Los supermercados emplean diversas estrategias para influir en el comportamiento de sus clientes y aumentar las ventas. Son algunas “trampitas” legales que conviene conocer para reducir gastos a la hora de hacer las compras. Aquí, las cinco más importantes:
• Los productos próximos a la fecha de vencimiento están a la vista
Es una regla que se aplica en la mayoría de los supermercados: cuando los productos están por vencer, los colocan en la primera fila de las góndolas. De esta manera se aseguran de que sean elegidos antes que los demás. Si uno está comprando para stockearse y no se quiere perder dinero con productos que se vencen al toque, la clave es prestar atención a este no tan pequeño detalle. Sin embargo, también puede ser una ventaja para el bolsillo, ya que suelen haber sectores con estos productos que tienen importantes descuentos. Son para consumo inmediato, y pueden significar una buena oportunidad de ahorro.
• Los famosos 2×1
Estas superoportunidades de ahorro pueden ser, a la larga, un gancho perfecto para hacer una compra impulsiva. El tema es cuando no son productos que realmente se necesitan, no se consumen habitualmente o, incluso, tienen un precio por encima de otros productos similares de la competencia. Esto puede significar una desviación del presupuesto, que distrae de comprar productos que realmente se necesitan. Ojo que pasa lo mismo con propuestas del estilo “70% de descuento en la segunda unidad”. ¿Qué hacer ante estas “promos”? Tomarse un minuto para determinar si el descuento es provechoso y si se necesita el producto. ¿Será que hay un producto de otra marca que está a buen precio sin tener que comprar dos iguales?
• Manipulación de precios
Esto no es ilegal ni mucho menos, pero los precios terminados en 99 le dan información tramposa al cerebro. Parece algo sonso, pero se suele pensar que $999 es mucho más barato que $1000. El sesgo de estos precios es una estrategia psicológica utilizada para influir en las decisiones de quienes compran. El precio ligeramente inferior suele provocar una respuesta emocional positiva en el consumidor. ¿Qué sería lo más astuto? Redondear los precios en la mente para eliminar el impacto del último dígito. Es tan simple como evaluar si se pagaría $1000 por algo que se ve a $999.
• Tamaño del paquete o recipiente
Se instaló el mito urbano de que comprar una bolsa de arroz de un kilo siempre es más económico que comprar dos de 500 gramos. Resulta medio incoherente, porque implica más material de packaging, pero en muchos casos ahora es más barato comprar dos recipientes pequeños que uno grande. ¿Qué hacer para no meter la pata? Mirar el dato chiquito en la góndola que indica el precio por litro, por kilo o por metro.
El ambiente está pensado para estar más tiempo comprando
Existe la creencia popular de que los locales de comida rápida tienen asientos incómodos para que las personas no se queden demasiado. En cambio, en los supermercados la estrategia es otra: crean un ambiente acogedor para que el cliente se sienta a gusto y permanezca más tiempo entre las góndolas. Lo logran con música suave y aromas agradables, con iluminación y colores que se usan para destacar ciertos productos y atraer la atención hacia áreas específicas. ¿Qué hacer en este caso? Basta con estar consciente de que esto puede ser parte de una estrategia de marketing y con ceñirse al presupuesto y a la lista de compras.
Al final no era tan complicado saber cómo ahorrar dinero en el súper. Se requiere un poco de estrategia, información de la buena y mucha atención para comprar bien, no gastar de más y no caer en algunas trampillas que tiran el presupuesto para abajo.