Las bicicletas eléctricas son una opción saludable para la movilidad urbana, además de ser ideales para ejercitarse y dejar de hacerlo cuando uno quiere.
La movilidad urbana es una de las tantas cosas que cambiaron en la vida cotidiana durante estos últimos años. Mucha gente modificó sus hábitos de locomoción, en especial para ir y volver del trabajo todos los días, y también creció el uso de las bicicletas eléctricas, cada vez más requeridas. Su gran ventaja es que ofrecen un andar asistido por una batería que ayuda a las ruedas a girar en forma autónoma, y si bien no anulan la necesidad de pedalear, el esfuerzo necesario es muchísimo menor.
La batería está alojada por lo general en un estuche incorporado al caño principal, y tiene distintos niveles de asistencia que pueden seleccionarse como si fueran los cambios de una bici común. Así se reduce el esfuerzo físico, algo especialmente útil en las subidas o con el viento en contra. Una vez de vuelta en casa, la batería se recarga con su propio cargador hasta el día siguiente. Por lo general, estas baterías, compuestas por celdas de litio, ofrecen entre 800 y 1000 cargas, de modo que usándola todos los días tienen una vida útil de hasta tres años.
Existe una variedad muy amplia de modelos, según el rodado (medida de las ruedas) y la prestación de la batería. Las bicis eléctricas “de paseo” tienen un rodado de 20 pulgadas (es decir, ruedas de 49 cm de diámetro), una velocidad máxima de 25 km/h y una autonomía de 15 o 20 kilómetros por cada carga de la batería. En todos los modelos, un display digital sujeto al manubrio indica a cada momento cuántos kilómetros quedan por andar con la misma carga.
Aunque normalmente son importadas, existen modelos fabricados en el país con excelentes prestaciones. Una buena opción son las T-Bikes, de Toyota, fabricadas en colaboración con la startup mendocina Enerby, que trae una batería con una vida útil de cuatro a cinco años y un cargador inteligente con corte automático. Otra posibilidad son las Bertha Bikes, hechas en Rosario y disponibles en dos versiones: “Street”, para un uso urbano muy intensivo, con caños y ruedas gruesas (“tipo moto”) de 20 pulgadas; y “City”, liviana y de paseo, con ruedas delgadas de 26 pulgadas (66 cm).
También se puede convertir una bici común en eléctrica. Para eso, hace falta cambiar la rueda delantera por otra que ya traiga incorporados el motor, la batería y el mecanismo de cambios. Y en lugar del display, se pueden controlar todas las variables desde el celular con solo cargarle una aplicación específica: es lo que ofrecen marcas como Ge-Road, entre otras. Así que no hay excusas para no animarse a la novedad.
EL CUIDADO DE LA BATERÍA
Sin duda el recaudo de mantenimiento más importante en una bicicleta eléctrica es cuidar y mantener la batería, ya que, de lo contrario, la duración de cada carga puede reducirse con el uso. Entre los consejos para alargar la vida útil y la prestación de la batería, se recomienda no cargarla jamás hasta el 100 por ciento, y sobre todo cuidar que nunca se descargue completamente: lo ideal es que no baje del 30 por ciento de carga. En cambio, si se la deja de usar por un largo tiempo, como suele ocurrir en el invierno, en ese caso sí se recomienda descargarla completamente una vez al mes y volver a cargarla, hasta casi el 100 por ciento.