho más altos de CIRBP que otros mamíferos. Para probar su efecto, la añadieron a cultivos de células humanas y de mosca de la fruta (Drosophila melanogaster). En ambos casos, la reparación del ADN mejoró drásticamente; en las moscas, incluso se prolongó la esperanza de vida.

«Esto sugiere que CIRBP no solo previene el cáncer, sino que podría ralentizar el envejecimiento», afirma Andrei Seluanov, coautor de Rochester. Aunque es pronto para aplicaciones clínicas, los hallazgos ofrecen «una nueva pista sobre cómo mejorar la reparación del ADN en humanos, resistir mejor al cáncer y mitigar los efectos del envejecimiento». 

Un detalle fascinante: CIRBP se activa con el frío. Al bajar la temperatura solo unos grados en cultivos celulares, la producción de la proteína aumenta. «Lo que aún no sabemos es qué nivel de exposición al frío sería necesario para desencadenar esa respuesta en humanos», advierte Seluanov. El equipo especula con terapias hipotéticas –desde fármacos que imiten el frío hasta edición genética– para elevar CIRBP, pero enfatiza que son meras hipótesis por ahora.

La ballena boreal, adaptada a aguas bajo cero, podría haber evolucionado esta respuesta como ventaja contra el estrés oxidativo y los daños genéticos acumulados en una vida centenaria. «La naturaleza ha resuelto problemas que nosotros apenas entendemos», concluye Vijg.

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